23 frases de La cabeza de la hidra de Carlos Fuentes... Historia de las vicisitudes del Servicio Secreto Mexicano para ocultar de espías el descubrimiento de un yacimiento de petróleo, en una trama que involucra violencia, sexo, sorprendentes coincidencias y traiciones.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Carlos Fuentes son: agente secreto, espías, espionaje, burocracia, yacimiento de petróleo.
Frases de Carlos Fuentes Libros de Carlos Fuentes
Frases de La cabeza de la hidra Carlos Fuentes
01. La muerte de todos empieza a los veinte años.
02. Valéry dijo que las civilizaciones son mortales. No es cierto. Son los poderes los que mueren.
03. La violencia del Occidente moderno se diferencia de todas las demás porque no es espontánea, sino rigurosamente programada.
04. El Medio Oriente es una geografía apasionada -murmuró-, y basta entrar a ella para compartir sus pasiones, incluyendo la violencia.
05. ¿Crees ser subjetivo? Nutres la objetividad. ¿Crees ser objetivo? Nutres la subjetividad. Igual que en una novela, donde las palabras acaban siempre por construir lo contrario de sí mismas.
06. Todos sus héroes son reaccionarios, de Ulises a James Bond. De allí la fatiga de su heroísmo, tan quebrantado como el rostro de goma de Howard Hunt.
07. Todos los sistemas, sea cual sea su ideología, generan su propia injusticia; Acaso el mal es el precio de la existencia, pero no se puede impedir la existencia por temor al mal...
08. Lo que nos une a judíos y palestinos es el dolor, no la violencia. Cada uno mira al otro sin reconocer más que su propio sufrimiento en los ojos del enemigo.
09. Una ciencia abstracta, triste y finalmente inocua cuando revelaba su verdadera naturaleza: la economía es la opinión personal convertida en norma dogmática, la única opinión que se sirve de números para imponerse.
10. El medio decisivo de la política es la violencia. Y como todos, personalmente, poseemos una dosis más o menos amaestrada de violencia, el encuentro es fatal; la historia se convierte en justificación de nuestra violencia escondida.
11. Como la hidra el petróleo renace multiplicado de una sola cabeza cortada. Semen oscuro de una tierra de esperanzas y traiciones parejas, fecunda los reinos de la Malinche bajo las voces mudas de los astros y sus presagios nocturnos.
12. ¿Se habría enterado Félix, durante esta extraña semana de su vida, que todos los desplazamientos jamás nos alejan del hospedaje de nosotros mismos y que ningún enemigo externo es peor que el que ya nos habita?
13. (...) Pero ahora se sintió liberado del peso de la ciudad de México cada vez más fea, estrangulada en su gigantismo mussoliniano, encerrada en sus opciones inhumanas: el mármol o el polvo, el encierro aséptico o la intemperie gangrenosa.
14. Sin saberlo, querámoslo o no, acabamos por servir los fines de una de las dos cabezas de ese monstruo frío. Pero como el cuerpo es el mismo, sirviendo a una servimos a la otra y al revés. No hay escapatoria.
15. A veces es el pico del águila de Washington el que nos corta la cabeza y se la come; a veces es el pico del águila de Moscú. Pero las tripas de la bestia alada son las mismas y el conducto de evacuación el mismo. Somos las mierdas de ese monstruo.
16. La primera regla de una política tan barroca como la mexicana es la siguiente: ¿Para qué hacer las cosas fáciles si se pueden hacer complicadas? De allí la segunda regla: ¿Para qué hacer las cosas bien si se pueden hacer mal? Y la tercera, que es el corolario perfecto: ¿Para qué ganar si podemos perder?
17. A las ocho en punto de la mañana, Félix Maldonado llegó al Sanborns de la Avenida Madero. Llevaba años sin poner un pie dentro del famoso Palacio de los Azulejos. Pasó de moda, como todo el viejo centro de la ciudad de México, trazado de mano propia por Hernán Cortés sobre las ruinas de la capital azteca.
18. Despertó más tarde, con sobresalto. Ahora no veía nada, nada, por más que intentara perforar la oscuridad de los túneles. Hizo girar febrilmente los ojos en las órbitas secas. Tuvo la horrible sensación de que los globos de la mirada raspaban el lecho de nervios, tejidos y sangre en el que normalmente reposaban, deshebrándose como queso parmesano sobre una lijadura de metal.
19. Cortés convirtió a Malintzin dos veces: primero al amor; en seguida al cristianismo. Fue bautizada Marina. El pueblo la llama Malinche, nombre de la traición, voz que reveló a los españoles las ocultas debilidades del imperio azteca y permitió a quinientos aventureros ávidos de oro conquistar una nación cinco veces más grande que España. La pequeña voz de la mujer derrotó a la gran voz del emperador.
20. El terror es universal, pero la justicia no. Y toda organización de inteligencia, por más que se proponga las metas de la justicia, es pervertida por sus medios, que son los del terror, y termina por ser sierva de la opresión y no instrumento de la justicia que originalmente se propuso. Pequeña célula de estructura fascista, el espionaje acaba por infectar como un cáncer la sociedad en la que se inserta y a la que pretende proteger.
21. (...) Pero secretamente añadí que consideraba a Félix como algo mío, el hermano que vivió el lado difícil de la vida que a mí no me tocó, el amante platónico que todas las noches se tendía junto a mí en la cama convertible y me contaba extraordinarias películas que jamás se filmaron o más bien superpelículas ideales fabricadas de trozos que él amaba particularmente, un rostro, un gesto, una situación, un lugar arrebatados a la muerte por la cámara.
22. La visión fue tan confusa y poderosa a la vez que se sintió mal y se vio obligado a detenerse, cruzar los brazos sobre el volante y reposar allí la cabeza, cerrar los ojos y repetirse en silencio que desde el inicio de esta aventura había jurado ser totalmente disponible, asumir todas las situaciones, dejarse llevar por cualquier sugestión, estar abierto a todas las alternativas y, esto era lo más difícil, mantener su inteligencia afilada siempre, afinando los accidentes azarosos o voluntarios que los demás crearían en su camino, percibiéndolos pero jamás impidiéndolos o rehusándolos.
23. Ah, la pasión vuelve a levantar su espantosa cabeza de hidra. Corta una y renacerán miles, ¿Verdad? Llámala celos, insatisfacción, envidia, desprecio, miedo, asco, vanidad, terror, escarba en los motivos secretos de todos los que hemos participado en esta comedia de errores, Félix, y ponle a la pasión el nombre que quieras. Nunca acertarás, porque detrás de cada nombre de la pasión hay una realidad oscura, política o personal, da igual, que nadie puede nombrar y que te impulsa a disfrazar de acción, lícita o ilícita, también da igual, lo que sólo es pasión, hambre, padecimiento, deseo, un amor que se alimenta de su odio y un odio que se alimenta de su amor.