Frases del libro "Los últimos días de nuestros padres" de Joël Dicker

Los últimos días de nuestros padres

Disfruta de estas 28 frases de "Los últimos días de nuestros padres"... Delicada combinación entre trama bélica de espionaje, amor, amistad y una reflexión profunda acerca del ser humano y sus debilidades, a través de las vicisitudes de una unidad de los servicios secretos británicos.

Índice

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "Los últimos días de nuestros padres", de Joël Dicker son: segunda guerra mundial, ficción histórica, resistencia, espionaje, amistad, amor a la distancia, nazis.

Frases de "Los últimos días de nuestros padres"

01. Te querré. Todos los días. Todas las noches. Mañana y tarde, al amanecer y en el crepúsculo. Te querré. Toda mi vida. Siempre. Los días de guerra y los días de paz. Te querré.


02. La indiferencia es la razón misma por la cual nunca podremos dormir tranquilos; un día perderemos todo, no porque seamos débiles y nos aplaste alguien más fuerte, sino porque hemos sido cobardes y no hemos hecho nada.


03. -Luchamos por la libertad. - ¡Ya está! ¡Pim, pam! ¡La libertad! ¡Pero si la libertad es un sueño, compañero! ¡Otro sueño más! ¡Nunca seremos libres de verdad! -Entonces, ¿Por qué estás aquí? -Para serte sincero, no lo sé. Pero sé que vivo porque sueño todos los días, sueño con mi camarera, y con que estamos bien juntos. Con venir a verla durante los permisos, escribirnos cartitas de amor. Y que cuando la guerra termine, nos casaremos. Y seré tan feliz.


04. Pensaron en el destino, quizás en la suerte, pero la realidad es que el mundo es demasiado pequeño para jurar no volver a verse. Solo se pierden de vista aquellos que realmente lo desean.


05. Podía imaginarse cualquier cosa de ella: su dulzura, su bondad, sus pasiones. Era exquisita, encantadora, divertida, deliciosa, sin el menor defecto, absolutamente perfecta. Tenían de hecho los mismos gustos, las mismas ambiciones; era la mujer de sus sueños. Sí, mientras no se conociesen, podía imaginarse lo que fuera: que a ella le parecía guapo, espiritual, valiente y lleno de talento. Que le esperaba todas las noches y si se retrasaba un poco, se desesperaba por no verle llegar.


06. Fumaban al amanecer, mientras contemplaban sentados el negro cielo que bailaba sobre Inglaterra. Y Palo recitaba su poema. Al abrigo de la noche, recordaba a su padre. Sobre la colina donde se encontraban, las colillas teñían de rojo la oscuridad: habían adoptado la costumbre de venir a fumar allí a primera hora de la mañana. Fumaban para hacerse compañía, fumaban para no desesperar, fumaban para no olvidar que eran Hombres.


07. El sueño mantiene en vida a cualquiera. Los que sueñan no mueren, porque nunca se desesperan. Soñar es tener esperanzas.


08. (...) Y Palo no podía concebir que Gordo, encaprichado con las chicas, Claude el piadoso, Rana el débil, Stanislas y su ajedrez, Key el encantador, Laura la maravillosa inglesa y todos los demás no tuvieran quizás otro futuro que el horizonte de esa guerra. Ese pensamiento bastaba para dejarlo descorazonado: estaban dispuestos a sacrificar sus vidas ante las balas o ante la tortura, para que los Hombres siguiesen siendo Hombres, y ya no sabía si era un acto de amor altruista o la estupidez más grande que se les hubiera pasado por la cabeza; ¿Sabían siquiera adónde iban?


09. Deberían tener cuidado con todo, en especial con los detalles, porque no se necesitaba gran cosa para despertar sospechas (...) Un agente se había comprometido ya al pedir simplemente un café solo; el café solo era el único que se servía en los cafés, porque la leche estaba racionada.


10. Los enemigos son mortales, pero el odio no. Envenena la sangre y se transmite de padres a hijos, durante generaciones, y eso hace que no exista un fin, que los combates sean vanos. Qué importa matar al enemigo si no se termina con su instinto de odio.


