01. Toda obra seria de ficción es autobiográfica. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
02. Comete tus errores, arriésgate, parece tonto, pero continúa. No te congeles. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
03. Ve, busca...Y nos encontrarás ardiendo en la noche. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
04. El mundo feliz no existe. El afán no tiene fin. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
05. No hace falta el álgebra donde dos y dos son cinco. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
06. Creía que las montañas cercaban el corazón del mundo. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
07. Un hombre debería revolver media biblioteca para escribir un solo libro. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
08. Tengo que ver una cosa mil veces antes de verla una vez. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
09. Hablas como si pensaras que somos gente rica. Los mendigos no pueden elegir. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
10. Aquel que se deja prostituir por la moda se prostituirá por el tiempo. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
11. Las montañas...Han sido sede tradicional de la libertad. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
12. Entonces, por primera vez, pensó en la soledad de la tierra en que moraba. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
13. La mayoría de las veces que creemos estar enfermos, solo lo estamos en nuestra mente. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
14. Y así se extendieron sus fronteras en un mundo encantado, en una fabulosa y solitaria maravilla. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
15. Su enemigo era el tiempo. O tal vez fue su amigo. Uno nunca sabe con seguridad. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
16. Ten paciencia y creencia, porque la vida es muchos días, y cada hora presente pasará. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
17. El exquisito olor del sur...De árboles empapados y de tierra después de una fuerte lluvia. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
18. No quería una explicación de sus fantasmas y sus maravillas. La magia era la magia. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
19. No había aprendido que uno no puede ser realmente superior sin humildad, tolerancia y comprensión humana. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
20. Algunas cosas nunca cambiarán. Algunas cosas siempre serán iguales. Inclina tu oreja sobre la tierra y escucha. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
21. No quería una tierra de ficción, sino que su fantasía se extendía hasta convertirla en realidad. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
22. El béisbol es un juego aburrido, de verdad, esa es la razón por la que es tan bueno. "No podéis ya regresar" (1940), Thomas Wolfe
23. Creía que el suceso inevitable nacía del caos del accidente en el momento inexorable, como sumando de su vida. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
24. (...) Había perdido toda su esperanza, su fe y su confianza, para ser obscenamente torturado por demonios disfrazados con carne humana. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
25. Somos la suma de todos los momentos de nuestras vidas; todo lo nuestro está en ellos: no podemos eludirlo ni ocultarlo. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
26. Su cerebro se estremecía de terror. Se veía como un extraño inarticulado, como un divertido y pequeño payaso. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
27. El novelista puede tener que estudiar a la mitad de la gente de una ciudad para crear un solo personaje de su novela. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
28. Quería fantasmas viejos; no fantasmas indios, sino fantasmas de punta en blanco, espíritus de antiguos reyes, damas a caballo con altos sombreros cónicos. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
29. Ficción no es realidad, pero la ficción es una realidad seleccionada y asimilada, la ficción es una realidad ordenada y provista de un designio. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe
30. En la obsesionante eternidad de estas montañas, inmersa en su enorme copa, encontró una población de cuatro mil almas, desperdigadas en cien montículos y depresiones. "El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe