27. (...) No te paga ese sueldo por tus bellos ojos, sino porque espera que has de serle útil. Yo procuraría hablar poco de lo que entendiera, y ni una palabra de lo que ignorase.
28. Al hombre que tiene algún mérito a tus ojos, ponle obstáculos que se opongan a cuanto desee y a cuanto emprenda, que si el mérito es real, sabrá destruirlos u orillarlos.
29. Los besos llenos de pasión, besos como nunca los había recibido, barrieron de su memoria el pensamiento de que quien se los daba amaba a otra mujer. Se lo perdonó todo, ya no le pareció culpable.
30. Una doncella coqueta cuya alma se abre demasiado pronto al amor, se acostumbra a éste, y cuando llega a la edad de la verdadera pasión, ya no se encuentra en estado de apreciar el encanto de la novedad.
31. El amante piensa más a menudo en llegar a su amada que el marido en guardar a su mujer; el preso piensa más a menudo en escaparse que el carcelero en cerrarle las puertas; por consiguiente, por grandes que sean los obstáculos, el amante y el preso tienen que lograr su empeño..
32. La conciencia de su libertad bastó para que se exaltara su alma, pues era tan grande su hipocresía, que ni en la casa de su mejor amigo se consideraba libre. Nunca fue tan feliz como en aquellos instantes en que, apoyada sobre las manos la cabeza, dejó volar sin freno su imaginación por el mundo de los ensueños y por las regiones de la libertad.
33. Una odalisca difícilmente puede amar a un sultán, mortal omnipotente a quien no conseguirá robar la porción más insignificante de autoridad por mucho que extreme sus caricias. La venganza del señor es siempre terrible, sangrienta, pero militar, generosa al propio tiempo: una puñalada y se acabó. En nuestro siglo, el hombre civilizado asesina a su mujer sometiéndola a las puñaladas del desprecio público, es decir, cerrándole todas las puertas.