
18 frases de Mil soles espléndidos (A thousand splendid suns) de Khaled Hosseini... Dos mujeres afganas de orígenes muy dispares, cuyos destinos se entrelazan por obra del azar y de las convulsiones que ha sufrido Afganistán en los últimos treinta años.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Khaled Hosseini son: afganistán, matrimonio sin amor, violencia, islam, condición de la mujer, talibán, discriminación, desamor, falta de libertad.
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Frases de Mil soles espléndidos Khaled Hosseini
01. Pero hay cosas que, bueno, hay que verlas y sentirlas.
02. Dios, en su sabiduría, nos ha asignado a cada uno nuestras debilidades
03. El vuelco que había dado su vida, dejándola desarraigada, desplazada, como una intrusa en la existencia de otra persona.
04. Confía tu secreto al viento, pero luego no le reproches que se lo cuente a los árboles.
05. Era la primera vez que decidía por sí misma el rumbo de su propia vida.
06. Tal vez sea ése el castigo reservado a los duros de corazón: comprenderlo todo cuando ya nada se puede hacer.
07. Eran incontables las lunas que brillaban sobre sus azoteas, o los mil soles espléndidos que se ocultaban tras sus muros.
08. Como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer.
09. Algunos temas puedo enseñároslos yo. Otros los aprendéis de los libros. Pero hay cosas que, bueno, hay que verlas y sentirlas.
10. Se sentía perdida entonces, como si fuera la única superviviente de un naufragio y se hallara en el agua sin tierra a la vista, sola ante la inmensidad del mar.
11. El viento arranca una nueva lluvia de arena de las leves pendientes. Se oye entonces un sonido semejante a un cántico... Es la fricción de los granos entre sí. Escucha.
12. Nunca dejaría una huella indeleble, como habían hecho sus hermanos, porque el corazón de su madre era como una playa donde las huellas de Laila se borrarían siempre bajo las olas de su dolor, que crecían y se estrellaban contra la arena, una y otra vez.
13. Parece casi increíble que la vida de todos los afganos esté marcada por la muerte y un sufrimiento inimaginable. Y, sin embargo, también veo que la gente encuentra el modo de sobrevivir y seguir adelante.
14. Cometió un acto terrible. Contra sí misma, contra ti, y también contra Alá. Él la perdonará, pues Él todo lo perdona, pero a Alá le entristece lo que hizo. Él no aprueba que se quite la vida, ni la de los demás, ni la de uno mismo, pues para Él la vida es sagrada.
15. Breves estallidos de luz cegaron sus ojos, como estrellas plateadas que explotaran junto a ella. En la luz vio extrañas formas geométricas, gusanos, objetos con forma de huevo que se movían arriba y abajo y de lado a lado, fundiéndose unos con otros, separándose, transformándose en otra cosa antes de desvanecerse, dando paso a la negrura.
16. ¿Por el miedo a desprestigiarme? ¿A mancillar mi supuesto buen nombre? Qué poco me importa todo eso después de todas las pérdidas y las cosas terribles que he visto en esta maldita guerra. Pero ahora ya es demasiado tarde, por supuesto. Tal vez sea ése el castigo reservado a los duros de corazón: comprenderlo todo cuando ya nada se puede hacer.
17. Sé que aún eres pequeña, pero quiero que lo sepas y lo comprendas desde ahora -le dijo un día-. El matrimonio puede esperar; La educación no. Eres una niña muy, muy inteligente. De verdad, lo eres. Puedes llegar a ser lo que tú quieras, Laila. Lo sé. Y también sé que, cuando esta guerra termine, Afganistán te necesitará tanto como a sus hombres, tal vez más incluso. Porque una sociedad no tiene la menor posibilidad de éxito si sus mujeres no reciben educación, Laila. Ninguna posibilidad.
18. Acaban de hacer el amor. Tariq está tumbado junto a ella con la cabeza apoyada en su pecho y el brazo rodeándole el vientre. Las primeras veces que lo intentaban, tenían problemas. Él no hacía más que disculparse y Laila no hacía más que tranquilizarlo. Aún tienen problemas, pero no son físicos, sino logísticos. La casita que comparten con los niños es pequeña. Los pequeños duermen en catres, justo al lado, de modo que el matrimonio no disfruta de mucha intimidad. La mayoría de las veces, Laila y Tariq hacen el amor en silencio, con pasión muda, controlada, completamente vestidos bajo la manta por si los interrumpen los niños. Siempre se preocupan por el ruido de las sábanas y el crujido de los muelles. Pero ella sobrelleva de buen grado todos esos temores, con tal de estar junto a Tariq. Cuando hacen el amor, Laila se siente apoyada, protegida. Se disipan sus temores de que esa nueva vida sea sólo una bendición temporal, de que pronto se haga nuevamente pedazos.