Frases de El mar, el mar - 3

31. Qué interesante, es revelador lo fácil que resulta asustar a la gente, desconcertar a alguien, perseguirlo y aterrorizarlo hasta hacerle perder la cabeza y convertir su vida en una pesadilla. No es de extrañar que florezcan los dictadores.


32. Qué diferente es cada muerte, y sin embargo nos conduce al mismo país, a esa comarca que tan raras veces habitamos, donde vemos la insignificancia de lo que durante largo tiempo hemos perseguido, de lo que tan pronto volveremos a perseguir.


33. El logro final es la renuncia absoluta de la magia misma, el fin de lo que tú llamas superstición. Pero eso, ¿Cómo sucede? La condición de bueno significa renunciar al poder y actuar negativamente sobre el mundo. Los buenos son inimaginables.


34. El mar estaba sumido en la oscuridad, bajo las estrellas, y estas parecían moverse, rotar con el universo, con una especie de crepitación, pero ahora ya no había ningún fenómeno ni estrellas fugaces que los sentidos humanos pudieran percibir, ni concebir siquiera.


35. Naturalmente este diario de chismes es una fachada, el equivalente literario del cotidiano rostro sonriente tras el cual se ocultan los íntimos estragos de los celos, el remordimiento, el miedo y la conciencia de un irredimible fracaso moral y sin embargo tales ficciones no sólo consuelan sino que pueden llegar a producir un cierto sustitutivo del coraje.


36. En cambio el teatro, incluso en lo que tiene de más "realista", está conectado con el nivel en el cual -y con los métodos mediante los cuales- decimos nuestras mentiras cotidianas. Tal es el sentido en el que el teatro "ordinario" se parece a la vida, y los dramaturgos son repugnantes mentirosos, a menos que sean muy buenos.


37. Las emociones existen realmente en el fondo de la personalidad, o en su cima. En la zona intermedia se representan. Por eso el mundo entero es un escenario, por eso el teatro es siempre popular y por eso existe; por eso es como la vida, y lo es aunque sea también la más vulgar y escandalosamente artificiosa de todas las artes.


38. El mar que se extiende ante mí mientras escribo, más que destellar, resplandece bajo el suave sol de mayo. Con el cambio de marea, se recuesta calladamente contra la tierra, casi sin huella de ondas ni espuma. Próximo al horizonte es de un púrpura suntuoso, marcado por líneas irregulares de verde esmeralda. En el horizonte es índigo. Cerca de la playa, donde la visión se da enmarcada por amontonamientos de desiguales rocas amarillas, hay una franja de verde más pálido, helado y puro, menos radiante y sin embargo opaco, no transparente. Estamos en el norte, y la luz brillante del sol no puede penetrar en el mar. Allí donde el agua golpea suavemente sobre las rocas sigue siendo una superficie de color, como una piel. El cielo sin nubes es muy pálido en el horizonte índigo, que le pone un leve trazo de plata. Su azul se intensifica y vibra hacia el cenit. Pero el cielo parece frío, hasta el sol parece frío.

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