73. Su aspecto es el de alguien que en ese preciso momento se halla entregado al poder emotivo del romanticismo musical, aquel estado de un efecto misterioso y en constante aumento. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
74. Como se toma asiento en un sillón, sólo un instante, con la fingida objetividad del telediario de la noche, se ha dejado caer pesadamente dentro de la mujer. "Deseo" (1989), Elfriede Jelinek
75. La verdad es que, en nuestros días, es todavía posible encontrar numerosos criminales inocentes... Todo debería quedra definitivamente perdonado y olvidado para que todo pudiera volver a empezar. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
76. Quizá aprendan finalmente de la historia y apoyen, desde el principio, al auténtico poder, es decir, al poder capitalista, que en realidad es el único poder porque el dinero gobierna el mundo. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
77. El trabajo no representa una obligación, el hombre se realiza a través de sus actividades..Pero la verdadera realización llega cuando un hombre ha dejado de ser esclavo de otro. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
78. (...) No cree en la leyenda que dice que, cuando uno mata a seres humanos, éstos vuelven como seres perdidos, pues, según dicen, la muerte no tolera que alguien se anticipe a sus planes. "Obsesión" (2000), Elfriede Jelinek
79. No se atreven a entrar en el bar porque caerían bajo la ley de protección al menor, que divide a la humanidad en dos clases, los que pueden y los que no pueden. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
80. ¿Qué tengo que hacer ahora?, se pregunta Hans a sí mismo, siempre tiene que estar ocurriendo algo, no puede haber un punto muerto, porque es difícil salvar la situación si se pierde el ritmo. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
81. La mujer implora que por lo menos delante de su hijo, ese animal incultivado que hasta el último momento podría lanzarse sin previo aviso desde su esquina del ring, se tenga algo de precaución. "Deseo" (1989), Elfriede Jelinek
82. El amor esclaviza a la gente porque se pasan el día pensando dónde podrá estar el otro o, simplemente, ¿Por qué no está aquí? Eso le priva a uno de su autonomía, es espantoso. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
83. (...) El trabajo también le roba a uno tiempo, el tiempo en que éste se realiza, pero por lo menos uno lleva dinero a casa; este dinero se traduce en calidad de vida, si se tiene sensibilidad para ello. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
84. Los inválidos de guerra, que en otros tiempos animaron las calles, los observan con interés y recuerdan la época que pasaron en el extranjero, en calidad de enemigos, cuando todavía eran algo que ya no son. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
85. Los trastornados requieren más espacio que los humanos en versión normal, ya que no se dejan despachar con cualquier excusa y necesitan al menos un corral tan amplio como un pastor alemán de tamaño mediano. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
86. La consecuencia es que a los que no tienen nada se les deja en la nada y a aquellos que ya tienen algo se les da un poco más, y así puede llevarse a cabo una monopolización moderna. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
87. Y nos ha faltado tiempo para entregarnos a un nuevo fuhrer, voluntariamente, como si tuviésemos un año y medio de edad como mucho y no pudiésemos entender lo que nos dice. Como si no hubiese pasado nunca nada. "Obsesión" (2000), Elfriede Jelinek
88. Hace falta mucho valor para arañarle la cara a un ser que se está mirando de frente, y más para verlo reflejado en sus pupilas, porque los ojos son el espejo del alma, que, a ser posible, debería quedar incólumne. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
89. Walter Klemmer toma violentamente en sus manos a la mujer que ahora dice haber cambiado de opinión. Por favor, no más golpes. Ahora mis ideales apuntan en dirección a la reciprocidad de los sentimientos, pero Erika modifica demasiado tarde sus puntos de vista. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
90. La auténtica vida, la vida de la que se puede hablar cuando alguien pregunta, la auténtica vida es la que sucede al trabajo. Para brigitte vida y trabajo son como el día y la noche, así que aquí nos ocuparemos más del tiempo libre. "Las amantes" (1975), Elfriede Jelinek
91. Ya lo tiene todo previsto. Antes de colocarse en su interior los muebles, los anhelos y las alegrías, uno debería aspirar con la aspiradora todo lo que le trajese recuerdos del pasado. Lo mejor es volver a pintar enseguida. Y si eso no es suficiente, pintar por fuera también. "Obsesión" (2000), Elfriede Jelinek
92. Si un intelectual no consigue adecuar su mundo a la Ideología en la que se inspira, teniendo que recurrir (como Hans) a un sucio trabajo manual para sobrevivir, termina defendiendo un mundo falso que ya no es el suyo. En esta nueva era la libertad no radica en el trabajo sino en los conocimientos. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
