26 frases de Entre dos palacios de Naguib Mahfuz... El enclaustramiento, la resignación, el amor, la política, la religión, la prostitución... son los temas de esta narración de interiores atormentados.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Naguib Mahfuz son: ambientada en el cairo (egipto), ficción histórica, primera guerra mundial, islam, cultura árabe, humillación, sharía, nacionalismo, hipocresía, miedos, represión, falta de libertad, belleza de la vida, esperanza, tedio.
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Frases de Entre dos palacios Naguib Mahfuz
01. Nosotros vivimos para el futuro, no para el pasado...
02. Todo marcha por la vía de la fuerza y de la resolución.
03. Venid a visitarme cada año, que es pecado el adiós si es para siempre.
04. La juventud era una excusa para la falta, pero no para el atentado a su voluntad.
05. Para asegurarme la victoria sobre mi rival...Debo suponerle un máximo de inmunidad y de coraje.
06. ¡No dudéis de la veracidad de la noticia; las malas noticias tienen un olor que se percibe de lejos...
07. Deja a la gente con su bondad y su maldad; tu salud es ahora más importante que cualquier otra cosa.
08. A pesar de todo, no era el canto, ni mucho menos, una pasión aislada cuyos encantos lo atrajeran en exclusiva.
09. No sabía cómo ser verdaderamente fiel a las buenas intenciones con las que había alfombrado el camino del matrimonio.
10. Incluso si hubiera disfrutado de una vida más desahogada y un carácter más sereno, mi corazón no se habría librado del sufrimiento.
11. No te asombres por mis palabras; yo te disculpo porque lo ves desde lejos, y la belleza, como el espejismo, no se ve más que de lejos...
12. Y no preguntes por la desgracia que hay en el tedio de la «belleza», ya que se presenta como algo ineludible y es, por tanto, un destino inevitable...
13. Cada vez que avanzaba un paso en la vida, se le aparecía el pasado como un arma envenenada, clavada en el fondo de su alma y de su dignidad.
14. No tenía motivos para quejarse, sino para dar gracias a Dios, que con sus palabras tranquilizaba su corazón y con su misericordia dirigía el camino de su vida.
15. Tu inesperada visita había creado en mi corazón una cálida esperanza: la de poder entregarte el cariño más elevado que guardo en mí..., el más puro.
16. Señora de la hermosura y la belleza, como ves, me he pasado la vida detrás de ti. ¿Es que la recompensa del enamorado va a ser sólo este encuentro?
17. La belleza es un hiriente estremecimiento del corazón, una vida plena en el alma, y una locura de amor que hace flotar al espíritu en su éter hasta hacerlo abrazar los cielos.
18. ¡No intentes librarte de culpa, no conseguirías sino añadir dolor a mi dolor. Sería mejor que corriéramos un velo que disimulase nuestros dolores, ya que no podemos borrarlos de nuestra existencia!
19. El espectáculo de esos miles de adeptos aumentó la fuerza y la tranquilidad de su espíritu, como una armadura colocada a su alrededor, una fuerza sólida que las balas no podían atravesar.
20. De la misma manera que parecía difícil cuando no se había producido, parecía increíble ahora que ocurría, hasta el punto de que su alegría había quedado cubierta por una densa ola de estupor.
21. Yo tenía la esperanza de que podríamos vivir con amor, pese a todo. Tu inesperada visita había creado en mi corazón una cálida esperanza: la de poder entregarte el cariño más elevado que guardo en mí...
22. Y si en algún momento quería sacar a la luz los recuerdos de su vida, sólo aparecían ante ella el bien y la felicidad, y cuando surgían los miedos y las tristezas eran como siluetas vacías que no merecían más que una sonrisa compasiva.
23. Cuando se dejaba llevar por la embriaguez y el hechizo de la alegría, golpeaba su corazón el amenazante y terrible martillo del miedo, sin saber qué le convendría, si abandonar su aventura o seguir los dictados de su corazón, ya que ambos sentimientos, el amor y el miedo, eran intensos.
24. Quizás su corazón no quería decir lo que decía, pero su lengua dijo lo que tenía que decir; o quizás esas palabras eran una expresión sincera de sus sentimientos en ese momento, ese momento que lo había hecho sumergirse por completo en la situación en que se encontraba.
25. Amor y admiración que brotaban de lo más profundo del ser, y se imbricaban en sus raíces primeras o, más aún, como si ambos no fueran más que uno sólo, unidos en el amor y la admiración a sí mismos. El hombre ya no era un ser lejano, inaccesible, encerrado, sino alguien muy próximo y cercano, como una parte de su alma y de su corazón. Un padre y un hijo, un solo espíritu.
26. Éste era un rostro apacible, de cuyas facciones, relajadas y suavizadas por la devoción, el afecto y la solicitud de perdón, emanaban la piedad, el amor y la esperanza. Él no rezaba de forma mecánica: recitación, puesta en pie y prosternación, sino que su oración era hecha con gran sentimiento y llevada a cabo con el mismo entusiasmo que lo sacudía al volcarse en todos los demás aspectos de la vida, como el trabajo, sacrificándose por él; la amistad, excediéndose en ella; el amor, derritiéndose de pasión, y la bebida, emborrachándose y ahogándose en ella, fiel y sinceramente en toda ocasión.