20. Creo que no leíamos esas obras de la misma forma. Ella tenía la esperanza de descubrirle un sentido a la vida en ellas, mientras que a mí lo que me cautivaba era la sonoridad de las palabras y la música de las frases. "En el café de la juventud perdida" (2007), Patrick Modiano
21. Debo de ser la última generación que escribe a pluma. (...) Lo de la pluma es porque el hecho de escribir es ya algo tan abstracto que tengo la necesidad de un objeto sólido que me ancle a la materia; si no, todo es muy virtual.
22. Lleva tiempo conseguir que salga a la luz lo que ha sido borrado. Quedan pistas en los registros pero se ignora dónde están escondidos y qué guardianes los vigilan y si querrán enseñárnoslo. O tal vez simplemente han olvidado que esos registros existen. "Dora Bruder" (1997), Patrick Modiano
23. Hay electricidad en el aire de París en los atardeceres de octubre, a la hora en que va cayendo la noche. Incluso cuando llueve. No me entra melancolía a esa hora, ni tengo la sensación de que el tiempo huye. Sino de que todo es posible. "En el café de la juventud perdida" (2007), Patrick Modiano
24. Mis novelas son siempre un universo urbano, vivo aquí y hablo de ello. A veces me sabe mal, porque me hubiera gustado escribir esos novelones rusos del XIX que suceden en el campo, tengo esa nostalgia, me hubiera gustado describir bellos paisajes rurales. Pero es el azar, uno está obligado a hablar de lo que ha visto.
25. La estación era un imán y me atraía, y eso era una señal del destino. Tenía que subirme a un tren, enseguida, y QUEMAR LAS NAVES. Se me metieron de golpe en la cabeza estas palabras y ya no podía librarme de ellas. Aún me infundían algo de valor. "Joyita" (2001), Patrick Modiano
26. En el momento en que yo salía de la boca de metro, la vi en la cabina telefónica. Llevaba su abrigo amarillo. Me pregunté si acababa también ella de salir del metro. Habría entonces en su vida trayectos y horarios regulares... Me costaba imaginarla ejerciendo un trabajo diario, como todos los que cogían el metro a esa hora. "Joyita" (2001), Patrick Modiano
27. Lo que me impresiona siempre es que esos tabúes históricos los encontramos reproducidos a pequeña escala, en las vidas individuales, en los casos concretos de la gente que olvida aspectos de su biografía. Y sin llegar a la amnesia, si usted pregunta a alguien por su pasado, lo va a transformar sin darse cuenta. Esos falsos testimonios me fascinan.
28. Al fin y al cabo, si nos fuera concedida la posibilidad de recordar todo aquello que hemos olvidado, ¿Es tan seguro que aceptar fuera la opción más conveniente? Los buenos momentos olvidados que podríamos revivir, ¿Compensarían aquellos olvidos que por nada del mundo quisiéramos recordar? ¿Estaríamos tan seguros de la integridad del ovillo como para tirar despreocupadamente del hilo? "Calle de las tiendas oscuras" (1978), Patrick Modiano
29. Me acordé del texto que estaba intentando escribir cuando conocí a Louki. Lo había llamado Las zonas neutras. Había en París zonas intermedias, tierras de nadie en donde estaba uno en las lindes de todo, en tránsito, o incluso en suspenso. Podía disfrutarse allí de cierta inmunidad. Habría podido llamarlas zonas francas, pero zonas neutras era más exacto. "En el café de la juventud perdida" (2007), Patrick Modiano
30. Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediaciones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera. Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la sombra. O con un chaparrón. Y te llevan a ese lugar, al punto preciso en el que debías encallar. "En el café de la juventud perdida" (2007), Patrick Modiano
31. Tras la verja, el viento acariciaba las hojas de los castaños, los pisos superiores de la place de l'Alma y la cúspide de la Tour Eiffel, en la otra orilla del Sena. Por aquel entonces, París era una ciudad que se ajustaba a los latidos de mi corazón. Mi vida solo podía inscribirse entre sus calles. Me bastaba con pasearme por París, solo y sin rumbo, para ser feliz. "Barrio perdido" (1984), Patrick Modiano
32. Estaba retrasando la hora de regresar a su casa. No estaba muy lejos, seguro. Yo tenía muchísima curiosidad por saber dónde. No me apetecía nada hablar con ella, no sentía por ella nada en especial. Las circunstancias habían impedido que hubiera entre nosotras eso que llaman la leche de la bondad humana. Lo único que deseaba saber era dónde había ido a parar, doce años después de su muerte en Marruecos. "Joyita" (2001), Patrick Modiano
33. De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra. Escogía la misma mesa, al fondo del local, que era pequeño. Al principio, no hablaba con nadie; luego ya conocía a los parroquianos de Le Condé, la mayoría de los cuales tenía nuestra edad, entre los diecinueve y los veinticinco años, diría yo. En ocasiones se sentaba en las mesas de ellos, pero, las más de las veces, seguía siendo adicta a su sitio, al fondo del todo. "En el café de la juventud perdida" (2007), Patrick Modiano