Frases de Los árboles mueren de pie

Los árboles mueren de pie

14 frases de Los árboles mueren de pie de Alejandro Casona... Un nieto vacío de buenos sentimientos, dos abuelos deprimidos y unos jóvenes actores que les devuelven la felicidad mediante el poder poético de la fantasía.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Alejandro Casona son: búsqueda de la felicidad, vejez, alcanzar nuestros sueños, relación abuelos-nietos, don de la fantasía, mentiras, poder del amor, bondad, maldad, hacer realidad ilusiones.

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Frases de Los árboles mueren de pie Alejandro Casona

01. En el verdadero amor no manda nadie; obedecen los dos.


02. No hay ninguna cosa seria que no pueda decirse con una sonrisa.


03. Que no me vean caída. Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol.


04. A primera vista estamos en una gran oficina moderna, del más aséptico capitalismo funcional.


05. ¿No cree que sembrar una inquietud o una ilusión sea una labor tan digna por lo menos como sembrar trigo?


06. Es asombrosa esa manera que tenéis los soñadores de no ver claro más que lo que está lejos..


07. Dígalo, dígalo sin miedo; tal como va el mundo todos los que no somos imbéciles necesitamos estar un poco locos.


08. En aquel momento comprendí desde dentro que iba a ser suya para siempre, aunque fuera de lejos, aunque él no volviera a mirarme nunca más.


09. ¿Sabe usted lo que es esperar veinte años para vivir un solo día y cuando ese día llega encontrarlo también negro y vacío?


10. - ¿No te ofenderás si te digo una cosa? -Di. -Tienes demasiado corazón. Nunca serás una verdadera artista. -Gracias. Es lo mejor que me has dicho esta noche.


11. Tu aliento se me fue haciendo costumbre, y ahora lo único que sé es que ya no podría vivir sin él; lo necesito junto a mí y para siempre, contra mi propia almohada. En tu casa o en la mía ¡Qué importa! Cualquiera de las dos puede ser la nuestra. Elige tú.


12. Siete vestidos pueden ser toda una vida: el claro de la primera mañana, el de regar las hortensias, el azul de tirar piedras al río, el de aquella noche que se quemó el mantel de fiesta con un cigarrillo. Ahora, ahí apretados, ya no hay fiesta ni hortensias ni río. Sí, Genoveva, hacer un equipaje es como enterrar algo.


13. - Escucha, Mauricio: el otro día cuando me dijiste que tu imitador de pájaros cantaba mejor que el ruiseñor verdadero, hablabas en serio ¿No? -Completamente en serio. Un simple animal, por maravilloso que sea, no puede compararse nunca con un artista. -Entonces ¿De verdad crees que el arte vale más que la vida? -Siempre. Mira ese jacarandá del jardín: hoy vale porque da flor y sombra, pero mañana, cuando se muera como mueren los árboles, en silencio y de pie, nadie volverá a acordarse de él. En cambio si lo hubiera pintado un gran artista, viviría eternamente. ¿Algo más?


14. Cuando yo era niña mi madre me decía "querida"; era una palabra. Cuando iba a la escuela la maestra me decía "querida"; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo "¡Querida!", aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo y nunca se hubiera querido nadie antes que nosotros. Por la noche no podía dormir. "¡Querida, querida, querida!..." Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en la sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué importa que el ramo de rosas siga diciendo "mañana" si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... ¡Si basta querer para ser feliz, abuela, feliz, feliz!

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