29. ¡Oh bondad infinita, bondad inmensa, que hasta del mal haces nacer todo este bien, trocando en bienes los males, maravilla más grande que la de la creación al salir la luz de las tinieblas!
30. (...) Mientras el leviatán, mayor que ningún otro viviente, tendido como un promontorio sobre aquel abismo, dormita o nada y se asemeja a una flotante playa sorbiendo y arrojando alternativamente todo un mar por sus agallas.
31. ¿Por qué donde falta la virtud, no han de faltar asimismo la fuerza y el ardimiento, y por qué el más audaz bien que parezca invencible no ha de ser también el más débil?
32. Todos los caminos me llevan al infierno. Pero ¡Si el infierno soy yo! ¡Si por profundo que sea su abismo, tengo dentro de mí otro más horrible, más implacable, que a todas horas me amenaza con devorarme!
33. De repente aparecen ante los ojos de Satán y los dos espectros los secretos del antiguo abismo, sombrío e inmenso océano, sin límites ni dimensiones, donde se pierden la extensión, la profundidad, el tiempo y el espacio.
34. Retrocedieron llenos de admiración todos los espíritus y me llamaron Pecado, considerándome como un presagio siniestro; pero familiarizados después conmigo, los prende de suerte que mis gracias seductoras rindieron a los que me miraban con más desvío.
35. Para los nobles como para los que no lo son, la vida más dulce es la más extraña a las armas, cuando no se acude a ellas por un impulso de desesperación.