22 frases de La historia de San Michele (The story of San Michele) de Axel Munthe... Obra difícil de clasificar, para algunos es una autobiografía, para otros las memorias de un médico... Un extraordinario documento literario y humano.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Axel Munthe son: autobiografía, memorias, isla de capri, italia, viaje, primera guerra mundial, lucha contra la enfermedad.
Frases de La historia de San Michele Axel Munthe
01. Iré lejos, muy lejos de esta vida humillante de charlatanería y de engaño. Muy lejos de toda esa gente artificial; iré a la isla encantadora, a la vieja Maria Portalettere, a mastro Vincenzo y a Gioconda, a purificarme el alma en la casita blanca, encima del acantilado.
02. Un hombre puede soportar su suerte mientras puede soportarse a sí mismo. Puede vivir sin esperanza, sin amigos, sin libros, hasta sin música, mientras pueda escuchar sus propios pensamientos y oír el canto de un pájaro fuera de la ventana y la voz lejana del mar.
03. Cuando la epidemia llegó a su máximo desarrollo, ninguna razón tuve ya para lamentar que su agonía fuese tan larga. Pronto empezaron a caer por la calle como fulminados, para ser luego recogidos por la Policía y trasladados al hospital de coléricos, donde morían a las pocas horas.
04. Sé que la vida es hermosa, pero sé también que con frecuencia nos la complicamos y la convertimos en estúpida farsa, en desagradable tragedia, o en ambas cosas, de suerte que al fin no se sabe si es mejor llorar o reír. Es más fácil llorar, pero mucho mejor reír, mientras se ría quedamente.
05. El amor es para una mujer mucho más que para un hombre; lo es todo. Y menos cuestión de los sentidos de lo que el hombre suele creer. Una mujer puede enamorarse de un hombre feo y aun de un viejo que sepa despertar su imaginación. Un hombre no puede enamorarse de una mujer si ésta no despierta su instinto sexual, que, contrariamente a la intención de la Naturaleza, en el hombre moderno sobrevive a su virilidad. Por eso no tiene límite alguno de edad para enamorarse.
06. Siempre has dicho que no puedes vivir sin música: ¿Quién cantará para ti, quién tocará para ti? -Los pájaros, en el jardín; el mar, en torno mío. ¡Escucha! Oye ese maravilloso mezzo-soprano: es la oropéndola. ¿No es más bella su voz que la de nuestra célebre compatriota Cristina Nilson o la de la misma Patti? Oye el solemne andante de las ondas: ¿No es más bello que el de la Novena Sinfonía?
07. (...) También abundaba el vino; el pillaje en los millares de bodegas y comercios de vino empezó el mismo día; por la noche, casi todos estaban más o menos ebrios, incluso yo; era una verdadera bendición; hacía desaparecer la extenuante sensación de hambre y pocos se habrían atrevido a dormir estando serenos. Casi cada noche había sacudidas, seguidas del estruendo de las casas que se derrumbaban y de los renovados gritos de terror en las calles.
08. ¿Por qué todos esos caritativos protectores de animales no empiezan por concentrar sus esfuerzos para acabar con las exhibiciones de animales silvestres en los circos y en las casas de fieras? Mientras semejante escándalo sea tolerado por nuestras leyes, tenemos pocas probabilidades de que una futura generación nos considere civilizados. Si queréis comprender qué colección de bárbaros realmente somos, no tenéis más que entrar en la tienda de un circo ambulante.
09. Es mejor que guarde para sí cuanto ha visto de la vida y de la muerte. Es mejor que no escriba ninguna Memoria y que deje a los muertos en paz y a los vivos con sus ilusiones. Alguien ha llamado a La historia de San Michele una historia de la muerte. Quizá tenga razón, porque rara vez la muerte abandona mi pensamiento.
10. Con frecuencia me he preguntado quién sería aquel hombre y si era de verdad médico. Una vez le vi amputar un brazo con rapidez sorprendente; sabía, sin duda, algo de anatomía, pero parecía saber muy poco de vendar y desinfectar una herida, y sus instrumentos eran increíblemente primitivos. El farmacéutico inglés me dijo que escribía siempre las mismas recetas, a menudo con faltas de ortografía y dosis equivocadas. Yo creo que no era médico, sino un ex matarife o quizá el servidor de una ambulancia, y que había tenido buenos motivos para dejar el propio país.
