Frases de El coleccionista

El coleccionista

30 frases de El coleccionista (The collector) de John Fowles... Magistral novela donde el autor ubica a los personajes principales en una de las situaciones más extremas imaginables para dos personas, llevándolas a límites inimaginables.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de John Fowles son: secuestro, terror, obsesión, suspenso, adaptada al cine, supervivencia.

Frases de John Fowles

Frases de El coleccionista John Fowles

01. Lo que ocurre es que, para mí, usted es todo cuanto hay en el mundo por lo que merezca la pena vivir.


02. No se deben tener ideas fijas que uno está dispuesto a verter a cada momento con el único propósito de impresionar a los demás.


03. ¡El poder de las mujeres! Jamás me he sentido tan plenamente dueña de misterioso poder. ¡Los hombres dan risa! ¡Somos tan débiles físicamente...! ¡Somos tan incapaces ante ciertas cosas...!Y yo sigo siéndolo hasta hoy. Pero, no obstante, somos más fuertes que ellos. Podemos resistir su crueldad, mientras que ellos no pueden resistir la nuestra.


04. Era una muchacha imprevisible. Siempre estaba criticando mi modo de hablar. Recuerdo que un día me dijo: ¿Sabe lo que hace usted? ¿Sabe cómo la lluvia le arrebata el color a todo? Pues eso precisamente es lo que hace usted con el idioma inglés. Cada vez que abre la boca para decir una palabra, la esfuma, la borra, la emplasta.


05. Ansío pintar, pero pintar otras cosas. Campos, casitas, paisajes, vastas extensiones al aire libre, a la plena luz del sol. Es lo que he estado haciendo hoy. Recuerdos de la luz de España que acudieron a mi mente. Muros de color ocre, calcinados hasta volverse blancos a la luz del sol. Los muros de Ávila. Los patios de Córdoba... No trato de reproducir esos lugares, sino la luz de los mismos.


06. Me hace cambiar de ropa quiere que baile con él metafóricamente hablando, que le intrigue, le encandile, le asombre. ¡Es tan mentalmente lerdo, tan falto de imaginación, tan carente de vida! Blanco como el zinc. Veo que lo que ejerce sobre mí es una especie de tiranía. Me obliga a mostrarme cambiable a obrar. A alardear. Es esa odiosa tiranía de las personas débiles...


07. (...) Es como el fútbol. Dos bandos pueden desear ardientemente vencerse el uno al otro, y hasta odiarse mutuamente como bandos, pero si alguien se acercase para decirles que el fútbol es un juego idiota, que no merece la pena de jugarse o interesarse por él, se unirían para oponerse al intruso. Lo que cuenta es lo que se siente, y nada más. ¿No lo comprende?


08. ¿Sabe usted que todas las grandes cosas que han sucedido en la historia del mundo, sobre todo en las artes, y en todas las cosas hermosas de la vida son en realidad lo que usted llama sucias o feas, o han sido causadas por sentimientos sucios o feos según su criterio? Sí, sí: por la pasión, el amor, el odio, la verdad... ¿Lo sabía usted?


09. El pintor (...) lo odia todo, en política, en pintura y en todo lo demás, que no sea legítimo, profundo y necesario. No tiene tiempo para las cosas triviales y tontas. Vive seriamente. No va a ver estúpidas películas, aunque desee ir; no lee diarios "bajos"; no escucha todas esas paparruchas que propalan la Televisión y la Radio: y no pierde el tiempo en hablar de cosas que no son nada. En una palabra: Usa su vida.


10. ¿Por qué tiene siempre presentes esas estúpidas palabras "sucio, feo, correcto, digno"? ¿Por qué le preocupa tanto lo que es o no correcto? Usted es como una viejecita que opina que el casamiento es sucio, y que todo lo que no sean tacitas de té tomadas en una habitación antigua con olor a humedad, es sucio y feo. ¿Por qué se empeña usted en despojar de toda vida a la vida? ¿Por qué da muerte a toda la belleza?


11. (...) A mí me encantaba siempre verla dibujar: lo hacía rápidamente con enorme facilidad, y uno recibía la impresión de que no podía esperar para expresar con líneas lo que pensaba. Naturalmente, mis pensamientos de aquel día distaban mucho de ser alegres. Era típico de mi carácter no haber trazado plan alguno para la emergencia. No sé que pensaba que iba a suceder. No sé siquiera si no pensé en cumplir el convenio que teníamos, aunque el mismo me había sido impuesto, y las promesas forzadas no son promesas, según suele decirse.


