01. Al cabo de un rato, Chibi regresó solo y mi mujer le preguntó: "Fanguito es amiga tuya, ¿verdad?". "El gato que venía del cielo" (2001)
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02. Tenía la impresión de que las palabras ni siquiera se tomaban la molestia de formarse. "El gato que venía del cielo" (2001)
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03. Para mí Chibi es un amigo que me comprende, un amigo con apariencia de gato. "El gato que venía del cielo" (2001)
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04. Entraba hasta lo más profundo de la casa, hasta el fondo mismo de nuestros corazones... "El gato que venía del cielo" (2001)
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05. La escena de mi mujer apartando la cortina para espiar al gato era digna de contemplar. "El gato que venía del cielo" (2001)
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06. Todos los muebles habían desaparecido, era un lugar vacío donde solo habitaban sombras. "El gato que venía del cielo" (2001)
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07. Tan blanco, tan pequeño, como un pájaro con los ojos bien abiertos que a pesar de todo se golpea contra un faro. "El gato que venía del cielo" (2001)
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08. Los precios del suelo, disparados desde mediados de la década de los ochenta, empezaron a desinflarse a partir de la primera mitad de los noventa. El otoño en el que la abuela puso la casa en venta, la crisis ya era un hecho irrefutable. En agosto de 1991 el hundimiento de la economía había rebasado ampliamente las expectativas y el país entero se sumió en un estado de pánico. "El gato que venía del cielo" (2001)
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09. Para escapar del escrutinio de la abuela, Chibi se refugiaba en nuestra casa. Por mi parte, empecé a comprender la psicología de los enamorados de los gatos. Por mucho que me fijase en los que salían en la tele, por mucho que hojeara calendarios o revistas, no encontraba uno solo que superase a Chibi en finura. No obstante, y a pesar de que la convicción de que se trataba de un gato excepcional se apoderó de nosotros, no nos pertenecía. "El gato que venía del cielo" (2001)
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10. Arrebatado por el entusiasmo, el niño jugaba a menudo en la zona donde el sendero giraba sin dejar de proferir en ningún momento unos gritos agudos. Rara vez tenía ocasión de cruzarme con él, dado que nuestro ritmo de vida era muy distinto: yo solía quedarme hasta la medianoche inclinado sobre la mesa de trabajo. Sin embargo, un día se escuchó: " ¡Quiero quedarme con el gato! ". La voz que manifestaba con toda claridad la voluntad infantil franqueó el muro y llegó hasta la mesa donde disfrutábamos de un desayuno tardío. Unos días antes, había visto a un gatito que iba y venía a saltitos por el minúsculo jardín del pabellón, que solo servía para tender la ropa, y al escuchar la voz del niño no pude evitar una sonrisa. Cuando más adelante lo pensé, comprendí que fue en ese instante cuando todo se desencadenó. "El gato que venía del cielo" (2001)
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11. Hasta allí prodigaban su exuberancia, y la infinita hojarasca de finales de otoño tenía el efecto de arrancar suspiros a la anciana propietaria. "El gato que venía del cielo" (2001)
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