Frases de Diario de invierno

Diario de invierno

15 frases de Diario de invierno (Winter journal) de Paul Auster... El Auster vuelve la mirada sobre sí mismo y parte de la llegada de las primeras señales de la vejez para rememorar episodios de su vida, en particular de su niñez y adolescencia.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Paul Auster son: autobiografía, adolescencia, gran amor, cambios con el paso del tiempo, fuerza de la pasión, vejez, primer amor, dejar volar la imaginación.

Frases de Paul Auster Libros de Paul Auster

Frases de Diario de invierno Paul Auster

01. ¿Qué es lo que te pasa? , te preguntas. Tu madre acaba de morir, y te has convertido en un bloque de madera.


02. Todos somos extraños para nosotros mismos, y si tenemos alguna sensación de quiénes somos, es sólo porque vivimos dentro de la mirada de los demás.


03. Entorno espartano, sí, pero el ambiente nunca había tenido importancia en cuanto al trabajo se refería, pues el único espacio que ocupas al escribir tus libros es la página que tienes delante de la nariz.


04. Parecías tener un talento especial para perseguir a la persona que menos te convenía, para querer lo que no podías tener, para rendir tu corazón a chicas que no podían o no querían corresponderte.


05. La gente te importunaba por la fuerza de la costumbre, molestaba por el simple placer de molestar, y seguían pinchándote hasta que les demostrabas que tú también estabas dispuesto a fastidiarla, momento en el cual te ganabas su respeto.


06. Pero tal es el precio que pagas por salir de casa, y mientras continúes viajando, esa ninguna parte que se encuentra entre el aquí de casa y el allí de algún sitio seguirá siendo uno de los lugares en donde vives.


07. Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro.


08. Lo primero que te llamó la atención fue que no había acompañamiento musical. Esa posibilidad nunca se te había ocurrido -bailar en silencio en vez de con música-, porque la música siempre parecía algo esencial a la danza, inseparable de ella.


09. Así era la vida en Francia. La gente te importunaba por la fuerza de la costumbre, molestaba por el simple placer de molestar, y seguían pinchándote hasta que les demostrabas que tú también estabas dispuesto a fastidiarla, momento en el cual te ganabas su respeto.


10. La monotonía y la proximidad, la languidez de una travesía oceánica con buen tiempo, el entendimiento de que el barco era un mundo en sí mismo y nada de lo que allí ocurriera iba a tener consecuencias duraderas: todos esos elementos se combinaron para crear un ambiente de naturalidad sensual sin reservas.


11. (...) Chicas medio locas, ambas deslumbrantes y autodestructivas, profundamente excitantes para ti, pero apenas llegabas a entenderlas. Las inventabas. Las utilizabas como ficticias encarnaciones de tus propios deseos, dejando de lado sus problemas e historias personales, sin comprender quiénes eran al margen de tu propia imaginación, y sin embargo, cuanto más te eludían, más apasionadamente las deseabas.


12. Hay que morir inspirando amor (si se puede). Te conmueve esa frase, sobre todo las palabras entre paréntesis, que a tu modo de ver muestran una gran sensibilidad de espíritu, adquirida con gran esfuerzo, sobre lo difícil que resulta inspirar amor, en particular para alguien que está en la vejez, que se está sumiendo en la decrepitud y se encuentra al cuidado de otros. Si se puede. Probablemente no exista mayor logro humano que merecer amor al final.


13. Lo mismo que cualquier otra cosa, es una postura moral, una forma de eliminar el asunto de la raza, a tu juicio un falso problema que sólo puede traer deshonor a la persona que lo saque a relucir, y por tanto has decidido conscientemente ser todo el mundo, aceptar a todos los que llevas en tu interior con objeto de ser tú mismo de una forma más libre y plena, puesto que la cuestión de quién eres es un misterio y no albergas esperanzas de que algún día se resuelva.


14. (...) Una dolencia menor, por tanto, más bien cómica contemplada desde la distancia, pero entonces te pareció triste, muy triste, porque la persona que te había contagiado aquellos irritantes demonios había sido el primer gran amor de tu vida, el amor loco que se abatió sobre ti a los quince años y te torturó durante el resto de la adolescencia, y acostarte con ella ahora, al comienzo de tu edad adulta, te hizo pensar que quizá estabas destinado a quererla de nuevo y esta vez -si los dioses estaban contigo- tu amor sería plenamente correspondido.


15. (...) Todo en el curso de lo que cabría denominar una vida normal. Ni que decir tiene que otros millones de personas se han enfrentado a cosas mucho peores, no han tenido el lujo de llevar una vida normal, los soldados en combate, por ejemplo, víctimas civiles en las guerras, víctimas de crímenes de gobiernos totalitarios, y las innumerables que han perecido en desastres naturales: inundaciones, terremotos, tifones, epidemias. Pero incluso los supervivientes de esas catástrofes no dejan de estar menos expuestos a los caprichos de la existencia diaria que aquellos de nosotros que nos hemos librado de tales horrores.

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