
54 frases de Zorba, el griego de Nikos Kazantzakis... Historia de un joven intelectual griego que escapa de su monótona y aburrida vida con la ayuda de Alexis Zorba, un hombre sencillo y apasionado que nos descubre su singular sentido de la libertad, el amor y el coraje.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Nikos Kazantzakis son: aprovechar cada momento, amor por la naturaleza, ambición, felicidad, fuerza de la pasión, coraje ante la adversidad, grecia, navegación a vela, aburrimiento, búsqueda de la libertad, amar con locura.
Frases de Nikos Kazantzakis Libros de Nikos Kazantzakis
Frases de Zorba, el griego Nikos Kazantzakis
01. Todo en el mundo tiene un significado oculto.
02. Solamente a los animales les está consentido que vivan para comer.
03. Hay Eternidad, aun en nuestra vida efímera; pero nos resulta difícil descubrirla solos.
04. ¿Qué misterios son los que tienen por nombre: árbol, piedra, mar, ave?
05. El alma humana es pesada, se hunde en el barro de la carne.
06. Viajamos, recorremos tierras, surcamos aguas, y a la postre no hemos asomado las narices fuera del umbral de nuestra casa.
07. Una visión violenta había cruzado mi sueño como un tajo de sable.
08. No importa que no tengas cabeza, basta que te presentes con sombrero...
09. Es una bestia feroz el joven, la juventud es inhumana y cerrada a toda comprensión.
10. La única manera de salvarte reside en la lucha por la salvación de los demás...
11. Aparentemente, ambos sentíamos apetito, pues la conversación cayó sobre los alimentos y no nos apartamos ya del tema.
12. La razón, práctica tendera, se mofa del alma como nos mofamos de las viejas agoreras y de las brujas.
13. El buen maestro no desea recompensa más brillante que ésta: la de formar un discípulo que lo sobrepase.
14. Las venas os desbordan de energía, el corazón de bondad. Así fueseis un cordero, os volvéis león.
15. La acción, maestro inactivo, la acción: no hay otra salvación posible.
16. A los veinte cometí muchas locuras, aunque no más de las que suele cometer todo el mundo a esa edad.
17. He aquí la dicha verdadera: no tener ambición alguna y trabajar como un condenado, como acosado por todas las ambiciones.
18. Y yo, que estaba convencido de que no había necesidad de nada, comprendí de repente que sentía necesidad de todo.
19. Es pecado mortal el forzar las leyes de la naturaleza. No debemos precipitarnos, ni impacientarnos, sino seguir con entera confianza el ritmo eterno.
20. Y mi espíritu, mecido por las olas, se hacía ola y sometíase, también, sin resistencia, al ritmo del mar.
21. Toda idea que obre una acción verdadera, posee también verdadera existencia. Está en la realidad. No circula invisible en el aire.
22. ¡Qué extraña máquina es el hombre! Usted le mete pan, vino, pescado y rábanos, y salen suspiros, risas y sueños.
23. El sentido de las palabras arte, amor, belleza, pureza, pasión, me lo estaba aclarando este obrero con las voces humanas más sencillas.
24. Todo el que vive los misterios, ya lo ves, no tiene tiempo para escribirlos; los que los escriben no tienen tiempo para vivirlos. ¿Comprendes?
25. Sin embargo, a ratos me embargaba un sentimiento de compasión. Compasión búdica, fría como la deducción de un silogismo metafísico.
26. ¡El hombre es una bestia! Una gran bestia...Si eres malo para con él, te respeta y te teme. Si eres bueno para con él, te arranca los ojos.
27. ¿Cómo germina una planta y da flores en el estiércol y en la inmundicia? (...) El estiércol y la inmundicia son el hombre, y la flor, la libertad.
28. ¿Qué dicen los japoneses, tus predilectos? "¡Fudoshin!" Ataraxia, calma olímpica; el rostro: máscara sonriente e inmóvil. Lo que ocurre detrás de la máscara, es asunto nuestro.
29. El día es para el trabajo -dijo-. El día es varón. La noche para la diversión. La noche es hembra. ¡No hay que mezclar una cosa con la otra!
30. Dice Confucio: "Muchos buscan la dicha más alto que el hombre; otros, más bajo. Sin embargo, la felicidad está a la altura del hombre". Es verdad. Existen, pues, tantas felicidades como estaturas.
31. Olvidáis al instante las mezquindades de la vida y toda sujeción estrecha se desgarra. En comunión con los hombres, con las bestias, con Dios, os sentís confundidos con la vida del universo.
32. Deja en paz a la gente, patrón, no les abras los ojos. Si acaso se los abrieras, ¿Qué verían? ¡La miseria propia! Déjaselos, pues, bien cerrados, para que sigan con sus sueños.