
43 frases de Nuestra Señora de París (Notre-dame de paris) de Victor Hugo... La gitana esmeralda es acusada injustamente de la muerte de su amado y condenada al patíbulo. Quasimodo, campanero de Nuestra señora de París, la salva y le da asilo en la catedral.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Victor Hugo son: parís, arquitectura, desesperación, amor inquebrantable, falsa acusación, escapar.
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Frases de Nuestra Señora de París Victor Hugo
01. La imprenta matará a la iglesia.
02. Los grandes acontecimientos tienen consecuencias incalculables.
03. Somos lo suficientemente feos para hacer bonitas muecas.
04. El arquitecto es el tiempo. El albañil el pueblo.
05. Posees la más hermosa fealdad que vi jamás.
06. ¡Y yo que había venido a ver caras y solo he visto espaldas!
07. Al orgullo va siempre pisándole los talones la ruina y la vergüenza.
08. El infierno en donde estés será mi paraíso, pues tu presencia es encantadora.
09. Toda boca de sabio que cumplimenta a otro sabio es un vaso de hiel enmelada.
10. (...) De esta forma, y hasta Gutenberg la arquitectura es la escritura principal, la escritura universal.
11. La clemencia es la más hermosa de las virtudes reales, que rompe las corrientes de la cólera.
12. (... ) Los cumplidos que de la boca de un sabio se dirigen hacia otro sabio no son sino un vaso de hiel endulzada.
13. Soy poeta. Los de mi profesión paseamos nuestra melancolía por las calles, de noche y esta noche iba paseando por allí.
14. Yo te amo. No me digas nada. No abras la boca si es para decirme que me odias pues estoy decidido a no oírlo.
15. Aunque me arrancase del pecho, no palabras sino el corazón y las entrañas, para deciros que os amo, ¿Todo sería inútil?
16. ¿Así que eres tú? ¡Por eso me saltaba el corazón cada vez que pasabas por aquí! ¡Y yo que creía que eso era odio!
17. Y así el verbo estaba encerrado en el edificio, pero su imagen estaba en su envoltura como un rostro humano está sobre el sarcófago de una momia.
18. Solo se puede contener una cierta cantidad de desesperación. Cuando la esponja está empapada, el mar puede pasar sobre ella sin hacer penetrar una lágrima más.
19. El exceso de dolor como el exceso de alegría es algo violento que dura poco. El corazón humano no puede permanecer demasiado tiempo en ninguno de esos extremos.
20. Sí; era feliz o, al memos, creía serlo. Era puro y mi alma estaba llena de una claridad transparente. No había nadie más orgulloso y radiante que yo.
21. Pues, aunque no se crea en nada, hay momentos en la vida en que uno siempre se acoge a la religión del templo que más a mano se tiene.
22. La arquitectura ha sido el gran libro de la humanidad, la expresión principal del hombre en sus diferentes estados del desarrollo, sea éste bajo la forma de la fuerza o de la inteligencia.
23. (... ) No era capaz de entender que un ser tan torpemente esbozado pudiera existir en realidad. Sin embargo había en él, repartidas, tanta tristeza y tanta dulzura que empezó a acostumbrarse a aquella fealdad.
24. Existen, para todos nosotros, ciertos paralelismos entre nuestra inteligencia, nuestras costumbres y nuestro carácter, que se desarrollan sin interrupción y no se rompen más que en las grandes perturbaciones de la vida.
25. Entonces, lleno de piedad, se consagró apasionadamente a su hermano; circunstancia extraña y dulce esta de los afectos humanitarios en alguien que, como él, sólo se había hasta entonces preocupado por los libros.
26. No sé qué hacedor de estadísticas ha calculado que colocando uno sobre otro todos los volúmenes salidos de la imprenta, desde Gutenberg, se llenaría el espacio existente entre la tierra y la luna.
27. El corazón humano (... ) no puede aguantar más que un cierto grado de desesperación. Cuando la esponja está ya totalmente empapada, el mar puede cubrirla pero sin añadirle ni una lágrima más.
