Frases de El dios de las pequeñas cosas

El dios de las pequeñas cosas

27 frases de El dios de las pequeñas cosas (The god of small things) de Arundhati Roy... Historia de tres generaciones de una familia de la región de Kerala, en el sur de la India, que se desperdiga por el mundo y se reencuentra en su tierra natal. Una historia que es muchas historias.

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Frases de El dios de las pequeñas cosas Arundhati Roy

01. ¿Sabes lo que pasa cuando le haces daño a alguien? Cuando le haces daño a alguien, empieza a quererte menos. Eso es lo que pasa cuando dices palabras que ofenden. Haces que la gente te quiera un poco menos.


02. El secreto de las grandes historias es que no tienen secretos. Las grandes historias son aquellas que ya se han oído y se quiere oír otra vez. Aquellas a las que se puede entrar por cualquier puerta y habitar en ellas cómodamente. No engañan con emociones o finales falsos. No sorprenden con imprevistos. Son tan conocidas como la casa en la que se vive. O el olor de la piel del ser amado. Sabemos cómo acaban y, sin embargo, las escuchamos como si no lo supiéramos. Del mismo modo que, aun sabiendo que un día moriremos, vivimos como si fuéramos inmortales. En las grandes historias sabemos quién vive, quién muere, quién encuentra el amor y quién no. Y, aun así, queremos volver a saberlo. Ahí radica su misterio y su magia.


03. En aquellos primeros años amorfos en los que la memoria apenas se había iniciado, en los que la vida estaba llena de comienzos y no tenía finales, y todo era para siempre...


04. Si su propio dolor la angustiaba, el de su hijo la destrozaba.


05. Todos infringieron las normas. Todos entraron en territorio prohibido. Todos alteraron las leyes que establecían a quién debía quererse y cómo. Y cuánto.


06. El silencio llenó el coche como si empapara una esponja.


07. El silencio flotaba en el aire como una pérdida secreta.


08. Dos corazoncitos felices se elevaron como dos cometas llenas de colores en un cielo azul cielo.


09. Los peces de aguas profundas se taparon la boca con sus aletas y se rieron por lo bajito ante el espectáculo.


10. Incluso luego, en las trece noches que siguieron a aquella, instintivamente se aferraron a las pequeñas cosas. Las grandes cosas siempre quedaban dentro. Sabían que no tenían adonde ir. No tenían nada. Ningún futuro. Así que se aferraron a las pequeñas cosas.


11. Si eres feliz en un sueño, ¿Cuenta?


12. El cambio es una cosa y la aceptación otra.


13. Quizá sea cierto que las cosas pueden cambiar en un solo día. Que unas pocas docenas de horas pueden afectar al desarrollo de vidas enteras. Y que, cuando eso sucede, esas pocas docenas de horas, igual que los restos rescatados de una casa incendiada (el reloj carbonizado, la fotografía quemada, los muebles chamuscados), tienen que ser desenterradas de entre las ruinas y examinadas. Conservadas. Descifradas. Cosas comunes, pequeños hechos, destrozados y recuperados. Imbuidos de un significado nuevo. De pronto, se convierten en los huesos descoloridos de una historia.


14. Él hizo con sus temores una rosa perfecta. Se la ofreció en la palma de la mano. Ella la cogió y se la colocó en el pelo.


15. Pero no podemos entrar, porque han cerrado con llave y nos han dejado fuera. Y cuando miramos por las ventanas, no vemos más que sombras. Y cuando intentamos escuchar, no oímos más que susurros. Y no podemos entender los susurros porque nuestras cabezas han sido invadidas por una guerra. Una guerra que hemos ganado y hemos perdido a la vez. La peor clase de guerra. Una guerra que captura los sueños y los vuelve a soñar. Una guerra que nos ha hecho adorar a nuestros conquistadores y despreciarnos.


16. Si la tocaba, no podía hablarle; si la amaba, no podía dejarla; si hablaba, no podía escuchar; si luchaba, no podía ganar.


17. Hay cosas que traen su propio castigo.


18. Es curioso cómo, a veces, el recuerdo de la muerte pervive mucho más que el de la vida por ella arrebatada.


19. Hubo una época en que lo inconcebible se hizo concebible y ocurrió lo imposible.


20. La locura revoloteaba a su alrededor, a corta distancia, como un camarero servicial en un restaurante caro.


21. Hay cosas que uno no puede hacer, como escribir una carta a una parte de sí mismo. A sus pies, o a su pelo. O a su corazón.


22. Los olores, como la música, tienen el poder de evocar recuerdos. Inspiró profundamente y almacenó aquel olor para la posteridad.


23. No podía hacer dos cosas a la vez. Si la abrazaba, no podía besarla. Si la besaba, no podía mirarla. Si la miraba, no podía sentirla.


24. El mar era negro. La espuma, de color verde vómito. Los peces se alimentaban de vidrios rotos. Los codos de la noche se apoyaban sobre el agua, y las estrellas fugaces rebotaban en ella y se disolvían en miríadas de fragmentos. Las mariposas nocturnas iluminaban el cielo. No había luna. El podía nadar con un solo brazo. Ella nadaba con los dos. La piel de él estaba salada. La de ella, también. El no dejaba huellas en la arena, ni ondas en el agua, ni imágenes en los espejos. Ella hubiera podido acariciarlo con los dedos, pero no lo hizo. Simplemente, permanecieron de pie, juntos. Quietos. Piel contra piel.


25. A veces, cuando oía por la radio canciones que le gustaban, algo se agitaba en su interior. Un dolor líquido se extendía por debajo de su piel y huía del mundo como una bruja, rumbo a un lugar mejor y más feliz.


26. La biología dispuso la coreografía de la danza. El terror marcó el tiempo. Dictó el ritmo con que un cuerpo respondía al otro. Como si supieran que, por cada estremecimiento de placer, pagarían con una medida igual de dolor. Como si supieran que, cuanto más lejos llegasen, más atrapados estarían. Así que se contenían. Se atormentaban el uno al otro. Se daban muy despacio. Pero eso sólo empeoraba las cosas. Sólo acrecentaba el deseo. Sólo hacía que aún les costase más. Porque eso salvaba los escollos, eliminaba la torpeza y la precipitación de todo amor nuevo y los llevaba a una pasión febril.


27. Con la seguridad de un verdadero creyente, (...) les había asegurado a los gemelos que los gatos negros no existían. Decía que sólo se trataba de agujeros negros con forma de gato en el universo.

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