31 frases de Las cosas: Una historia de los años sesenta (Les choses: une histoire des années soixante) de Georges Perec... Una pareja de jóvenes pequeñoburgueses sueña con una existencia arropada de objetos exquisitos y elegantes, seducidos que fomenta expectativas artificiales... Aguda e irónica radiografía de la sociedad de consumo.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Georges Perec son: comodidad, sociedad de consumo, crítica del consumismo, moral burguesa, riqueza, conformismo.
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Frases de Las cosas: Una historia de los años sesenta Georges Perec
01. El destino marcado por un sentimiento amoroso que ya fue.
02. Su vida era como una prolongada costumbre, como un aburrimiento casi sereno: una vida sin nada.
03. Estaban atentos a todos los signos de la permanencia: querían ser ricos.
04. Quien no trabaja no come, es cierto, pero quien trabaja deja de vivir.
05. Se amaban en habitaciones llenas de penumbra, de recias alfombras, de divanes profundos.
06. Sucumbían ante los signos de la riqueza: más que gustarles la vida, les gustaba la riqueza.
07. Querían gozar de la vida, pero, en torno a ellos, el goce se confundía con la propiedad.
08. Su mayor placer era olvidar juntos, o sea distraerse. Para empezar, les encantaba beber, y bebían mucho, a menudo, juntos.
09. Ya no tenían proyectos, impaciencia; no esperaban nada, ni siquiera vacaciones siempre demasiado lejanas, ni siquiera un regreso a Francia.
10. En el mundo en que vivían, era casi de rigor desear siempre más de lo que se podía adquirir.
11. Estaba, sobre todo, el cine. Y era sin duda el único campo en el que su sensibilidad lo había aprendido todo.
12. Se decían a veces que la vida que llevarían tendría la gracia, la soltura, la fantasía de las comedias americanas...
13. No experimentaban ni alegría, ni tristeza, ni siquiera tedio, pero a veces se preguntaban si existían aún, si existían de veras.
14. No se puede vivir mucho tiempo en el frenesí. La tensión era demasiado fuerte en aquel mundo que prometía tanto y que no daba nada.
15. Ellos no despreciaban el dinero. Quizá, por el contrario, les gustaba demasiado: les hubiera gustado la solidez, la certeza, la vía límpida hacia el futuro.
16. Y si se negaban aún a enriquecerse, era porque ya no tenían necesidad de salario: su imaginación, su cultura sólo los autorizaba a pensar en millones.
17. (...) Les parecía que dominaban cada vez más sus deseos: sabían lo que querían, tenían ideas claras. Sabían lo que constituiría su felicidad, su libertad.
18. El enemigo era invisible. O, mejor dicho, estaba en ellos, los había podrido, gangrenado, destrozado. Eran los que pagan el pato. Criaturas dóciles, fieles reflejos del mundo que se mofaba de ellas. Estaban hundidos hasta el cuello en una tarta de la que sólo obtendrían las migajas.
19. (...) La inestabilidad no parece seria; a los treinta años, uno debe haber llegado, o es que no es nada. Y nadie ha llegado si no ha encontrado su sitio, si no se ha hecho su hueco, si no tiene sus llaves, su despacho, su placa.
20. Es cierto que había aún, en la imagen algo estática que tenían de la casa modelo, del confort perfecto, de la vida feliz, mucha ingenuidad, mucha complacencia: les gustaban con intensidad aquellos objetos que sólo el gusto del día pretendía bellos.
21. Claro que les hubiera gustado, como a todo el mundo, entregarse a algo, sentir una necesidad poderosa que hubieran llamado vocación, una ambición que los hubiera arrastrado, una pasión que los hubiera colmado. Por desgracia, sólo conocían una: la de vivir mejor, y los agotaba.