29 frases de La conciencia de Zeno (La coscienza di Zeno) de Italo Svevo... Historia de Zeno Cosini, un mediocre hombre de negocios que engaña a su mujer y miente a su psiquiatra mientras intenta buscar la cura para su malestar a través de múltiples intentos que a veces son absurdos o contraproducentes.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Italo Svevo son: ironía, deseo, psicoanálisis, primera guerra mundial, absurdo, adulterio, obsesión, miedo a la muerte, inconsciente, introspección.
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Frases de La conciencia de Zeno Italo Svevo
01. La vida no es ni fea ni linda: es original.
02. Una mirada se recuerda tanto, y quizá mejor, que una palabra...
03. No comprender a las mujeres es un síntoma de escasa virilidad.
04. La bondad era la luz que con sus destellos iluminaba durante instantes la oscura alma humana.
05. El llanto enturbia las culpas de uno y permite acusar, sin objeción posible, al destino.
06. Es cómodo vivir pensando que somos grandes y que nuestra grandeza permanece en un estado latente.
07. La oscuridad era perfecta y el agua, alta, sombría y tranquila, me parecía perezosamente hinchada.
08. En la actualidad tengo motivos para pensar que el amor acompañado de tanta duda es el verdadero.
09. No sufría tanto por no saber expresarse, ya que sonrió ante su propia fuerza, su propia grandeza.
10. Una de las grandes dificultades que plantea la vida consiste en adivinar qué es lo que quiere una mujer.
11. Uno de los primeros efectos de la belleza femenina en un hombre es el de hacerle perder la avaricia.
12. Depende del azar que estemos atados a una rueda móvil o a una inmóvil. Desatarse siempre es difícil.
13. En este mundo muchas personas aprenden solo escuchándose a sí mismas o al menos no saben aprender escuchando a los demás.
14. Libertad completa es la de poder hacer todo lo que se quiere a condición de hacer también algo que no gusta tanto.
15. Ahora estoy seguro de haber visto muchachas tan bellas como (...), pero no de una belleza tan agresiva, es decir, tan evidente al primer vistazo.
16. Las mujeres siempre saben lo que quieren. Ni Ada, que me rechazó, ni Augusta, que me aceptó, ni Carla siquiera, que me dejó hacer, vacilaron.
17. Hay que moverse. La vida tiene venenos, pero también otros, que hacen de contravenenos. Sólo corriendo podemos substraemos a los primeros y disfrutar de los otros.
18. Una vez casados, ya no se vuelve a hablar de amor y, cuando se siente la necesidad de expresarlo, la animalidad interviene en seguida para restablecer el silencio.
19. El sonido más rudimentario, el de las olas del mar, que, desde que se forma, cambia a cada instante hasta morir, sintetiza la vida más intensa.
20. La religión verdadera es precisamente la que no se debe profesar en voz alta para recibir el consuelo del que a veces -raras veces- no se puede prescindir.
21. Tras haber vacilado por tanto tiempo, Augusta vino a buscarme. Al verla tan dulce y carente de rencor, me aumentaron los escalofríos hasta hacerme castañetear los dientes.
22. La vida se asemeja un poco a una enfermedad: también procede por crisis y depresiones. La diferencia con respecto a otras dolencias es que la vida es siempre mortal.
23. Pocas horas después se había puesto en camino para ver quién de los dos tenía razón. ¡Qué curioso! Mi dolor iba acompañado del remordimiento.
24. Era un imbécil aquel bufón que en un cementerio cubierto de epitafios laudatorios preguntó dónde se sepultaba en aquel país a los pecadores. Los muertos nunca han sido pecadores.
25. Mis amigos me conservaron durante toda mi vida la misma estima y creo que ni siquiera yo, desde que llegué a la edad de la razón, he cambiado mucho el concepto que me hice de mí mismo.
26. Según él, con el paso de los años habían ido formándose en mí dos personas, una de las cuales mandaba y la otra no era sino un esclavo, que, en cuanto disminuía la vigilancia, contravenía a la voluntad del amo por amor a la libertad.
27. Soy el doctor de quien se habla en esta novela a veces con palabras poco lisonjeras. Quien conozca el psicoanálisis sabrá juzgar la antipatía que el paciente siente por mí. (...) ¡Parecía sentir tanta curiosidad por sí mismo! ¡Si supiera cuántas sorpresas le reservaría el comentario sobre las numerosas verdades y mentiras que ha acumulado aquí!
28. Si supiera que contamos con predilección todas las cosas para las que tenemos dispuesta una frase y evitamos las que nos obligarían a recurrir al diccionario. Así es como elegimos los episodios de nuestra vida que vale la pena consignar por escrito. Ya se comprende que nuestra vida tendría aspecto muy distinto, si la contáramos en nuestro dialecto.
29. ¡La guerra me ha alcanzado! Yo que escuchaba las historias de guerra como si se tratara de una de otra época de la que resultaba divertido hablar, pero por la que sería absurdo preocuparme, mira por dónde, me he visto en ella estupefacto y al mismo tiempo asombrado de no haber comprendido antes que tarde o temprano me vería envuelto en ella.