Frases de Los enamoramientos

Los enamoramientos

41 frases de Los enamoramientos de Javier Marías... Reflexión sobre el estado de enamoramiento, que parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también las mayores ruindades.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Javier Marías son: enamorarse, naturaleza del amor, crimen, historia de amor, misterio, fuerza de la pasión, tormentoso pasado, falsas apariencias, verdades a medias.

Frases de Javier Marías Libros de Javier Marías

Frases de Los enamoramientos Javier Marías

01. El enamoramiento es insignificante, su espera en cambio es sustancial.


02. (...) Había desaparecido de la faz de mi tierra para siempre.


03. Los muertos sólo tienen la fuerza que los vivos les dan.


04. El mundo deja entrar y hace salir a las personas demasiado en desorden.


05. Uno cree que lo que lo enamora debería anhelarlo todo el mundo.


06. Lo que ha ocurrido es tan grave que el porqué me da lo mismo.


07. La ausencia de entusiasmo es indisimulable y la percibe hasta el más optimista.


08. Cuántos ratos eternos tendrá en que no sabrá cómo ayudar a avanzar el tiempo.


09. No podemos sino ser superficiales para casi todo el mundo, un bosquejo, unos meros trazos desatentos.


10. ¿Cómo va a tenerse derecho a lo que uno no ha construido ni se ha ganado?


11. (...) Jamás tenía la certeza de que mi visita acabara con el enredo de nuestros cuerpos.


12. Eres incorregible en tu vanidad, en tu optimismo. Por eso serías tan buen asidero, tan buen soporte.


13. Nadie objeta la fecha de su nacimiento, luego tampoco habría de objetar la de su muerte, igualmente debida a un azar.


14. El paso del tiempo exaspera y condensa cualquier tormenta, aunque al principio no hubiera ni una nube minúscula en el horizonte.


15. Ojalá me fuera posible ponerlos entre paréntesis, o hibernarlos, no sé, ponerlos a dormir y que no se despertaran hasta nuevo aviso.


16. Uno ignora lo que el tiempo hará de nosotros con sus capas finas que se superponen indistinguibles, en qué es capaz de convertirnos.


17. Y si ya se estuvo en la nada, o en la no existencia, no es tan extraño ni grave regresar a ella.


18. No sé cómo no los advirtieron, cómo no se sintieron quemados ni traspasados, mis ojos debían ser como ascuas o agujas.


19. Vamos aprendiendo que lo que nos pareció gravísimo llegará un día en que nos resulte neutro, sólo un hecho, sólo un dato.


20. Es desolador que algunas cosas no cambien nunca en esencia, aunque también es reconfortante que algo persista, que no se mueva ni un milímetro ni un vocablo.


21. La gente acaba por dejar marchar a los muertos, por mucho apego que les tenga, cuando nota que su propia supervivencia está en juego y que son un gran lastre.


22. La muerte del que nos hirió o mató en vida -expresión exagerada que ha acabado por ser común- no nos cura del todo ni nos faculta para olvidar.


23. La impunidad del mundo es tan inabarcable, tan antigua y larga y ancha que hasta cierto punto nos da lo mismo que se le añada un milímetro más.


24. El que es amado lo percibe siempre, si está en sus cabales y no lo ansía, porque el que lo ansía no distingue, e interpreta las señales equivocadamente.


25. Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo -más aún para esperarlo-, y nos limitamos a darlo de baja.


26. Es la horrible fuerza del presente, que aplasta más el pasado cuanto más lo distancia, y además lo falsea sin que el pasado pueda abrir la boca, protestar ni contradecirlo ni refutarle nada.


27. (...) Como quien fantasea cuando empieza a venirle el sueño, todo el mundo tiene derecho a eso, a imaginarse lo imposible cuando la vigilia inicia por fin su retirada, qué menos, y se clausura el día.


28. (...) Nadie acepta ya que las cosas pasan a veces sin que haya un culpable, o que existe la mala suerte, o que las personas se tuercen y se echan a perder y se buscan ellas solas la desdicha o la ruina.


29. Lo que es muy raro es sentir debilidad, verdadera debilidad por alguien, y que nos la produzca, que nos haga débiles. Eso es lo determinante, que nos impida ser objetivos y nos desarme a perpetuidad y nos haga rendirnos en todos los pleitos.


30. Pon a una persona en la cotidianidad de alguien, haz que se sienta responsable y protector y que al otro se le haga imprescindible, y verás cómo terminan. Siempre que sean medianamente atractivos y no haya un abismo de edad entre ellos.


31. Eso se terminó, antes de hoy. Mañana mismo iniciaré la tarea de que deje de ser una criatura y se convierta en un recuerdo, aunque sea, durante algún tiempo, un recuerdo devorador. Paciencia, porque llegará un día en que no lo será.