11. En cuanto entraba en el pub, su corazón estallaba de nervios y de amor. Se hacía el despistado y luego buscaba a su amada con la mirada entre el gentío anónimo. Cuando por fin la veía, su corazón estallaba de felicidad. Se instalaba en la barra, y esperaba a que viniese a servirle. Preparaba frases, pero no se atrevía a hablar, porque ella le intimidaba y porque su inglés era incomprensible. Entonces pedía sin cesar, solo por tener la ilusión de un intercambio, y se dejaba toda la paga. No quería saber nada de ella porque, mientras no supiese nada, seguiría siendo la mujer más extraordinaria del mundo.


12. Suspiró de alivio y se puso a correr como un niño. Nunca en su vida había tenido una sensación como aquella; Había resistido la formación del SOE, y después había sobrevivido a sus misiones y a un interrogatorio de la gestapo. Había sobrevivido a los golpes, al miedo, a la angustia de la clandestinidad; Había sido testigo de lo que se habían hecho unos seres humanos a otros, y también había sobrevivido. Aquello había sido sin duda lo más difícil: sobrevivir al desastre de la humanidad, no renunciar y mantenerse firme. Los golpes no son más que golpes; Hacen daño, un poco, mucho, y después el dolor cesa. Lo mismo con la muerte; La muerte no es más que la muerte. Pero vivir como un hombre entre los hombres era un desafío diario.


13. A veces no me gusta mi destino. El destino no debería separar a la gente que se quiere.


14. (...) Era una de esas personas valientes que a menudo ignoran que lo son, lo que añade la modestia a sus otras cualidades.


15. Que se abra ante mí el camino de mis lágrimas. Porque ahora soy el artesano de mi alma. (...) Yo, (...) que no soy más que las cenizas del viento, el polvo del tiempo. Tengo miedo.


16. Quería una mujer de verdad, una mujer para él, que pudiese tocar cuando le pareciese. No putas, por favor, nada de putas a las que habría que pagar en cada ocasión por un poco de amor, como un mendigo, como un excluido, como un don nadie. No putas, por Dios, esa humillación no.


17. (...) Aprovechó la lluvia para llorar un poco. En secreto. Hubiese querido hablar más, decirle cuánto le quería, pero permaneció en silencio. El tiempo de las palabras había terminado.


18. El día en que dejas de soñar, es que o eres el más feliz de los hombres, o estás listo para meterte una bala en la boca.


19. Recordaba la mayoría de sus momentos felices, con precisión y muchos detalles. A veces, también soñaba con lo que hubiese podido ser.


20. Estaba seguro de que Laura había mentido, y le parecía un gran favor. Pensando en lo que quizás podría esperarles en Francia, mentir para regalar un puñado de felicidad no era mentir de verdad.


21. Ninguna mujer le había dicho que le amaba. No quería morir sin conocer el amor. Hubiera sido morir sin haber vivido.


22. Había sido un bonito día. Uno de esos días durante los cuales, sin razón particular, era fácil vivir.


23. (...) Le parecía que las fechas y los calendarios eran invenciones malvadas que solo servían para llenar a la gente de tristeza recordando que los muertos están muertos, cosa que todo el mundo ya sabe.


24. Uno de los peores ejercicios que debieron soportar fue una auténtica confrontación con carceleros en uniforme de las SS, que los llevaron a un atroz cuarto oscuro y los torturaron durante todo un día, sin ahorrarles golpes para ponerlos a prueba. Una de las cosas más importantes para la supervivencia de los agentes era el mantenimiento de la tapadera preparada por el SOE, con ayuda de documentación falsa.


25. A veces olvido un nombre, pero el resto no lo olvido.


26. La indiferencia. La peor de las enfermedades, peor que la peste.


27. -La amo. - ¿Cómo que la amas? -La amo de amor.


28. La pena había pasado con los meses; el dolor cesa, pero la tristeza permanece.

Frases de libros similares

Obras parecidas a "Los últimos días de nuestros padres", que comparten frases, tramas, ideas o sucesos afines al libro de Joël Dicker.

Libros parecidos

Síguenos