28. Un año es mucho para los tiempos que corren. Estos días la gente olvida rápido. Es como un virus, pero que ayuda a sobrevivir.
29. Aquí, cuando las personas pierden el juicio, que es a menudo, son capaces de pegarse un tiro en el pie si creen que así dejarán cojo al vecino.
30. Todo crimen es como una cebolla: hay que cortar a través de muchas capas para ver qué esconde y por el camino hay que derramar unas cuantas lágrimas.
31. Una leyenda es una mentira pergeñada para explicar una verdad universal. Los lugares donde la mentira y el espejismo envenenan la tierra son particularmente fértiles para su cultivo.
32. Antes de salir se dio un último repaso en el espejo del recibidor y se concedió el visto bueno. "Te romperías el corazón a ti misma -pensó-. Si lo tuvieras".
33. El único pecado que no se perdona (...) es el de no tomar bando y resistirse a unirse a un rebaño u otro. Y donde hay rebaños de borregos siempre aparecen lobos hambrientos.
34. La felicidad, o lo más cercano a ella a que puede aspirar cualquier criatura pensante, la paz de espíritu, es aquello que se evapora por el camino que lleva del creer al saber.
35. - ¿Por qué son tan bobos a veces? - ¿Los hombres? Quién sabe. A lo mejor es porque la naturaleza es madre, aunque cruel, y los atonta de nacimiento. Pero algunos no están tan mal.
36. Nada como la química para domar la lírica. Pero no se me vaya a aficionar al truco, que el licor es como el matarratas o la generosidad: cuanto más se usa, menos efecto tiene.
37. La luz de la luna, descompuesta en mil cuchillas, se derramaba desde lo alto y perfilaba la geometría imposible de un sortilegio concebido a partir de todos los libros, todas las historias y todos los sueños del mundo.
38. El laberinto se alzaba frente a mí en un espejismo infinito. Una espiral de escalinatas, túneles, puentes y arcos tramados en una ciudad eterna construida con todos los libros del mundo ascendía hasta una inmensa cúpula de cristal.
39. Ese era siempre el método más eficaz para colarse en cualquier lugar de acceso restringido: comportarse como quien sabe adónde va y no requiere permiso ni orientación. El juego de la infiltración es similar al de la seducción: el que pide permiso ha perdido antes de empezar.
40. A la hora de mentir lo que hay que tener en cuenta no es la plausibilidad del embuste, sino la codicia, vanidad y estupidez del destinatario. Uno nunca miente a la gente; se mienten a ellos mismos. Un buen mentiroso les da a los bobos lo que quieren oír. Ese es el secreto.
41. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte.
42. Y dicho esto con más solemnidad de la que probablemente merece la ocasión, más vale aterrizar a ras de página y pedirle al amigo lector que nos acompañe al cierre de esta historia y nos ayude a encontrar lo más difícil para un pobre narrador atrapado en su propio laberinto: la puerta de salida.
43. ¿Ha oído decir usted alguna vez aquello tan socorrido de que en el amor y en la guerra está todo permitido? -Alguna vez. Normalmente en boca de los que están más por la guerra que por el amor. -Así es, porque en el fondo es mentira podrida. - ¿Es esta entonces una historia de amor o de guerra? Se encogió de hombros. - ¿Cuál es la diferencia?
44. Si algo he aprendido en este perro mundo es que el destino siempre está a la vuelta de la esquina. Como si fuese un chorizo, una furcia o un vendedor de lotería, sus tres encarnaciones más socorridas. Y si algún día decide usted ir a por él (porque lo que el destino no hace son visitas a domicilio), ya verá cómo le concederá una segunda oportunidad.
45. Cada día estaba más convencido de que la buena literatura tenía poco o nada que ver con quimeras triviales como "la inspiración" o "el tener algo que contar" y más con la ingeniería del lenguaje, con la arquitectura de la narración, con la pintura de las texturas, los timbres y los colores de la construcción, con la fotografía de las imágenes y con la música que podía producir una orquesta de palabras.
46. ¿Sabe una cosa, Daniel? Lo que pienso de verdad es que después de todo lo que usted y yo hemos pasado, aún soy aquel pobre infeliz que se encontró tirado en la calle y al que se llevó a casa por caridad, y que usted todavía es aquel crío desvalido que iba por el mundo perdido y tropezando con misterios sin cuento creyendo que si los resolvía, tal vez, de puro milagro, recuperaría el rostro de su madre y la memoria de la verdad que el mundo le había robado.
47. La mayoría de los mortales nunca llegamos a conocer nuestro verdadero destino; simplemente somos atropellados por él. Para cuando levantamos la cabeza y lo vemos alejarse por la carretera ya es tarde, y el resto del camino lo tenemos que hacer por la cuneta de aquello que los soñadores llaman la madurez. La esperanza no es más que la fe de que ese momento no haya llegado todavía, de que acertemos a ver nuestro verdadero destino cuando se acerque y podamos saltar a bordo antes de que la oportunidad de ser nosotros mismos se desvanezca para siempre y nos condene a vivir de vacío, añorando lo que debió ser y nunca fue.
48. En la guerra hizo fortuna y en el amor lo perdió todo. Estaba escrito que no había nacido para ser feliz y que nunca podría llegar a saborear el fruto que aquella primavera tardía había llevado a su corazón. Supo entonces que viviría el resto de sus días en el otoño perpetuo de la soledad sin más compañía ni recuerdo que el anhelo y el remordimiento, y que, cuando alguien preguntara quién había construido aquella casa y quién había vivido en ella antes de que se convirtiera en un embrujo de ruinas, las gentes que la habían conocido y sabían de su historia maldita bajarían la mirada y dirían, con voz leve y rogando que sus palabras se las llevase el viento: nadie.