Frases del libro "Memoria de mis putas tristes" de Gabriel García Márquez

Memoria de mis putas tristes

Disfruta de estas 37 frases de "Memoria de mis putas tristes"... Historia de un anciano periodista que, al cumplir 90 años, busca una experiencia sexual única. Las frases de esta novela exploran la soledad, el amor, el paso del tiempo y la reflexión sobre la vida.

Índice

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "Memoria de mis putas tristes", de Gabriel García Márquez son: realismo mágico, aventuras amorosas, enamorarse, vejez, búsqueda de placer, recuerdos, ficción de periodistas, prostitución, soledad, pederasta, relaciones sexuales prohibidas.

Frases de "Memoria de mis putas tristes"

01. Hoy, jubilado pero no vencido.


02. Los sabios lo saben todo, pero no todo.


03. También la moral es un asunto de tiempo.


04. Siempre pensé que morir de amor solo era una licencia poética.


05. El mundo avanza. Sí, le dije, avanza, pero dando vueltas alrededor del sol.


06. La inspiración no avisa, le dije. Pero tal vez espera, dijo ella.


07. El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor.


08. En un negocio como aquél, a mi edad, cada hora es un año...


09. El primer síntoma de la vejez es que uno empieza a parecerse a su padre.


10. El deseo de aquel día fue tan apremiante que me pareció un recado de Dios.


11. No tengo que decirlo, porque se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico.


12. El chófer me previno: cuidado, sabio, en esa casa matan. Le contesté: si es por amor no importa.


13. El amor me enseñó demasiado tarde que uno se arregla para alguien, se viste y se perfuma para alguien.


14. Una corriente cálida me subió por las venas, y mi lento animal jubilado despertó de su largo sueño.


15. Empecé por preguntarme cuándo tomé conciencia de ser viejo y creo que fue muy poco antes de aquel día.


16. Es un triunfo de la vida que la memoria de los viejos se pierda para las cosas que no son esenciales.


17. Cuando mis gustos en música hicieron crisis me descubrí atrasado y viejo, y abrí mi corazón a las delicias del azar.


18. La fama es una señora muy gorda que no duerme con uno, pero cuando uno despierta está siempre mirándonos frente a la cama.


19. Si algo detesto en este mundo son las fiestas obligatorias en que la gente llora porque está alegre, los fuegos de artificio, los villancicos lelos.


20. Antes de volver a casa al día siguiente escribí en el espejo con el lápiz de labios: "niña mía, estamos solos en el mundo".


21. Me sentía tan feliz, que la besaba en los párpados, muy suave, y una noche ocurrió como una luz en el cielo: sonrió por primera vez.


22. No tengo que decirlo, porque se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico. Pero a fuerza de no querer serlo he venido a simular todo lo contrario.


23. ¿Crees que ella estará de acuerdo? - Ay, mi sabio triste, está bien que estés viejo, pero no pendejo –Dijo Rosa Cabarcas muerta de risa-. Esa pobre criatura está lela de amor por ti.


24. Era por fin la vida real, con mi corazón a salvo, y condenado a morir de buen amor en la agonía feliz de cualquier día después de mis cien años.


25. Hoy me río de los muchachos de ochenta que consultan al médico asustados por estos sobresaltos, sin saber que en los noventa son peores, pero ya no importan: son riesgos de estar vivo.


26. Ella suspiró: Ay, mi sabio triste, te desapareces veinte años y sólo vuelves para pedir imposibles. Recobró enseguida el dominio de su arte y me ofreció una media docena de opciones deleitables, pero eso sí, todas usadas.


27. Tenía mi ética propia. Nunca participé en parrandas de grupo ni en contubernios públicos, ni compartí secretos ni conté una aventura del cuerpo o del alma, pues desde joven me di cuenta de que ninguna es impune.


28. Una ráfaga ardiente me abrasó la cara. Maldita sea, pensé, qué desleal es el rubor. Otra, radiante, me señaló con el dedo. ¡Qué maravilla! Todavía le queda la elegancia de ruborizarse. Su impertinencia me provocó otro rubor encima del rubor.


29. Le tomé el pulso para sentirla viva. La sangre circulaba por sus venas con la fluidez de una canción que se ramificaba hasta los ámbitos más recónditos de su cuerpo y volvía al corazón purificada por el amor.


30. Desde que obtuve mi grado de bachiller con diploma de excelencia empecé a dictar clases de castellano y latín en tres colegios públicos al mismo tiempo. Fui un mal maestro, sin formación, sin vocación ni piedad alguna por esos pobres niños.


31. Cuando dieron las siete en la catedral, había una estrella sola y límpida en el cielo color de rosas, un buque lanzó un adiós desconsolado, y sentí en la garganta el nudo gordiano de todos los amores que pudieron haber sido y no fueron.


32. Nunca hice nada distinto de escribir, pero no tengo vocación ni virtud de narrador, ignoro por completo las leyes de la composición dramática, y si me he embarcado en esta empresa es porque confío en la luz de lo mucho que he leído en la vida.


33. Las secretarias me regalaron tres calzoncillos de seda con huellas de besos estampados, y una tarjeta en la que se ofrecían para quitármelos. Se me ocurrió que uno de los encantos de la vejez son las provocaciones que se permiten las amigas jóvenes que nos creen fuera de servicio.


34. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza.


35. Así que vete a buscar ahora mismo a esa pobre criatura aunque sea verdad lo que te dicen los celos, sea como sea, que lo bailado no te lo quita nadie. Pero eso sí, sin romanticismos de abuelo. Despiértala, tíratela hasta por las orejas con esa pinga de burro con que te premió el diablo por tu cobardía y tu mezquindad. En serio, terminó con el alma: no te vayas a morir sin probar la maravilla de tirar con amor.


36. Al atardecer enfrenté el aguacero, cuyos vientos huracanados amenazaban con desquiciar la casa. Sufrí un ataque de estornudos sucesivos, me dolía el cráneo y tenía fiebre, pero me sentía poseído por una fuerza y una determinación que nunca tuve a ninguna edad y por ninguna causa. Puse calderos en el piso para recoger las goteras, y me di cuenta de que habían aparecido otras nuevas desde el invierno anterior. La más grande había empezado a inundar el flanco derecho de la biblioteca.


37. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuan poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco.

Frases de libros similares

Obras parecidas a "Memoria de mis putas tristes", que comparten frases, tramas, ideas o sucesos afines al libro de Gabriel García Márquez.

Libros parecidos

Síguenos