Frases de Las pequeñas memorias

Las pequeñas memorias

14 frases de Las pequeñas memorias (As pequenas memórias) de José Saramago... Autobiografía dónde Saramago describe los primeros años de su vida desde su nacimiento en 1922 en Azinhaga hasta su infancia y adolescencia en Lisboa, a donde sus familia se mudó cuando tenía 18 meses de edad.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de José Saramago son: autobiografía, memorias, adolescencia, amor platónico, distintos puntos de vista, profundos sentimientos.

Frases de José Saramago Libros de José Saramago

Frases de Las pequeñas memorias José Saramago

01. ¿Qué podía hacer yo? ¿Fingir un amor que no sentía?


02. No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua.


03. Los sentimientos no se gobiernan, no son cosas de quitar y poner de acuerdo con las conveniencias del momento.


04. Esas son las buenas lecciones, las que duran toda la vida, las que nos agarran por el hombro cuando estamos dispuestos a ceder.


05. En materia de relaciones mi madre siempre fue de ideas muy claras: si las amistades se acababan, también se acababan las fotos.


06. Como no sabía qué hacer con las manos, me las metí en los bolsillos. Los bolsillos de los pantalones son la providencia de los tímidos.


07. Éramos así, heridos por dentro, pero duros por fuera. Las cosas son como son, ahora se nace, luego se vive, por fin se muere, no vale la pena darle más vueltas.


08. En definitiva, el tal desprevenido y exento corazón infantil había decidido representar un papel: el de frío observador que subordina la emoción al registro objetivo de los hechos.


09. Quien me visita por primera vez me pregunta casi siempre si soy jinete, cuando la única verdad es que todavía sufro los efectos de la caída de un caballo que nunca monté. Por fuera no se me nota, pero el alma me anda cojeando desde hace setenta años.


10. No se sabe todo, nunca se sabrá todo, pero hay horas en que somos capaces de creer que sí, tal vez porque en ese momento nada más nos podría caber en el alma, en la conciencia, en la mente, comoquiera que se llame eso que nos va haciendo más o menos humanos.


11. El niño que fui no vio el paisaje tal como el adulto en que se convirtió estaría tentado de imaginarlo desde su altura de hombre. El niño, durante el tiempo que lo fue, estaba simplemente en el paisaje, formaba parte de él, no lo interrogaba, no decía ni pensaba, con estas u otras palabras: "¡Qué bello paisaje, qué magnífico panorama, qué deslumbrante punto de vista!".


12. Tú estabas, abuela, sentada en la puerta de tu casa, abierta ante la noche estrellada e inmensa, ante el cielo del que nada sabías y por donde nunca viajarías, ante el silencio de los campos y de los árboles encantados, y dijiste, con la serenidad de tus noventa años y el fuego de una adolescencia nunca perdida: el mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir.


13. No falta quien afirme seriamente, con el argumento de autoridad de alguna cita clásica, que el paisaje es un estado del alma, lo que dicho con palabras comunes quiere decir que la impresión causada por la contemplación de un paisaje siempre dependerá de las variaciones temperamentales y del humor jovial o atrabiliario que están actuando en nuestro interior en el preciso momento en que lo tengamos delante de los ojos. No me atrevo a dudar.


14. No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua. Lo sentí en aquella hora y nunca lo he olvidado. Allí estuve hasta no distinguir la boya que sólo la corriente hacía oscilar un poco, y, por fin, con la tristeza clavada en el alma, enrollé el hilo y regresé a casa... Aquel barbo había vivido mucho, debía ser, por la fuerza que demostró, una bestia corpulenta, pero seguro que no moriría de viejo, alguien lo pescaría cualquier otro día. De alguna manera, con mi anzuelo enganchado en las agallas, tenía mi marca, era mío...

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