12. Algunas veces me irrita tanto, que podría gritarle enfurecida. Y no sólo por su aspecto, aunque debo decir que es bastante malo. Siempre se muestra respetable. Su pantalón tiene siempre las rayas planchadas. Sus camisas están siempre impecablemente limpias. Realmente creo que se sentiría más feliz si usase cuellos almidonados. Y siempre está de pie. Es el más tremendo campeón de esa postura que he conocido en mi vida. Y siempre con esa expresión "lo siento mucho" en su rostro, que empiezo a darme cuenta que en realidad es contento. El puro deleite de tenerme bajo su poder, de estar en condiciones de poder pasarse todos los días mirándome. No le importa lo que yo digo y lo que siento. Mis sentimientos no significan nada para él. El hecho que le importa es que me tiene en su poder. Podría gritarle insultos todo el día, pero a él no le importaría absolutamente nada. Lo que él quiere es tenerme: mi exterior, no mis emociones, mi mente o mi alma, o hasta mi cuerpo. No le interesa nada humano de mí.


13. Si uno es un verdadero pintor, da todo su ser a su arte. Todo lo que no alcance a ser eso, significa que uno no es un artista.


14. Lo único que realmente importa es sentir y vivir lo que uno cree, siempre que sea algo más que una simple creencia en el propio bienestar.


15. ¿No lee usted nunca verdaderos libros, serios, de los que cuentan? (Silencio). Quiero decir, libros referentes a cosas importantes, escritos por autores que sientan realmente la vida, no esas paparruchas con tapa de papel, editadas para que la gente pase el tiempo en el tren. ¿Comprende lo que quiero decirle? ¡Libros!


16. Hay que crear siempre, constantemente. Y hay que obrar, creer en algo. Hablar de obrar es una jactancia, como vanagloriarse de las telas que uno va a pintar. Y eso está terriblemente mal.


17. Quiero decir que la belleza lo confunde a uno, hasta que llega el momento en que ya no sabe qué es lo que quiere hacer, ni lo que debe hacer.


18. Eso de olvidar no es algo que uno haga, sino algo que sucede. Y a mí no me sucedió, así que comprendí que aquella ilusión era muy tonta.


19. "¡Déjese de pensar en la diferencia de clases!", me decía. Era como si un rico le dijese a un pobre: "¡Déjese de pensar en el dinero!".


20. Siempre he intentado ocurrirle yo a la vida, pero comprendo que ha llegado el momento de dejar que la vida, con todas sus cosas, me ocurra a mí.


21. El verdadero artista tiene que desprenderse de su viejo Yo, que le estorba para llegar. Si uno pertenece a los suburbios (como me doy cuenta que son papá y mamá, porque sus burlas contra los suburbios no son más que una careta), elimina todo lo suburbano en uno, y lo mismo ocurre si pertenece a la clase trabajadora.


22. Sé que la bomba H es una monstruosidad. Pero ahora me parece que también es una monstruosidad eso de ser tan débil, ¡Tan completamente débil!


23. Odio a los ineducados y los ignorantes. Odio a los pomposos y a los falsos. Odio a los envidiosos y a los resentidos. Odio a los avinagrados, a los mezquinos y a los malignos. Odio a toda esa legión de pequeños seres ordinarios y embotados que no se avergüenzan de serlo.


24. No era que quisiera aparecer como noble. Le desprecio demasiado para odiarlo, eso es todo. Es raro. Porque si realmente ocurriese eso de la justicia, probablemente declararía en su favor. Sé que no podríamos encontrarnos otra vez. Y comprendo que jamás podría curarle. Por la sencilla razón de que soy su enfermedad.


25. Cuando una persona dibuja algo, ese algo vive, pero al fotografiarlo, muere.


26. ¡Usted no es un ser humano! ¡Usted no es más que un sucio gusano! ¡Sí, un asqueroso gusano!


27. ¡Qué encantador es ver una bañera de agua caliente y todas las demás instalaciones de un excelente cuarto de baño! Tan encantador, que casi no me importó, por un buen rato, estar prisionera. Me metí allí, y le hice esperar horas y horas, fuera, cerca de la puerta. Pero no pareció que le importase mucho.


28. Todos queremos cosas que no podemos conseguir. Ser una persona decente es aceptarlo y conformarse.


29. El poder... ¡Se ha convertido ahora, para mí, en una cosa tan real...!


30. (...) Tiene otras vigas, rinconcitos y deliciosos ángulos arquitectónicos, que sólo un arquitecto podría acumular en un milenio en una sola estancia.

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