93. La situación de los trabajadores era considerablemente peor en los años cincuenta que durante la grave crisis económica del año 1937. Esta época se inscribe dentro de los mal afamados años de la posguerra. La productividad aumentó, lo cual supuso un recrudecimiento de la explotación, mientras que los alimentos básicos sufrieron fuertes restricciones. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
94. También desaparecieron los rusos, que eran los peores, aunque normalmente no hacen nada por voluntad propia, pues prefieren someter a otros, sobre todo a mujeres, a cosas terribles, cosas que es preferible callar. Eso les divierte. Ahora que se han marchado, pueden salir a la luz los nuevos nazis y también los buenos viejos, como florecillas en tiestos grises. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
95. Pueden faltar meses todavía, muchas páginas de libro todavía hasta que el niño saque la cabeza por el bajo vientre como un gusano sale de la manzana, tal vez no lleguemos tan lejos aquí, tal vez tengamos que interrumpir antes. Pero no importa, pues ya sabemos cómo sigue. La vida sigue sin sorpresas, sino por vías ordenadas. "Las amantes" (1975), Elfriede Jelinek
96. Estos bellos ejemplares del género humano en el cine del centro de la ciudad actúan sin ningún tipo de dolor y sin la posibilidad de sentir dolor. Todo es plástico. En sí mismo el dolor no es más que una consecuencia del deseo de placer, de destrucción, de aniquilamiento y, en su forma más sublime, una forma de placer. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
97. Con la llave del portal, se adquiere el derecho a la ración diaria, y se puede tirar del clítoris o cerrar de golpe la puerta del water; la patria católico-romana se pliega, pero hace que la gente vaya a los centros de planificación familiar y se case. Y la casa tiene que encender las luces de SOS mientras la mujer es utilizada. "Deseo" (1989), Elfriede Jelinek
98. El instinto de la manada siempre lleva a valorar muy alto lo mediocre. Lo aprecia como algo valioso. Creen que son fuertes porque representan a la mayoría. En las capas medias no existen la sorpresa ni el temor. Se empujan unos contra otros para sentir la ilusión del calor. En la mediocridad nadie puede encontrarse a solas con algo, mucho menos consigo mismo. ¡Y cuan felices parecen! "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
99. (...) Tengo la sensación de que usted desprecia su cuerpo, que sólo da paso al arte, señora profesora. Dice Klemmer. Sólo le permite satisfacer sus necesidades primordiales, pero no basta sólo con comer y dormir. Señorita Kohut, usted piensa que su exterior es su enemigo y que sólo la música es su amiga. Sí, mírese en el espejo, ahí puede verse: jamás tendrá un mejor amigo que usted misma. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
100. Al final de su juventud los hombres jóvenes se llevan para casa a una mujer laboriosa y ahorradora. Final de la juventud. Comienzo de la vejez. Para la mujer, final de la vida y comienzo de la procreación. Mientras los hombres maduran y empiezan a envejecer y a darse al alcohol, conservando a sus mujeres fuertes y sin cáncer, la agonía de ellas suele durar años y años, a menudo incluso tanto que pueden presenciar la agonía de sus hijas. "Las amantes" (1975), Elfriede Jelinek
101. Quieren golpes y mucha pasión; todo eso debió vivirlo el compositor en lugar de ellos y tuvo que anotarlo minuciosamente. Quieren oír los gritos, de lo contrario tendrían que gritar constantemente ellos mismos. De aburrimiento. Los tonos grises, las diferenciaciones sutiles no están al alcance de su percepción. Y, de hecho, tanto en la música como en general en el reino de las artes, es tanto más fácil crear contrastes estridentes, oposiciones brutales. Pero esas cosas no son más que baratijas, nada más. "La pianista" (1983), Elfriede Jelinek
102. Pero el sol no hace causa común y se oculta definitivamente. En la Kochgasse sólo perduran los círculos luminosos que las lámparas proyectan desde el interior de las viviendas. Esto no quiere decir que aquello que no se ve no exista. A no ser que el pasado se perdone y se olvide seguirá existiendo. Y sigue existiendo y en él se desarrollan muchos destinos, aunque rara vez sean interesantes. Para escapar de esto, Hans se acaba de forjar un destino más interesante y en él se abre camino. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek
103. Sin ir más lejos, ayer un tren de alta velocidad descuartizó un rebaño entero de ovejas, no muy lejos de aquí, más de cuarenta animales muertos arrojados por los aires como balas de algodón, el buen pastor durmiendo la mona por ahí, únicamente el perro estaba presente en esta campaña, posibilidades de éxito: cero. Ahora el pastor debe corresponsabilizarse de los daños materiales, ¿O no creen ustedes que sea responsable, querido público televidente? Escríbannos su opinión, que precisamente en este asunto nos interesa mucho. "Obsesión" (2000), Elfriede Jelinek