Frases de Francisco de Quevedo - Página 4

01. Entre el clavel y la rosa, su majestad es coja.

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02. Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.

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03. La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.

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04. No hace la codicia que suceda lo que queremos, ni el temor que no suceda lo que recelamos.

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05. Lo mucho se vuelve poco con desear otro poco más.

+ Frases de Desear


06. Muchos son buenos si se da crédito a los testigos; pocos si se toma declaración a su conciencia.

+ Frases de Crédito


07. La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta no se goza.

+ Frases de Salud


08. Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y de costumbres.

+ Frases de Lugar


09. Qué plaga, qué aburrimiento, qué tedio es tener que tratarse con ellas mayor tiempo que los breves instantes en que son buenas para el placer.

+ Frases de Repugnancia


10. Quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra.

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11. Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.

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12. Todos anhelamos llegar a viejos y todos hemos negado que ya hemos llegado.

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Influencias

Autores relacionados

Félix Lope De Vega Garcilaso de la Vega Luis de Góngora Miguel De Cervantes Saavedra Pedro Calderón De La Barca

Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo

Escritor, moralista, erudito y político español, perteneciente al Siglo de Oro y una de las figuras de la literatura española más influyente.

Sobre Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo se crió rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempañaban altos cargos y trabajaban para la reina Ana de Austria.

Sus primeros estudios los curso con los jesuitas en Madrid y luego se trasladó a Alcalá, estudiando en la Universidad de Alcalá de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa su rivalidad con Luis de Góngora.

En 1606, Francisco de Quevedo se trasladó a Madrid y continuó sus estudios de teología.

Conoció al duque de Osuna y tiempo después, en 1613 lo acompaño como secretario de Estado a Sicilia (Italia), regresando en 1616 y recibiendo el hábito de caballero de la Orden de Santiago.

Con la caída del duque de Osuna (1620), la obra de Francisco de Quevedo fue prohibida y él encerrado en la Torre de Juan Abad durante tres años.

En 1632, recomendado por el conde-duque de Olivares, fue nombrado secretario real, pero sus escritos y críticas satíricas contra la corte hicieron que lo encarcelaran por segunda vez en 1639, un cautiverio más duro y despiadado en el monasterio de San Marcos.

Francisco de Quevedo estuvo alojado cinco años en una celda oscura y húmeda, más abajo del nivel del río, que daño su salud y precipitó su fin.

Atacado por dolores tremendos, casi ciego y llagado, fue absuelto y puesto en libertad en 1643, pero empobrecido física y moralmente, murió dos años después.

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