Disfruta de estas 7 frases de "Algo sobre la muerte del Mayor Sabines"... Libro dedicado a su padre, donde el escritor nos habla de la muerte de su padre, pero más que eso, también de la importancia que tuvo éste en su vida.
Índice
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "Algo sobre la muerte del Mayor Sabines", de Jaime Sabines son: relación padre-hijo, secretos de familia, amistad.
Frases de "Algo sobre la muerte del Mayor Sabines"
01. Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nada y estar en todas partes en secreto.
02. Déjame reposar, aflojar los músculos del corazón y poner a dormitar el alma para poder hablar, para poder recordar estos días, los más largos del tiempo.
03. ¡A la chingada la muerte!, dije, sombra de mi sueño, perversión de los ángeles, y me entregué a morir como una piedra al río, como un disparo al vuelo de los pájaros.
04. Es un mal sueño largo, una tonta película de espanto, un túnel que no acaba lleno de piedras y de charcos. ¡Qué tiempo éste, maldito, que revuelve las horas y los años, el sueño y la conciencia, el ojo abierto y el morir despacio!
05. Te enterramos ayer. Ayer te enterramos. Te echamos tierra ayer. Quedaste en la tierra ayer. Estás rodeado de tierra desde ayer. Arriba y abajo y a los lados por tus pies y por tu cabeza está la tierra desde ayer. Te metimos en la tierra, te tapamos con tierra ayer. Perteneces a la tierra desde ayer. Ayer te enterramos en la tierra, ayer.
06. Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas, por eso es que este hachazo nos sacude. Nunca frente a tu muerte nos paramos a pensar en la muerte, ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría. No lo sabemos bien, pero de pronto llega un incesante aviso, una escapada espada de la boca de Dios que cae y cae y cae lentamente. Y he aquí que temblamos de miedo, que nos ahoga el llanto contenido, que nos aprieta la garganta el miedo.
07. Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos, poco a poco te acabas. Yo te he ido mirando a través de las noches por encima del mármol, en tu pequeña casa. Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas, otro día sin garganta, la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose, tronchando obscuramente el trigal de tus canas. Todo tú sumergido en humedad y gases haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma, cada vez más igual tu carne que tu traje, más madera tus huesos y más huesos las tablas. Tierra mojada donde había tu boca, aire podrido, luz aniquilada, el silencio tendido a todo tu tamaño germinando burbujas bajo las hojas de agua (Flores dominicales a dos metros arriba te quieren pasar besos y no te pasan nada).