Frases de Peste y cólera

Peste y cólera

30 frases de Peste y cólera (Peste et choléra) de Patrick Deville... Historia del joven médico Alexandre Yersin y su emocionante aventura pasteuriana. Iniciando su travesía por Extremo Oriente, y durante la gran epidemia de Hong Kong (1894), descubre el bacilo de la peste.

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Frases de Peste y cólera Patrick Deville

01. En estos lugares, la vida es el precio que se paga por el pecado de vivir.


02. Como todos, procura hacer de su vida una bella y armoniosa composición. Sólo que él lo consigue.


03. (...) Ve en ellos esos valores antiguos que fueron los suyos, la simplicidad y la rectitud, la calma y la mesura.


04. Ahora él es un árbol. Ser árbol, eso es una vida, una vida de no moverse.


05. Esta especie de libertad salvaje que uno disfruta no puede ser comprendida en Europa, donde todo está tan regulado por la civilización.


06. El retrato de un amigo es siempre un autorretrato, uno le atribuye las virtudes que le gustaría encontrar en el espejo.


07. Ha engendrado en sí una porteña abominación hacia los espejos y la cópula porque multiplican sin razón las existencias.


08. La paloma es algo así como la rata del cielo, una rata a la que se le hubieran atornillado unas alas antes de pintarla de gris.


09. Considero la medicina un sacerdocio, como ser pastor espiritual. Pedirle dinero a un enfermo para sanarle es un poco como decir: la bolsa o la vida.


10. Le gustan el orden y el lujo, porque el lujo significa calma. Lo peor de la detestada miseria es ser siempre importunado, no poder estar nunca solo.


11. Es un individualista, como suelen serlo los altruistas. Sólo más tarde, a fuerza de tanto amar a los hombres, uno termina por convertirse en misántropo.


12. El gusto por las matemáticas: la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos ángulos rectos. La poesía debería ser así.


13. Parece que durante el tiempo transcurrido desde que estuve en Alemania he olvidado un poco la lengua porque, en lugar de responderme, se han reído entre ellos...


14. Un hombre con traje negro de faldones y apellido bíblico, el apellido de quien guía los rebaños hacia los pastos y las almas hacia la redención.


15. Puede ser un objetivo en la vida: consumir los días en austeros estudios a la espera de que le llegue el turno y una vena reviente en su cerebro.


16. Asistí a una violenta disputa entre unos obreros y un individuo de origen alemán, creo yo, que tuvo la mala idea de hablar en su lengua nativa: casi lo matan.


17. Al avanzar en el descubrimiento de lo desconocido, el sabio se parece al viajero que alcanza cimas cada vez más altas, desde las que su vista percibe nuevas e incesantes extensiones que explorar.


18. El francés se convierte en una lengua secreta, maternal, un tesoro, la lengua de las noches, la de las cartas a Fanny. Tiene veinte años y a partir de ahora su vida transcurre sólo en alemán.


19. Por el momento, es él quien lleva una vida de privaciones. Se inscribe en el primer curso de bacteriología dictado por el profesor Cornil. Es una disciplina nueva. Durante toda su vida, Yersin escogerá cuanto haya de nuevo y de absolutamente moderno.


20. Todavía están en la época en que el hombre acaba de convertirse en dueño y señor de la naturaleza. Cuando la naturaleza no era aún una vieja frágil que hay que proteger sino un temible enemigo al que vencer.


21. Antes de que los chinos, que se creen que todo les está permitido, se permitieran poner nombres chinos a sus ciudades e incluso a su país, se podía andar por aquí con una china en el zapato sin necesidad de consultar un atlas.


22. No le da más vueltas al mundo ni al tema. Sabe que el planeta se encoge y se convierte por todas partes en lo mismo, y que muy pronto habrá que temer, como Rimbaud, encontrar "la misma magia burguesa en cualquier punto en el que posemos la maleta".


23. La Historia de las ciencias se muestra frecuentemente como un bulevar que conduce directamente de la ignorancia a la verdad, pero eso es falso. Es una red de vías sin salida en las que el pensamiento se extravía y se enreda. Una compilación de fracasos lamentables y a veces divertidos.


24. Es un hombre solo. Sabe que nada grande se ha hecho nunca en multitud. Detesta el grupo, en el que la inteligencia es inversamente proporcional al número de miembros que lo componen. El genio es siempre único. Un comité tiene la lucidez de un hámster. Un estadio, la perspicacia de un paramecio.


25. Atraviesan el trópico y de tarde en tarde aparece una isla virgen en medio de la nada, con su mechón de cocoteros, y tal parece que hubiera sido sacada del Baudelaire de los tiempos en que el verso alejandrino todavía brillaba. Una isla perezosa en la que la naturaleza ofrece árboles singulares y sabrosos frutos.


26. No haber descubierto el bacilo de la peste hubiera condenado a Yersin a morir como un explorador desconocido en medio de miles de exploradores desconocidos. Bastó un pinchazo en la punta de un dedo, como en los cuentos de hadas. Pero la vida novelesca y ridícula de los hombres es siempre así. Ya curen la peste o mueran de gangrena.


27. Frecuentemente, siempre que no se haya contraído ni una ni otra, se confunde la peste con la lepra. Durante la gran peste de la Edad Media, la peste negra, fueron veinticinco los millones de muertos que contabilizar por la demografía. La mitad de la población europea diezmada. Ninguna guerra había causado todavía semejante hecatombe. La dimensión de la plaga fue metafísica, expresión de la ira divina, del Castigo.


28. Él, que sabe lo que son los hombres por dentro de su saco de piel, está sentado delante del mar y del horizonte y es consciente de que sus células desaparecen, o se replican menos y a menor velocidad, cada vez con más errores o más ruidos en ese mensaje del ácido desoxirribonucleico que todavía se desconoce. Pero sabemos desde Pasteur que nada nace de la nada y que todo lo que vive debe morir.


29. Era como si su vida respondiera a una profecía pasteuriana, hasta que el azar, privándole de una estufa en Hong Kong, le hizo descubrir a temperatura ambiente el bacilo antes que Kitasato, desorientado por haber realizado su estudio a la temperatura del cuerpo humano. Era como si el descubrimiento mismo no fuera sino la ilustración de una frase escrita por Pasteur mucho antes: "En el campo de la observación, el azar sólo favorece a los espíritus preparados".


30. De vez en cuando, las viejas heridas del combate con Thouk, la lanzada entre las costillas y el pulgar amputado, se le despiertan. Sus piernas ya no le sostienen. Está sentado en su mecedora. En lo hondo de su viejo cerebro resuena la frase de Pasteur, como una exhortación: "Si pasara un día sin trabajar, me sentiría como si hubiera cometido un robo". Yersin tiene una última idea. La observación de las mareas. Él terminará su feliz vida de solitario en medio de la simplicidad de los días, con una insaciable curiosidad.

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