Frases de Luces de neón - 2

23. Le pides perdón. Te disculpas. Dices que tienes muchas cosas en la cabeza. Tu memoria es un desastre para las cosas pequeñas. Puedes decirle la fecha del hundimiento de la Armada Invencible pero no el saldo de tu cuenta corriente.


24. Esta chica es el paradigma de tu problema: por alguna razón, tienes la esperanza de encontrarte con el tipo de chica que no es el tipo de chica que estaría en un lugar como éste a estas horas de la madrugada.


25. Estás cansado de Nueva York, de la vida nocturna, de las mujeres de cabeza rapada. Tu presencia aquí sólo sirve para vivir una experiencia hasta el límite, que te aclara múltiples aspectos de lo que no es tu personalidad.


26. Otros amigos tuyos se preocupan por ti y les gusta hablar de intimidades. Últimamente los eludes. Tu espíritu se halla en un estado tan caótico como tu apartamento, y hasta que no pongas un poco de orden no quieres que nadie lo visite.


27. El objetivo vital de Tad es divertirse más que nadie en Nueva York, y esto implica bastante movimiento, ya que uno siempre tiene la sensación de que el lugar en donde no está siempre es más divertido que aquel en donde está.


28. Y sigues pensando que, con un poco de práctica, aprenderás a disfrutar de las relaciones superficiales y dejarás de buscar el Consuelo Definitivo para tus penas. Aceptarás que la felicidad se alcanza a través de pequeños incrementos de placeres superficiales.


29. Cuando abres los cajones de tu escritorio comprendes que podría llevarte toda la noche. Hay una infinita cantidad de cosas acumuladas: legajos, archivadores, correspondencia laboral y personal, galeradas, cajas de cerillas, libros, hojas sueltas con direcciones y números de teléfono, borradores de cuentos y poemas escritos por ti.


30. Un momento ideal para hacerte el harakiri, si fueras un samurái japonés. Escribirías un poema de despedida sobre los cerezos en flor y la fugacidad de la juventud, envolverías la espada en seda blanca, te la clavarías y empujarías hacia arriba, a través de tus intestinos.


31. Finalmente salís por la escalera a la calle. Piensas en los discípulos de Platón saliendo de la caverna, del sombrío mundo de las apariencias al de las cosas reales, y te preguntas si sería posible un cambio así en tu vida. Estar con una filósofa estimula a pensar.


32. Entonces llegó el diagnóstico de la enfermedad de tu madre y todo cambió...Tu madre nunca dijo que la haría feliz verte casado, pero estabas tan ansioso por complacerla que hubieras caminado sobre brasas, te hubieras cortado los brazos por ella... Querías verla feliz. Y ella quería verte feliz a ti.


33. Nada parece atraerte hasta que consideras la idea de escribir un poco. Se supone que el sufrimiento es la materia prima de todo arte. Podrías escribir un libro. Sientes que, si tan sólo pudieras sentarte frente a la máquina de escribir, podrías darle forma a lo que ahora parece meramente una serie de desastres en cadena.


34. De allí vais a la verdulería. ¿Por qué todos los verduleros de la ciudad son coreanos? Rozagantes hortalizas de colores resplandecen entre las verdes legumbres. Te preguntas si los tipos combinan sus productos a base de secretas reglas orientales de control mental. Quizá sepan que la vecindad de los rojos tomates con las doradas calabazas produce en los consumidores un irresistible deseo de comprar naranjas.


35. Tu información es escasa y confusa. Todo lo que creías saber resultó equivocado. Dices que eres una fuente muy poco fiable. El apela al derecho que el público tiene de saber, a tu deseo de revancha.


36. "Las cosas pasan, la gente cambia", fue lo que dijo Amanda. Para ella era suficiente. Esperabas una explicación que repartiera las culpas y te hiciera justicia. Estabas tan dispuesto a la violencia como a la reconciliación. Pero sólo has recibido una premonición del modo en que se desvanecerá tu vida, como un libro leído atropelladamente. Sólo te quedará una confusa mezcla de imágenes y emociones, en donde apenas se destaca un nombre con nitidez.

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