Frases de Junichiro Tanizaki (página 2 de 3)
23. Siempre declinaba la sugerencia alegremente, como si tuviera demasiado orgullo para aceptar la oferta, como si la última cosa que deseara fuese depender de los demás. "Las hermanas Makioka" (1936)
24. Uno es capaz de llorar a cántaros hasta en una miserable obra de teatro. Las lágrimas no prueban de ninguna manera la honestidad o el afecto. "Historia de la mujer convertida en mono" (1918)
25. Creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por yuxtaposición de diferentes sustancias. "El elogio de la sombra" (1933)
26. (...) Pero, por encima de todo, había empezado a comprender que volverle celoso era la manera de hacerle feliz, y que ése era el deber de una "esposa modélica". "La llave" (1956)
27. Se ha dicho que la cocina japonesa no se come sino que se mira; en un caso así me atrevería a añadir: se mira, ¡Pero además se piensa! "El elogio de la sombra" (1933)
28. Y sabía, también, que cuando una persona llega a la convicción de que ya nada puede salvarla la invade una extraña calma y pierde la tensión. "Las hermanas Makioka" (1936)
29. Contrariamente a los occidentales que se esfuerzan por eliminar radicalmente todo lo que sea suciedad, los extremo-orientales la conservan valiosamente y tal cual, para convertirla en un ingrediente de lo bello. "El elogio de la sombra" (1933)
30. Sus actitudes seductoras, la audacia de su técnica, su manera de tomar la iniciativa, paso a paso, hasta el éxtasis supremo... todo esto demostraba hasta qué punto se ha abandonado al amor. "La llave" (1956)
31. (...) Cuando estallaron los incidentes con China, tomó consciencia de la necesidad de entrenar a mujeres fuertes en las que se pudiese confiar, mujeres capaces de estar junto al hombre al pie del cañón. "Las hermanas Makioka" (1936)
32. Todavía no conozco el amor. No creo que llegue a tener novio. -En el momento en que conozcas a la persona de la que te estoy hablando, conocerás el amor. Ése es tu destino. "Historia de la mujer convertida en mono" (1918)
33. (...) No era el de siempre, tímido y flojo, sino un hombre lo bastante potente para satisfacer la lujuria de Ikuko. Pensé que, a partir de entonces, tendría que hacerla beber más a menudo. "La llave" (1956)
34. Con cada año que pasa yo me hago más sensible a una tristeza, una desolación en el otoño, una melancolía estacional, que no sé de dónde viene ni por qué. "El cortador de cañas" (1932)
35. Si Oriente y Occidente hubieran elaborado cada uno por su lado, e independientemente, civilizaciones científicas bien diferenciadas, ¿Cuáles serían las formas de nuestra sociedad y hasta qué punto serían diferentes de lo que son? "El elogio de la sombra" (1933)
36. Algunos dirán que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza auténtica. No obstante, como decía anteriormente, nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes. "El elogio de la sombra" (1933)
37. El caso es que mi padre decía lo que usted acaba de decir: Tú seguramente no entiendes la tristeza de esta noche de otoño, me decía, pero ya llegará el día en que la entiendas. "El cortador de cañas" (1932)
38. Creo que el odio, al igual que el amor, brota de una fuente mucho más profunda que el interés práctico o la conciencia moral. Yo no sabía odiar de verdad hasta que descubrí el instinto sexual. "Historia de la mujer convertida en mono" (1918)
39. Como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad, emite una irradiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, de igual manera la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra. "El elogio de la sombra" (1933)
40. En una palabra, nuestros antepasados, al igual que a los objetos de laca con polvo de oro o de nácar, consideraban a la mujer un ser insuperable de la oscuridad e intentaban hundirla tanto como les era posible en la penumbra. "El elogio de la sombra" (1933)
41. ¿Pero en qué, se preguntarán ustedes, consiste esta armonía cuando se trata de una obra que es en sí misma insignificante? Reside habitualmente en el aspecto antiguo del papel, el color de la tinta o de las resquebrajaduras del armazón. "El elogio de la sombra" (1933)
42. Durante centenares de años, desde las más antiguas compilaciones de poesías, se habían escrito poemas sobre las flores de cerezo. Los antiguos las esperaban, se entristecían cuando habían desaparecido y se lamentaban de su muerte en innumerables poemas. "Las hermanas Makioka" (1936)
43. Los únicos que conocen la verdadera soledad son los criminales. Su soledad es una lúgubre tiniebla, toda oscura, sin ningún toque de luz ni rastro de iluminación, en la cual la moral y la religión están vedadas desde el comienzo. "Historia de la mujer convertida en mono" (1918)
44. Mi marido puede escribir y pensar lo que le plazca, y yo haré lo mismo. Este año doy comienzo a mi propio diario. Una mujer como yo, que no abre su corazón al prójimo, por lo menos tiene que hablar consigo misma. "La llave" (1956)