Frases de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea

67 frases de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea (My sister lives on the mantelpiece) de Annabel Pitcher... Jamie, un niño de 10 años, nos cuenta la historia de una tragedia que destroza a una familia después de un ataque terrorista; y cómo cada uno se las arregla para recomponer su vida.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Annabel Pitcher son: prejuicios, racismo, alcoholismo, tolerancia, intolerancia, ser diferente, secuelas infancia infeliz, terrorismo, drama, atentado, padres divorciados, duelo psicológico.

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Frases de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea Annabel Pitcher

01. Los ojos de la señora Farmer no son de ningún color. Son más pálidos que el gris. Parecen televisores mal sintonizados en los que todo se ve borroso.


02. Tu sonrisa hace que mi alma toque el cielo. Tu fuerza me da valor para volar. Subo como una cometa, atado y libre. Tu amor hace brotar lo mejor de mí.


03. Cuando yo era pequeña, tenía cinco ositos. Edward, Roland, Bertha, John y Burt. Me encantaban todos. Sobre todo Burt, que no tenía ojos. Pero un día lo perdí. Me lo dejé en un autobús en Escocia una vez que fuimos a visitar a la abuela y nunca más lo volví a ver. Me tiré horas llorando. Pero fue un alivio llegar a Londres y tener allí mis otros osos. Desde entonces los quise más que nunca, porque faltaba uno.


04. Por los agujeros de la sábana se veían sus ojos brillantes brillantes y relucían más que las estrellas del cielo.


05. La abuela dice "La gente siempre quiere lo que no puede tener" y yo creo que es verdad.


06. Nos sentamos al pie del castaño a comernos nuestras cosas. Todo estaba oscuro menos el cielo, en el que brillaban un millón de estrellas. Parecían velas minúsculas y por una décima de segundo me pregunté si no las habrían encendido todas para Sunya y para mí y para nuestro picnic especial de Halloween. Me dolía todo el cuerpo de lo mucho que me había reído y probablemente había sido el mejor día de mi vida.


07. Miré a Sunya y los ojos le brillaban como charcos al sol. Los tenía de un marrón oscuro casi negro, y llevaba en la cabeza un velo blanco que se la cubría toda entera menos un pelo. Ese pelo flotaba muy cerca de su mejilla y era negro y liso y brillante como un hilo de regaliz. Ella era zurda y llevaba en la muñeca seis pulseras que hacían ruido al escribir. "Invéntatelo" dijo otra vez y luego me sonrió.


08. Mi tiro había entrado. Me quedé mirando el gol sin pestañear y sin moverme por si no era más que un sueño del que estaba a punto de despertarme. El sonido de caracola desapareció y pude oír los gritos y los aplausos y las ovaciones, y lo mejor es que eran todos para mí. No sé por qué me acordé del libro que había sacado de la biblioteca por error y me sentí especial y único, sin llegar a tanto como un milagro, pero tampoco demasiado lejos.


09. La ventana da al jardín de atrás, que tiene un manzano que cruje y un estanque, y además está ese alféizar ancho de verdad en el que Jas colocó un cojín. La noche que llegamos nos pasamos horas ahí sentados, mirando las estrellas. En Londres no las había visto nunca. Entre los edificios y los coches había tanta luz que no se veía nada en el cielo. Aquí sí que se ven bien las estrellas, y Jas me estuvo hablando de las constelaciones.


10. Y cuando llegó la hora de irse a la cama y el cielo estaba lleno de estrellas como cientos de ojos de gatos en un camino oscuro, papá me dio el segundo abrazo de mi vida. Fue fuerte y apretado y tranquilizador como el primero. Y cuando me tumbé en mi cama debajo de mi edredón, echando de menos a Roger, deseando que estuviera en el alféizar en lugar de bajo tierra, papá entró en mi cuarto con una taza de chocolate caliente. Me la puso en las manos y el humo me acarició la cara. Esta vez el polvo de cacao sí que estaba bien revuelto.


11. Nos sentamos en el alféizar y contemplamos las estrellas. Allí estaban los gemelos y también el león. El color plateado del cielo resplandecía todo en la nieve, convirtiendo la hierba en diamantes. "Mi horóscopo decía que hoy iba a ser un día horrible" dijo Jas. "Pero tampoco me imaginaba que fuera a ser para tanto". Su aliento hacía círculos de vaho en el cristal. En las gotitas condensadas escribió una gran J y luego su nombre, y con la misma J escribió mi nombre. Todas las letras goteaban a la vez y quedaba bastante chulo. Me dijo "Estás bien" y le dije "Sí".


12. Me alejé por la calle abajo, arrancándome las vendas de la cara y quitándome el papel higiénico del cuerpo. Una mitad de mí no quería volver a ver a Sunya, pero la mitad más grande quería que corriera detrás de mí y me preguntara "Qué te pasa". Llegué a una esquina. Si daba cinco pasos más, habría desaparecido de su vista. Frené de inmediato y traté de no mirar atrás, pero mi cuello no obedecía a mi cerebro. Antes de que pudiera evitarlo, mi cabeza se había vuelto en redondo y allí estaba Sunya, corriendo detrás de mí. Dijo "Es que tienes miedo, Spiderman. Los superhéroes no huyen de esa manera".


13. "Fue amor a primera vista" añadió volviéndose a mirarme, las piernas quietas de pronto. Todas las preguntas que quería hacerle se evaporaron de mi cerebro como el vapor que hemos estudiado en Ciencias. "Amor a primera vista" repetí y Sunya asintió, y luego sonrió, antes de saltar del árbol al suelo.