28. (...) Esto matará a aquello. El libro matará al edificio. Creemos que este pensamiento tenía dos sentidos; era primeramente el pensamiento de un cura; el espanto de un cura ante una circunstancia nueva cual era la imprenta.
29. Es que el amor es como un árbol, un árbol que crece por sí mismo, que echa profundamente sus raíces por todo nuestro ser y con frecuencia sigue aún reverdeciendo incluso en un corazón destrozado.
30. Nada hay más banal que la charla de dos enamorados; se limita a una repetición continua de amor; frase musical bastante torpe a insípida para quienes la escuchan indiferentes si no va adornada con alguna floritura.
31. La arquitectura se despoja, se deshoja y adelgaza a ojos vista; se hace mezquina, se empobrece y hasta se anula. Ya no es capaz de expresar nada, ni siquiera el recuerdo del arte de lo que fue en otro tiempo.
32. Así se veía todo en aquel tiempo, sin metafísicas ni exageraciones sin cristales deformantes, a simple vista. No se había inventado aún el microscopio ni para las cosas del espíritu ni para las de la materia.
33. Pensaba en la miserable parte que le había reservado la providencia y cómo las mujeres el amor y el placer pasarían siempre de largo ante sus ojos y tendría que contentarse con ver la felicidad de los otros.
34. Ahora estaba fuera de la sociedad, fuera de la vida, pero presentía vagamente que quizás no iba a ser imposible el volver a engranarse en ella. De momento era como una muerta que tuviera en reserva una llave de su tumba.
35. ¡Así que negáis la influencia de los filtros en la sangre y de los ungüentos en el cuerpo! ¿Negáis la eterna farmacia de flores y de metales que se llama mundo, hecha expresamente para ese eterno enfermo que se llama hombre?
36. Pero yo os amo. Os aseguro que es bien cierto. ¿Acaso no se manifiesta externamente nada de ese fuego que me abrasa el corazón? ¡Ay! Estar así noche y día; sí; noche y día, ¿No merece acaso un poco de compasión?
37. Y es que una de las diferencias radicales entre las ciudades de entonces y las de ahora es que actualmente son las fachadas las que asoman a plazas y calles, mientras que entonces eran los hastiales. Desde hace dos siglos, las casas han dado media vuelta.
38. ¡Un libro se hace tan pronto cuesta tan poco y puede llegar tan lejos! ¡Cómo sorprenderse de que el pensamiento se deslice por esa pendiente! No quiere esto decir que la arquitectura no produzca aún aquí o allá un bello monumento, una obra maestra aislada.
39. La plaza del palacio, abarrotada de gente, ofrecía a los curiosos que se encontraban asomados a las ventanas, la impresión de un mar, en donde cinco o seis calles, como si de otras tantas desembocaduras de ríos se tratara, vertían de continuo nuevas oleadas de cabezas.
40. Lo que amaba sobre todo en su edificio materno, lo que despertaba su alma y le hacía abrir sus débiles alas, replegadas míseramente en su caverna, lo que a veces le hacía feliz eran las campanas. Las quería, las acariciaba, las hablaba, las comprendía.
41. También de sus ojos tristes se escapaba una mirada, una mirada inefable, una mirada profunda, lúgubre, imperturbable, fija en uno de los ángulos de la celda que no podía verse desde fuera; una mirada que parecía unir todos los pensamientos sombríos de aquel alma desesperada a no sé qué objeto misterioso.
42. No nos equivoquemos: la arquitectura está muerta, ha muerto definitivamente; muerta por el libro impreso; muerta en fin porque dura menos y es más cara que el libro. Una catedral cuesta capitales ingentes, así que imaginemos qué inversión no sería ahora necesaria para volver a escribir el libro de la arquitectura para hacer surgir de nuevo millones de edificios.
43. La catedral era para él no solamente su compañía sino su mundo, el universo entero, la naturaleza toda. No soñaba con más árboles que las vidrieras siempre en flor, ni con más sombra que la de los follajes de piedra que surgían llenos de pájaros en la enramada de los capiteles sajones, ni con más montañas que las colosales torres de la iglesia, ni con más océanos que el de París susurrando a sus pies.