Frases de Amor perdurable

Amor perdurable

25 frases de Amor perdurable (Enduring love) de Ian Mcewan... Con la sutil ironía y peculiar gusto por la comicidad, McEwan urde una ambigua fábula moral, un thriller apasionante acerca de la naturaleza misma del amor, y su localización en la encrucijada entre la racionalidad y la locura.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Ian Mcewan son: obsesión, acoso, naturaleza del amor, egoísmo, búsqueda de la felicidad, destino, fábula, locura y cordura.

Frases de Ian Mcewan Libros de Ian Mcewan

Frases de Amor perdurable Ian Mcewan

01. (...) El tiempo nos protege de nuestros peores errores.


02. ¿Para qué? Esto es muy bonito pero nosotros no somos felices.


03. He ahí un ejemplo perfecto de la vacilante estructura de una mente trastornada.


04. Nada podía demostrar su error, nada se requería para demostrar su acierto.


05. Te quiero más ahora que te he visto completamente desquiciado...¡Por fin se desmorona el racionalista!


06. Pero soltarnos fue también algo natural. El egoísmo también está escrito en nuestros corazones.


07. No sentía nada, en absoluto. No dije una palabra, no porque me hubiese quedado mudo sino porque no sentía nada.


08. Quizá podría tranquilizarme recordando el hecho de que, a pesar de todas nuestras preocupaciones, seguíamos formando parte de aquella dependencia natural.


09. Descendíamos de los indignados y apasionados narradores de medias verdades que, para convencer a otros, primero se convencían a sí mismos..


10. Mi apatía desapareció al comprender sencillamente que lo que veía era amor y la lenta agonía de su destrucción.


11. Todo comienzo es un artificio, y la elección de uno sobre otro radica en el sentido que dé a los hechos posteriores.


12. Lo vimos caer. Advertimos la aceleración. Ni perdón ni dispensa especial para la carne, ni para el valor ni la generosidad.


13. No encontraba un término adecuado para expresar cómo me sentía. Sucio, contaminado, desquiciado: algo físico, pero también algo moral.


14. Todo, cada gesto, cada palabra que decía, iba siendo almacenado, recogido y apilado, leña para el largo invierno de su obsesión.


15. Nos comportábamos con escrupulosa superficialidad pues sabíamos que cualquier otra cosa, la seca cortesía por ejemplo, sacaría aquella farsa a la luz.


16. Toda causa tiene sus antecedentes. Todo comienzo es un artificio, y la elección de uno sobre otro radica en el sentido que dé a los hechos posteriores.


17. Hay ciertos errores que ninguna cantidad de astronautas puede corregir. Como el mío, el día anterior. Pero ¿Qué había hecho yo o dejado de hacer?


18. Cuando nuestras miradas se cruzaban, era como si nuestro ser más mezquino y sombrío se llevara las manos a la cara para impedir toda posibilidad de entendimiento.


19. Lo que había escrito no era verdad. No aspiraba a la búsqueda de lo verdadero, no era ciencia. Era periodismo, periodismo de revista, cuya norma última era la amenidad.


20. Vivíamos en una bruma de percepciones difíciles de compartir, poco fiables, y nuestros datos sensoriales estaban deformados por un prisma de deseos y convicciones que también afectaba a la memoria.


21. Ansiedad, aversión por el futuro. Culpabilidad y premonición, unidas por una línea que iba del pasado al futuro y girando en torno al presente: el único momento que podía experimentarse.


22. Quizá sea un poco lento, pero me han hecho falta cuarenta y tantos años para comprender que no hay que satisfacer una petición sólo porque sea legítima o esté bien expuesta.


23. Había en aquella descripción algo indispensable para el ciclo del carbono o la producción del nitrógeno? Ya no formábamos parte de la gran cadena. Nuestra propia complejidad nos había expulsado del Edén.


24. Sentí cierta desilusión. Nadie se ponía de acuerdo en nada. Vivíamos en una bruma de percepciones difíciles de compartir, poco fiables, y nuestros datos sensoriales estaban deformados por un prisma de deseos y convicciones que también afectaba a la memoria.


25. Se sabía que el ADN estaba en los cromosomas y que su química había sido descrita por Miescher, quien en 1892 conjeturó en una carta a su tío que el ADN podría codificar la vida del mismo modo que un alfabeto codifica el lenguaje y los conceptos.

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