Frases del libro "El río" de Ana María Matute

El río

Disfruta de estas 22 frases de "El río"... Al regresar a su pueblo tras una larga ausencia, descubre que ha sido cubierto por las aguas del pantano. Esto genera en el personaje una evocación que amalgama realidad y misterio y descubre, con ternura y lucidez, la fugacidad de la vida.

Índice

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "El río", de Ana María Matute son: paso del tiempo, valorar la vida, amor por la naturaleza, infancia, secretos, nostalgia por el paraíso perdido.

Frases de "El río"

01. Casi nada faltaba, excepto la vida.


02. Nunca se está enteramente solo entre los árboles


03. La piedad es un sentimiento adulto, un tanto gastado, como el propio corazón.


04. También la vida escapa sin saber cómo, un día imprevisto, extraño.


05. El tiempo nuevo se impone sobre el tiempo viejo, lo sofoca, lo pisa, y sigue.


06. Parece ser que la alegría, la despreocupación, el simple gozo de vivir tienen su precio.


07. No sé de ningún niño que no se sintiera fuertemente atraído por el barro.


08. El tiempo, que todo lo vuelve ceniza, parece detenerse ante los árboles, y, como el viento, los abraza y se va.


09. Los árboles de un bosque se diferencian claramente entre sí, como los hombres, a poco de pasar un tiempo entre ellos.


10. En todo caso, ninguno de nosotros entendía claramente este nombre, pero contenía todo un mundo secreto, aparte y absolutamente nuestro.


11. Los niños no entienden la muerte, pero se dejan bañar por esa niebla de vapor -dulce y agria mezcla- que la rodea.


12. Ese era bueno, lo saben en el cielo y en la tierra. Así pasa siempre: los que son como él, mueren. Pero nosotros, viviremos largamente.


13. Ignorábamos tantas cosas, que vivíamos en un raro paraíso de nombres inventados, de hechos insólitos y llenos, a nuestro entender, de maravilla.


14. A los diez años se ama locamente cualquier cosa: la hierba, el aire, al amigo, las propias manos. No se apiada uno de nada, ni de uno mismo.


15. Ellos, los fáciles, se van. Nos quedamos los difíciles: los encallados, los retorcidos. Los que tenemos que arrancar todos los días la vida de las piedras.


16. Por alguna razón misteriosa y ancestral, todos los niños del mundo, hasta aquellos que viven en la ciudad y no lo vieron jamás, temen al lobo.


17. No todo el mundo sirve para pastor. Hay que tener un extraño y vivo amor a la soledad, y ese sexto sentido que avisa del peligro, del lobo, de la tormenta.


18. Siempre hay un niño que anuncia, como en la primera noche de la tierra, un astro que reluce igual que un clavo, suspendido allá arriba, frío y tenaz, amigo y desconocido.


19. Después de tanto tiempo, regresar al antiguo paisaje remueve y reaviva las imágenes borrosas, al parecer olvidadas, que saltan ante nosotros con un extraño significado actual y, a veces, patético.


20. La hora de la siesta está invadida de duendes, de nubecillas movedizas, de una lluvia menuda y seca -lluvia de arena- que hormiguea, detrás de los ojos. Es una hora inquieta, mal encajada.


21. Pero no entiendo estas cosas. En el fondo del pantano vivirá aún aquel río. Y, cerrando los ojos, lo veo intacto como un milagro. Un río de oro que corre hacia algún lugar de donde no se vuelve, como la vida.


22. Más tarde, supe que aquel escondite fue también patrimonio y secreto de mi madre y sus hermanos, y más tarde lo fue nuevamente de mi hermana pequeña y sus amigos. Pero ninguno de nosotros ni de ellos transmitió el secreto. Cada hornada de niños lo descubrió por sí solo, y cada grupo le dio un nombre distinto.

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