Frases de Sunset Park

Sunset Park

30 frases de Sunset Park de Paul Auster... Adéntrate en las fascinantes frases de "Sunset Park" de Paul Auster. Descubre cómo la obra explora la pérdida, la redención y la compleja interconexión de vidas en un apasionante relato literario.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Paul Auster son: pérdida de un ser querido, redención, relaciones humanas, ternura, tristeza, esencia de la vida, risa y goce de la vida.

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Frases de Sunset Park Paul Auster

01. Olvidar no es un crimen; sólo un simple error humano.


02. (... ) Abandonar había sido un acto de venganza hostil y de sabotaje a sí mismo, un suicidio simbólico.


03. Más en concreto: ¿Hay algo que requiera perdón? Probablemente no. Y sin embargo, se le debe perdonar.


04. Pero obligarte a dejar de hacer algo no es lo mismo que renunciar a ello en el fondo de tu corazón.


05. ¿Dónde se encuentra ahora? Con un pie en la extinción irremediable y otro en la posibilidad de que la vida siga.


06. (... ) Pero seguía preocupado por ella, aún le inquietaba esa sempiterna y retraída tristeza que parecía acompañarla adondequiera que fuese.


07. (... ) Las heridas son una parte fundamental de la vida y a menos que uno esté herido de alguna forma, jamás se hará hombre.


08. (... ) Y él, que rara vez sonríe a nada o a nadie, la miró a los ojos negros y vivaces y le devolvió la sonrisa.


09. (... ) Una cabeza estallando por la fuerza de la oscuridad que reina en su interior, una vida rota por el exceso y la escasez de este mundo.


10. Ahora va avanzando, adentrándose cada vez más en el inframundo de su propia nada, el lugar de su interior que coincide con todo lo que ella no es.


11. Es el guerrillero del agravio, el campeón del descontento, el detractor militante de la vida contemporánea que sueña con forjar una nueva realidad con las ruinas de un mundo fallido.


12. Su padre sonrió, le pasó un brazo por el hombro, lo atrajo hacia su pecho y lo besó en lo alto de la frente. "Eres mi ojito derecho", le dijo. "Nunca lo olvides".


13. Sus actos de rebelión son baladíes, quizá, gestos irascibles que consiguen poco o nada incluso a corto plazo, pero contribuyen a realzar su dignidad como ser humano, a ennoblecerlo a sus propios ojos.


14. (... ) Desaparecerá de tu corazón, de igual manera que tú ya has desaparecido del suyo, porque nunca has estado en él, como jamás has estado en el corazón de nadie, ni siquiera en el tuyo propio.


15. Los libros no eran peligrosos, dijo para sí, sólo traían placer y felicidad a la gente que los leía, hacían que las personas se sintieran más vivas y más relacionadas entre sí.


16. (... ) Y con el paso de los años llegó a comprender que casi todo eso era artificial, que en el interior de su espíritu presuntamente indomable también había miedo y pánico y una tristeza agobiante.


17. Es consciente de que los vuelve locos con sus conjeturas y opiniones, de que los aburre con sus largas y ociosas peroratas, pero se trata de cuestiones importantes para él y una vez que empieza, le resulta difícil parar.


18. Algo en él reaccionaba a la sensación de soledad que parecía envolverla, le conmovía su callada bondad y la vulnerabilidad que había en sus ojos, y sin embargo cuanto más se afianzaba su amistad, menos sabía qué pensar de ella.


19. Las palabras eran inofensivas, carecían de poder para hacer daño a alguien, y aunque algunas resultaran ofensivas para cierta gente, tampoco eran navajas ni balas, solo simples trazos negros en hojas de papel, y no podían matar ni herir ni causar verdadero daño.


20. (... ) Y ahora que él estaba creciendo, ahora que para ella era evidente que no iba a tener más hijos, lo llamaba su principito, su ángel precioso, y el mismo chico que era el ojito derecho de su padre fue consagrado como el tierno corazoncito de su madre.


21. (... ) El encuentro más inverosímil que quepa imaginar. Ella sentada en el césped, leyendo un libro, y él también sobre la hierba con otro libro en la mano, que por casualidad era el mismo que ella tenía, en la misma edición de bolsillo, con idéntica portada.


22. (... ) El mundo de los adultos era insondable para él en aquel momento de su vida y se mostraba incapaz de comprender la paradoja de amor y desacuerdo que coexistían en igual medida. Tenía que ser una cosa u otra, amor o no amor, pero no su existencia e inexistencia al mismo tiempo.


23. ¿Era la intensidad de sus silencios lo que le hacía merecedor de tanta atención, la reservada y misteriosa naturaleza de su personalidad lo que le convertía en una especie de espejo donde los demás se proyectaban, la escalofriante sensación de que estaba y no estaba allí al mismo tiempo?


24. Tiene un lado tierno, sentimental, que casi resulta cómico, piensa él, y sin embargo lo conmueve esa ternura suya, esa vulnerabilidad ante el dolor de los demás, y como también puede ser dura, charlatana y dispuesta a la carcajada, nunca sabe qué aspecto de ella va a emerger en un momento determinado.


25. (... ) Mo puede haber recuerdos del seno materno, ni para él ni para nadie, pero acepta como un artículo de fe, o se esfuerza en comprender mediante un salto de la imaginación, que su propia vida como ser sensible empezó como parte de aquel cuerpo ahora muerto que sacaban por la puerta, que su vida había empezado dentro de ella.


26. No nos hacemos más fuertes con el paso de los años. La acumulación de penas y sufrimientos va mermando nuestra capacidad de soportar el dolor, y como el padecimiento y la tristeza son inevitables, incluso un pequeño revés en la edad tardía puede repercutir con la misma fuerza que una gran tragedia cuando éramos jóvenes.


27. Ahora lo veían como un muerto ambulante, como alguien sin futuro, y mientras permanecía sentado en la cama considerando aquel futuro sin porvenir que se cernía de forma vaga sobre él, se dio cuenta de que le faltaba valor para mirarlos de nuevo a la cara. Lo mejor para todos los implicados quizá fuera que se alejara de ellos, que desapareciese.


28. Sus lágrimas son incesantes y la voz que sale a través de ellas apenas se oye, muy aguda, como de una criatura, y es un verdadero derrumbe, dice él para sí, una persona más allá de la ira, de la esperanza, una persona enteramente consumida, desdichada, infeliz, pulverizada por el peso del mundo, una tristeza tan agobiante como el lastre de la vida.


29. (... ) No era una mujer carente de atractivo. De figura esbelta, tenía un rostro agradable, pero proyectaba un aura de inquietud y derrota, y con aquella piel suya demasiado pálida y su pelo liso y sin lustre había que preguntarse si no estaría sumida en cierta depresión, viviendo en alguna habitación del sótano del hotel Melancolía. Siempre que la veía hacía lo imposible por arrancarle una sonrisa, con resultado desigual.


30. No se ha enamorado de ella por su cuerpo ni por su mente. ¿Qué es, entonces? ¿Qué lo mantiene ahí cuando todo le dice que debe marcharse? El modo en que ella lo mira, quizás, el apasionamiento de su mirada, la extasiada intensidad de sus ojos cuando le oye hablar, la sensación de que su presencia es absoluta cuando están juntos, de que es la única persona que existe para ella sobre la faz de la tierra.

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