01. El hambre devora casi todo el arte.
02. En algún momento consideré el suicidio, pero no les daría el gusto de matarme.
03. La superstición es la poesía de las gentes sencillas y posee también algo de fascinante.
04. No sé si no puedo dormir porque estoy tratando de recordar, o si me cuesta recordar porque no puedo dormir.
05. El cura había parado el reloj de la iglesia. Sus ruedas dentadas no debían medir el tiempo del pecado. El silencio debería acusar al pueblo.
06. En las dictaduras todo está muy desnudo, uno ve todo lo que no debe ver o aquello que en otras sociedades no está a la vista con tanta nitidez.
07. Desviamos la mirada de nuestra soledad, de nosotros mismos, y no soportamos ni a los otros ni a nosotros mismos, y los otros tampoco nos soportan.
08. "En Rusia, ella abría las piernas por un trozo de pan", decía la gente después de la guerra. Windisch pensaba entonces: "Es bonita, y el hambre duele".
09. Las casas del pueblo son limpias. Las amas de casa limpian, friegan, barren y cepillan el día entero, lo que en el pueblo se llama ser casero y económico.
10. Los patos se sumergen en el tibio lodo del estanque. En la otra orilla salen de nuevo a la superficie blancos y secos, como si no hubieran estado en ningún sitio.
11. Mucha gente piensa que hacer la maleta es cuestión de entrenamiento, que lo aprendes espontáneamente como cantar o rezar. Nosotros no teníamos entrenamiento y tampoco maleta.
12. Hay una lengua nacional y una lengua estatal. Lo que habla el Estado es esa jerga ideológica, distorsionada, rota, que se escucha por doquier en la opinión pública bajo la dictadura.