Frases de Viaje al fin de la noche - 2

29. Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza.


30. La juventud auténtica, la única, señor cura, es amar a todo el mundo sin distinción, eso es lo único cierto, eso es lo único joven y nuevo.


31. La ley es el gran Parque de Atracciones del dolor. Cuando el pelagatos se deja atrapar por ella, se le oye aún gritar siglos y más siglos después.


32. La muerte no le decía nada...Había nacido durante la guerra, época de muerte fácil. Yo sabía bien cómo se muere. Lo había aprendido. Hace sufrir atrozmente.


33. Palabras hay escondidas, entre las otras, como guijarros. No se reconocen en especial y después van, sin embargo, y te hacen temblar la vida entera, en su fuerza y en su debilidad...


34. Cuando has conseguido algunas facilidades para subsistir, aunque sea miserablemente, en determinado lugar, con ayuda de ciertos paripés, no te queda más remedio que perseverar o resignarte a cascar como un cobaya.


35. Para la conversación era un poco pesado, porque las palabras le salían con dificultad. No dejaba de encontrarlas, las palabras, pero no le salían, se le quedaban en la boca, haciendo ruidos.


36. Estás como enfermo por tu deseo de saber siempre más...Eso es todo...En fin, debe de ser ése tu camino...Por ahí, solo...El viajero solitario es el que llega más lejos...


37. Por los olores es como acaban las personas, los países y las cosas. Todas las aventuras se van por la nariz. Cerré los ojos, porque, la verdad, ya no podía abrirlos. Entonces el acre olor de África, noche tras noche, se esfumó.


38. Mis sentimientos hacia ellos seguían siendo los mismos. Pese a todo, sentía como un deseo de intentar comprender su brutalidad, pero más ganas aún tenía de marcharme, unas ganas enormes, absolutas: de repente todo aquello me parecía consecuencia de un error tremendo.


39. Por lúgubre que fuese el hospital, aun así era el único lugar de la colonia donde podías sentirte un poco olvidado, al abrigo de los hombres de fuera, de los jefes. Vacaciones de esclavo; lo esencial, en una palabra, y la única dicha a mi alcance.


40. (...) Para eso sirve, y para eso sólo, un hombre, una mueca, que tarda toda una vida en fabricarse y ni siquiera llega siempre a terminarla, de tan pesada y complicada que es, la mueca que habría de poner para expresar toda su alma de verdad sin perderse nada.


41. El sabio auténtico tarda veinte buenos años, por término medio, en realizar el gran descubrimiento, el que consiste en convencerse de que el delirio de unos no hace, ni mucho menos, la felicidad de los otros y de que a cada cual, aquí abajo, incomodan las manías del vecino.


42. Con las palabras todas las precauciones son pocas; parecen mosquitas muertas, las palabras, no parecen peligros, desde luego, vientecillos más bien, ruiditos vocales, ni chicha ni limonada, y fáciles de recoger, en cuanto llegan a través del oído, por el enorme hastío, gris y difuso, del cerebro. No desconfiamos de las palabras y llega la desgracia.


43. Cuando se pasa por el barrio de los ricos, al principio no se notan grandes diferencias con los demás, salvo que en él las calles están un poco más limpias y se acabó. Para ir a hacer una excursión hasta el interior mismo de esa gente, de esas cosas, hay que confiar en el azar o en la intimidad.


44. Los ricos de París viven juntos; sus barrios, en bloque, forman un pedazo del pastel urbano, cuya punta va a tocar el Louvre, mientras que el reborde redondeado se detiene en los árboles entre el puente d'Auteuil y la puerta de Ternes. Ya veis. Es el pedazo mejor de la ciudad. Todo el resto no es sino esfuerzo y estiércol.


45. Cuando no se tiene ocasión de verse con frecuencia, no se puede regañar y eso ya es una gran ventaja. Como la vida no es sino un delirio atestado de mentiras, cuanto más lejos estás más mentiras puedes añadir y más contento estás entonces, es lógico y normal. La verdad no hay quien la trague.


46. Rechazo la guerra por entero y todo lo que entraña...Yo no la deploro...Ni me resigno...Ni lloriqueo por ella...La rechazo de plano, con todos los hombres que encierra, no quiero tener nada que ver con ellos, con ella. Aunque sean noventa y cinco millones y yo sólo uno, ellos son los que se equivocan, (...), y yo quien tiene razón, porque yo soy el único que sabe lo que quiere: no quiero morir nunca.

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