29. Es imposible tener un corazón para el odio y otro para el amor. El ser humano tiene un solo corazón, y yo siempre pensaba en cómo salvar el mío.
30. Es por la mañana y suena el teléfono: "No nos conocemos...He venido de Crimea, la llamo desde la estación de ferrocarril. ¿Está lejos de su casa? Quiero contarle mi guerra...
31. Los combates cuerpo a cuerpo... ¿Qué recuerdo? Recuerdo el crujido...Comenzaba la lucha cuerpo a cuerpo y enseguida venía ese crujido: eran los huesos humanos que se rompían. Los gritos, las voces inhumanas.
32. Estaba dispuesta a estar allí toda la noche, hasta el amanecer, con tal de poder oír a los pájaros. Solo de noche podía encontrarse algo que recordara a nuestra vida anterior. De paz.
33. El ser humano se ve a sí mismo con claridad desde arriba -desde el cielo- y desde abajo -desde la tierra-. Delante está todo el camino hacia arriba y hacia abajo: del ángel a la bestia.
34. Los alemanes no cogían prisioneras a las mujeres militares...Las fusilaban. O las paseaban ante sus tropas, mostrándolas: "No son mujeres, son unos monstruos". Siempre nos guardábamos dos cartuchos para nosotras, dos, por si el primero fallaba...
35. Las mujeres, hablen de lo que hablen, siempre tienen presente la misma idea: la guerra es ante todo un asesinato y, además, un duro trabajo. Por último, también está la vida cotidiana: cantaban, se enamoraban, se colocaban los bigudíes...
36. Me aguardaban el dolor, el odio, la tentación. La ternura y la perplejidad... Unos años en los que trataría de comprender qué diferencia hay entre la muerte y el asesinato, dónde está la frontera entre lo humano y lo inhumano.
37. Solo un temor sobrevive hasta el final: quedar fea después de morir. Es un miedo femenino...Que pase lo que tenga que pasar, pero por favor que una granada no te haga pedazos...Sé de lo que hablo...Yo misma recogí muchas veces esos pedazos...
38. Por la noche, el combate se acabó....A la mañana siguiente cayó la nieve. Bajo ella estaban los muertos...Muchos tenían los brazos levantados...Hacia el cielo...Pregúnteme: "¿Qué es la felicidad?". Yo le contestaré..."Es encontrar entre los caídos a alguien con vida".
39. Me interesa no solamente la realidad que nos rodea, sino también la que está en nuestro interior. Lo que más me interesa no es el suceso en sí, sino el suceso de los sentimientos. Digamos, el alma de los sucesos. Para mí, los sentimientos son la realidad.
40. (...) Transcurrieron por lo menos unos treinta años hasta que empezaron a rendirnos honores...A invitarnos a dar ponencias...Los hombres eran los vencedores, los héroes; los novios habían hecho la guerra, pero a nosotras nos miraban con otros ojos. De un modo muy diferente...Nos arrebataron la Victoria, ¿Sabes? Discretamente nos la cambiaron por la simple felicidad femenina. No compartieron la Victoria con nosotras.
41. Pensábamos que después de la guerra todo cambiaría. Que Stalin confiaría en su pueblo...La guerra aún no había acabado, pero ya había trenes dirigiéndose a Magadán. Trenes llenos de vencedores...Arrestaron a todos los que alguna vez habían caído prisioneros de los alemanes, a los que habían sobrevivido a sus campos de concentración, a los que los alemanes habían utilizado como mano de obra...A cualquiera que había visto Europa. A los que podían contar cómo vivía la gente en otras partes. Sin los comunistas.
42. La guerra es una vivencia demasiado íntima. E igual de infinita que la vida humana...En una ocasión, una mujer que había sido piloto de aviación me negó la entrevista. Por teléfono me explicó: "No puedo...No quiero recordar. Pasé tres años en la guerra...Y durante esos tres años no me sentí mujer. Mi organismo quedó muerto. No tuve menstruaciones, casi no sentía los deseos de una mujer. Yo era guapa...Cuando mi marido me propuso matrimonio...Fue en Berlín, al lado del Reichstag...Me dijo: "La guerra se ha acabado. Estamos vivos. Hemos tenido suerte. Cásate conmigo". Sentí ganas de llorar. De gritar. ¡De darle una bofetada! ¿Matrimonio? ¿En ese momento? ¿En medio de todo aquello me habla de matrimonio? Entre el hollín negro y los ladrillos quemados...Mírame... ¡Mira cómo estoy! Primero, haz que me sienta como una mujer: regálame flores, cortéjame, dime palabras bonitas. ¡Lo necesito! ¡Lo estoy esperando tanto!