Frases de El ser y la nada

El ser y la nada

23 frases de El ser y la nada (L'être et le néant) de Jean Paul Sartre... Primera obra filosófica del autor, donde idealiza a las personas como seres capaces de crear sus propias leyes al rebelarse contra todo tipo de estatutos, sin el apoyo de la sociedad, la ética o cualquier norma tradicional.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Jean Paul Sartre son: libre albedrío, existencialismo, responsabilidad, ética, moralidad, ateísmo, naturaleza humana, lingüística, canibalismo, celos, metafísica, miedos, creencias, deseo, el ser y la nada, libertad de elección.

Frases de Jean Paul Sartre Libros de Jean Paul Sartre

Frases de El ser y la nada Jean Paul Sartre

01. El hombre es una pasión inútil.


02. La carne es la contingencia pura de la presencia.


03. Cada persona es una elección absoluta de sí.


04. Amar es, en su esencia, el proyecto de hacerse amar.


05. El deseo se expresa por la caricia como el pensamiento por el lenguaje.


06. Creer es saber que se cree y saber que se cree es no creer ya.


07. Si toda creencia de buena fe es una imposible creencia, hay lugar para toda creencia imposible.


08. Ser ambicioso, cobarde o irascible es simplemente conducirse de tal o cual manera en tal o cual circunstancia.


09. Mi náusea capta al prójimo como carne, precisamente, y en el carácter nauseabundo de toda carne.


10. El punto de vista del conocimiento puro es contradictorio: no hay sino el punto de vista del conocimiento comprometido.


11. (...) Es, pues, insensato pensar en quejarse, pues nada ajeno o extraño ha decidido lo que sentimos, vivimos o somos.


12. No somos nos sino a los ojos de los otros, y a partir de la mirada ajena nos asumimos como nos.


13. Así, pues, está perpetuamente comprometida en su propio futuro, y esto nos lleva a decir que espera confirmación de ese futuro.


14. En la angustia, me capto a la vez como totalmente libre y como incapaz de no hacer que el sentido del mundo le provenga de mí.


15. El ideal del mentiroso sería, pues, una conciencia cínica, que afirmara en sí la verdad negándola en sus palabras y negando para sí misma esta negación.


16. En el amor, no deseamos en el prójimo ni el determinismo pasional ni una libertad fuera de alcance, sino una libertad que juegue al determinismo pasional y quede presa de su juego.


17. El deseo se define como turbación. Y esta expresión puede servirnos para determinar mejor su naturaleza: un agua túrbida se opone a un agua transparente; una mirada turbia a una mirada clara.


18. El movilizado que se incorpora a su campamento al comienzo de la guerra puede, en ciertos casos, tener miedo de la muerte; pero, mucho más a menudo, tiene "miedo de tener miedo", es decir, se angustia ante sí mismo.


19. La nada no puede nihilizarse sino sobre fondo de ser; si puede darse una nada, ello no es ni antes ni después del ser ni, de modo general, fuera del ser, sino en el seno mismo del ser, en su meollo, como un gusano.


20. En la ironía, el hombre aniquila, en la unidad de un mismo acto, aquello mismo que pone; hace creer para no ser creído, afirma para negar y niega para afirmar; crea un objeto positivo, pero que no tiene más ser que su nada.


21. En el Amor, al contrario, el amante quiere ser "el mundo entero" para el ser amado, y esto significa que se coloca del lado del mundo: él es el que resume y simboliza el mundo, es un esto que incluye todos los demás "estos"; es objeto y acepta serlo.


22. El concepto de acto contiene, en efecto, muchas nociones subordinadas que hemos de organizar y jerarquizar: actuar es modificar la figura del mundo, disponer medios con vistas a un fin, producir un complejo instrumental y organizado tal que, por una serie de encadenamientos y conexiones, la modificación aportada en uno de los eslabones traiga aparejadas modificaciones en toda la serie y, para terminar, produzca un resultado previsto.


23. Cuando el capitalismo norteamericano decide entrar en la guerra europea de 1914-1918 porque ve en ella la ocasión de fructuosas operaciones, no es histórico: es sólo utilitario. Pero cuando, a la luz de sus proyectos utilitarios, reasume las relaciones anteriores entre los Estados Unidos y Francia y les da el sentido de una deuda de honor que los americanos han de pagar a los franceses, se hace histórico.

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