14. Es verdad, los cadáveres me ponen del revés. Está feo decirlo, pero si Rose tenía que morirse, me alegro de que la encontraran en pedazos. Habría sido mucho peor que estuviera debajo de la tierra, rígida y fría, con exactamente el mismo aspecto que la niña de las fotos.


15. Salí del colegio y el cielo estaba turquesa y el sol enorme y dorado. Parecía una pelota de playa inmensa flotando en un mar de un azul perfecto. Tuve la esperanza de que aquel sol fuera lo bastante fuerte para llegar hasta debajo de la tierra. Esperaba que Roger sintiera en su cuerpo el calorcito. Esperaba que no tuviera miedo ni se sintiera solo en su tumba.


16. Por encima de nuestra casa había miles de estrellas y ninguna nube, y la luna estaba bien gorda. Parecía un plato de leche y se la enseñé a Roger. Me había seguido afuera y estaba sentado en mi regazo, contemplando el cielo con sus inteligentes ojos verdes. Ni él ni yo podíamos dormir y me alegré de tenerlo allí haciéndome compañía.


17. Y yo me reía también y los ojos se me humedecieron por primera vez en cinco años. Y me pregunté si no sería a eso a lo que se refería la orientadora cuando dijo "Un día te vendrá de golpe y entonces llorarás". Aunque, no sé por qué, no creo que se refiriera a llorar de risa.


18. Yo soy Leo y mi símbolo es el león. Jas se puso de rodillas sobre el cojín y me lo señaló por la ventana. No parecía mucho un animal, pero Jas me dijo que siempre que tenga algún problema tengo que pensar en ese león de estrellas que está ahí arriba, y todo irá bien.


19. Hubo un momento en que íbamos derechos hacia el sol y el coche se llenó de esa luz amarilla anaranjada y dentro hacía calor, como si estuviéramos dentro de una yema de huevo o algo así. Y todo estaba bonito y por todas partes había esperanza y yo de golpe no me aguantaba de ganas de subirme al escenario.


20. Salió corriendo del colegio y se fue andando por la calle a todo lo que daba. Yo me resbalé mientras intentaba alcanzarla. Cuando me oyó gritar su nombre, se paró y se dio la vuelta. Se le veía la cara muy morena bajo los copos de nieve y estaba tan guapa que me olvidé de lo que iba a decir.


21. Yo tenía una pregunta más y ésa era aún más difícil de hacer. El mundo giró más rápido, los coches y la gente y los edificios en una nebulosa mareante alrededor de mamá y de mí. "La camiseta" empecé, con los ojos en un charco del suelo. "Ah, sí" dijo ella. "Quiero decir". Sonrió.


22. La abuela dice que la gente se pone verde de envidia. A mí no me lo parece. El verde es la calma. El verde es la salud. El verde es limpio y fresco, como la pasta de dientes de menta. La envidia es roja. Hace que te hierva la sangre y que sientas fuego en el estómago.


23. Abrí la puerta de atrás y salí al jardín. Noté la hierba escarchada entre los dedos de los pies y el aire me hacía cosquillas en la piel. Millones de estrellas titilaban como las piedras preciosas del anillo de boda de mamá. Apuesto a que ya no lo lleva. Contemplé el cielo y levanté el dedo corazón, por si acaso Dios me estaba mirando.


24. Quería haberle dicho "qué valiente eres" y haberle dicho "gracias". Sobre todo me habría gustado preguntarle si todavía tenía mi anillo de Blue-Tack, pero se me atascaron las palabras en la garganta como aquel hueso de pollo que me tragué cuando tenía seis años. A Sunya no pareció importarle. Me sonrió y sus ojos centellearon y señaló con el dedo a la tela que llevaba en la cabeza y salió corriendo.


25. A veces me olvido de que Rose era su gemela y de que se pasaron diez años juntas, o diez años y nueve meses si se cuenta el embarazo. Me pregunto si estarían mirándose la una a la otra cuando estaban en la tripa de mamá.


26. El tiempo se volvió demasiado lento y demasiado rápido, las dos cosas a la vez, y allí estábamos ya delante de mamá y en el espacio que nos separaba había tal cantidad de sentimientos explotando que el aire crujía como el arroz hinchado de los Krispies.


27. Me olvidé de todo menos de mi hermana y de la letra de la canción. Por primera vez entendí lo que decía y me entró un sentimiento de valor que parecía que tenía al león del cielo en algún lugar dentro del pecho.


28. "Lo vamos a hacer juntos" murmuró papá y se sacó la cosa pequeña del bolsillo. La urna dorada. "Lo vamos a hacer juntos". (...) Papá soltó las cenizas. No les dijo adiós. Esta vez no lo necesitaba. Rose se había ido hacía mucho tiempo.


29. Dentro había un cuaderno de dibujo y unos lápices muy chulos, los más bonitos que he visto en mi vida. "Te dibujo a ti lo primero" le dije. Sacó la lengua y se puso bizca. "Vale, pero me tienes que dibujar así".


30. Mamá estaba en la cocina pintando pero entre las lágrimas no veía los colores. Pintó por error un corazón negro como el carbón. Se lo dije y cogí un pincel y le pinté el borde del rojo más fuerte.


31. "Tu madre" dije mirando a nuestro alrededor no fuera a ser que nos estuviera vigilando. "Ha dicho que yo no traigo nada bueno". Sunya se enganchó de mi brazo y me echó una sonrisa. "Las madres y los padres no se enteran de nada".


32. Jas lee el horóscopo y hay gente que lee la mano y gente que lee los posos del té para predecir el destino. Examiné entornando los ojos aquellos grumos de cacao en polvo pero no me revelaron nada de mi futuro.

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