Se crea el pecado al mismo tiempo que se inventa el profesional responsable de expiarlo.
Nunca adivino. Se trata de un hábito destructivo que choca con la lógica del profesional.
Mi vida profesional ha sido un registro constante de desilusiones, y muchas cosas que le parecen maravillosas a las personas del público, son lugares comunes de mi profesión.
La crítica literaria profesional de los periódicos y demás, en general, salvo honrosas excepciones, es de muy mala calidad y casi nunca te enseña nada.
A esta altura de mi vida, me gustaría que la gente también me reconociera por mi poesía. Aunque escribo sólo imágenes aisladas o cartas, que en todo caso son desahogos, desearía que con el tiempo se convirtieran en el saldo de mi vida profesional.
Creo que el principal escalón de mi vida profesional no lo he subido todavía.
Cuando estoy triste o preocupado por algo profesional, lo digiero, lo asumo, porque no hay una vida paralela en la que puedas practicar y después, si te gusta, lo pasas para la otra. Los problemas y los momentos malos, trato de asimilarlos para crecer y seguir adelante.
Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio... No se identifican con su profesión.
Un artista no sólo se explica por sus éxitos, sino también por aquellos momentos en los que las cosas le van mal, y esto es lo que te hace crecer como profesional. El éxito te envanece, te vuelve un poco loco. Sin embargo, cuando llega el fracaso te pone en tu sitio, le quitas importancia a las cosas.
[Sobre la vocación] ¡Es que es vocacional! No he querido ser otra cosa en mi vida; bueno, sí, madre, y lo he sido. Creo que he conseguido casi todo lo que me he propuesto en esta vida, sobre todo a nivel profesional, pero nunca dejaría de hacer teatro. Es maravilloso poder interpretar otras vidas.
La escritura es un oficio y no difiere sustancialmente de ninguna otra práctica profesional donde uno le pone horas y empeño y se esfuerza hasta donde el cerebro alcanza. Así día tras día, mes tras mes, hasta que se concluye el trabajo.
(...) Quizás valga la pena no esperar nada. Esforzarnos mucho y aceptar lo que obtengamos como resultado. No es la fórmula del éxito, pero sí es una disciplina que te puede convertir en un profesional.