32. Es verdad que el trabajo en una editorial impide conocer, paradójicamente, casi todo lo valioso que la literatura ha creado, lo que el tiempo ha sancionado y autorizado milagrosamente a permanecer más allá de su brevísimo instante que cada vez se hace más breve.


33. Es otro de los inconvenientes de padecer una desgracia: al que la sufre los efectos le duran mucho más de lo que dura la paciencia de quienes se muestran dispuesto a escucharlo y acompañarlo, la incondicionalidad nunca es muy larga si se tiñe de monotonía.


34. Es ridículo que tras tantos siglos de práctica, y de increíbles avances e inventos, todavía no haya forma de saber cuándo alguien miente; claro que eso nos beneficia y perjudica por igual a todos, quizá sea el único reducto de libertad que nos queda.


35. La gente empieza viendo una cosa y acaba viendo la contraria. Empieza amando y acaba odiando, o sintiendo indiferencia y después adorando. Nunca logramos estar seguros de qué va a sernos vital ni de a quién vamos a dar importancia. Nuestras convicciones son pasajeras y endebles, hasta las que consideramos más fuertes. También nuestros sentimientos.


36. El mundo es tan de los vivos, y tan poco en verdad de los muertos -aunque permanezcan en la tierra todos y sin duda son muchos más-, que aquéllos tienden a pensar que la muerte de alguien querido es algo que les ha pasado a ellos más que al difunto, que es a quien de verdad le pasó.


37. No se puede confiar en la suerte, en que las cosas ocurran por sí solas y se aparten como por ensalmo los obstáculos y las resistencias. Uno tiene que ponerse a la faena. El mundo está lleno de perezosos y de pesimistas que nada consiguen porque a nada se aplican, después se permiten quejarse y se sienten frustrados y alimentan su resentimiento hacia lo externo.


38. Claro que el proceso es lento, claro que cuesta y que hay que poner voluntad y esforzarse, y no dejarse tentar por la memoria, que regresa de vez en cuando y se disfraza de refugio a menudo, al pasar por una calle o al oler una colonia o escuchar una melodía, o al ver que están poniendo en televisión una película que se disfrutó en compañía.


39. Hay personas que nos hacen reír aunque no se lo propongan, lo logran sobre todo porque nos dan contento con su presencia y así nos basta para soltar la risa con muy poco, sólo con verlas y estar en su compañía y oírlas, aunque no estén diciendo nada del otro mundo o incluso empalmen tonterías y guasas deliberadamente, que sin embargo nos caen todas en gracia.


40. Cuando alguien está enamorado, o más precisamente cuando lo está una mujer y además es al principio y el enamoramiento todavía posee el atractivo de la revelación, por lo general somos capaces de interesarnos por cualquier asunto que interese o del que nos hable el que amamos. No solamente de fingirlo para agradarle o para conquistarlo o para asentar nuestra frágil plaza, que también, sino de prestar verdadera atención y dejarnos contagiar de veras por lo que quiera que él sienta y transmita, entusiasmo, aversión, simpatía, temor, preocupación o hasta obsesión.


41. De pronto nos apasionan cosas a las que jamás habíamos dedicado un pensamiento, cogemos insospechadas manías, nos fijamos en detalles que nos habían pasado inadvertidos y que nuestra percepción habría seguido omitiendo hasta el fin de nuestros días, centramos nuestras energías en cuestiones que no nos afectan más que vicariamente o por hechizo o contaminación, como si decidiéramos vivir en una pantalla o en un escenario o en el interior de una novela, en un mundo ajeno de ficción que nos absorbe y entretiene más que el nuestro real, el cual dejamos temporalmente en suspenso o en un segundo lugar, y de paso descansamos de él (nada tan tentador como entregarse a otro, aunque sólo sea con la imaginación, y hacer nuestros sus problemas y sumergirnos en su existencia, que al no ser la nuestra ya es más leve por eso). Tal vez sea excesivo expresarlo así, pero nos ponemos inicialmente al servicio de quien nos ha dado por querer, o por lo menos a su disposición, y la mayoría lo hacemos sin malicia, esto es, ignorando que llegará un día, si nos afianzamos y nos sentimos firmes, en que él nos mirará desilusionado y perplejo al comprobar que en realidad nos trae sin cuidado lo que antaño nos suscitaba emoción, que nos aburre lo que nos cuenta sin que él haya variado de temas ni éstos hayan perdido interés.

Obras similares

Obras que comparten tramas, ideas o sucesos históricos con "Los enamoramientos" de Javier Marías.

Libros parecidos

Síguenos