11. Era un caso grave, un caso desesperado, según mis dos colegas ingleses, que estaban al lado del lecho, mirándome con caras tristes mientras reconocía a su enferma. Su pesimismo había infectado toda la casa; la voluntad de curarse de la enferma estaba paralizada por el desaliento y el temor de morir. Es muy probable que mis dos colegas conocieran su patología bastante mejor que yo, pero yo sabía algo que, indudablemente, ignoraban ellos: que ninguna droga hay tan poderosa como la esperanza, y que la más mínima huella de pesimismo en el rostro o en las palabras de un doctor puede costar la vida a su enfermo.
12. Al principio parece todo un caos asombroso, un ciego estrago absurdo, lleno de confusión y de errores. En determinado momento la vida, blandiendo una nueva arma, avanza victoriosa, sólo para retroceder un momento después, derrotada por la muerte triunfante. No es así. La batalla está regulada en sus más mínimos detalles por una inmutable ley de equilibrio entre la vida y la muerte. Dondequiera que ese equilibrio se perturba por una causa accidental, ya sea peste, terremoto o guerra, la vigilante Naturaleza se pone en seguida a trabajar para ajustar el balance, y llama a nuevos seres para ocupar el puesto de los caídos. Constreñidos por la irresistible fuerza de una ley natural, hombres y mujeres caen en brazos unos de otros, los ojos vendados por el deseo, sin darse cuenta de que es la muerte quien preside su unión con su afrodisíaco en una mano y su narcótico en la otra.
13. Muerte, donadora de la Vida, destructora de la Vida, principio y fin.
14. ¿No fue tu voz la que habló en mis Diez Mandamientos? ¿Quién temerá el fulgor de tu rayo, ¡Oh Señor! , si el trueno de tu cólera puede ser aplacado por el gorjeo de un pájaro?
15. ¿Quién eres, hermoso muchacho? ¿Eres Hipnos, el ángel del sueño? -Soy su hermano, nacido de la misma Madre Noche. Mi nombre es Tanatos. Soy el ángel de la muerte. Tu vida se extingue con la luz de la antorcha que huellan mis pies.
16. El hombre fue creado para llevar su cruz; por eso fue provisto de fuertes espaldas.
17. ¡Si al menos no fuera tan repugnante la muerte por el cólera! Valía más ser conducido en seguida al cementerio que ser visto por quienes nos amaban.
18. Ningún arquitecto fue consultado, ningún dibujo preciso, o plano, se hizo; ninguna medida exacta fue tomada. Todo se realizó a ojo...
19. (...) El engaño forma parte necesaria de nuestra profesión, ya que la verdad suele ser con frecuencia demasiado triste para poder comunicarla.
20. La cruel bestia feroz no está detrás de los barrotes de la jaula, sino ante ellos.
21. El amor mismo es de corta duración, como una flor. En el hombre muere de muerte natural con el matrimonio; en la mujer sobrevive a menudo hasta el fin, transformado en puro cariño materno por el caído héroe de sus sueños.
22. Si os encontráis con un doctor de moda, observadlo atentamente, desde una prudente distancia, antes de confiaros a él. Quizá sea un buen médico, pero en muchísimos casos no lo es. En primer lugar, porque invariablemente está demasiado ocupado para escuchar con paciencia vuestra larga historia. En segundo lugar, porque está inevitablemente destinado a convertirse en un snob si no lo es ya; a dejar pasar a la condesa antes que a vosotros, a examinar el hígado del conde con más atención que el de su criado, a ir a la Garden Party de la Embajada británica en vez de visitar a vuestro hijo menor, cuya tos ferina se agrava. Y en tercer lugar, porque, a menos que tenga muy sano el corazón, pronto demostrará indudables señales de un endurecimiento precoz de aquel órgano y se volverá indiferente e insensible a los padecimientos ajenos, como la gente ávida de placeres que le rodea. Sin piedad no se puede ser buen médico.