Frases de Cristina hija de Lavrans - 2

26. La sombra de las nubes resbalaba sobre los grandes espacios, al norte; pero sobre las cumbres el cielo estaba despejado. Las cumbres, desprovistas de su capa de brumas, eran una sucesión de azules.


27. Había regresado a Haugen para suplicarle que regresara al hogar, que llenara todos los días su copa de inquietudes y de incertidumbres, de temores y vanas esperanzas, de aspiraciones que se desvanecerían...


28. (...) Y al mismo tiempo ella suspiraba con una dulzura nostálgica por un nuevo peso. Suspiraba con tierno vértigo por quien elegiría domicilio en sus entrañas por espacio de nueve largos meses.


29. Mientras el frío envaraba poco a poco su cuerpo, emprendió de nuevo una de sus evasiones nocturnas, que tanto conocía, e intentó abrirse un camino hacia un refugio de paz para su corazón.


30. En este mundo, donde los seres sólo se unen y engendran nuevas generaciones bajo la atracción de las pasiones de la carne, el dolor y las decepciones son tan inevitables como las heladas otoñales.


31. ¿Sabes, (...), que por vieja que sea no me disgusta que los hombres me crean lo bastante bonita como para querer cerrarme el paso? Un hombre correcto sólo podía contestar a esas palabras de una manera.


32. Todos disfrutaban con la lectura, pero a Cristina la turbaba y desesperaba; pensaba en su propio corazón, que tan bien conocía lo justo y lo bueno y, no obstante, se inclinaba siempre hacia la iniquidad.


33. Era terrible viajar en aquella época, en pleno invierno, subiendo a los valles y cogiendo luego el barco hasta Nidaros. Pero viajaba para servir al rey, de modo que el refunfuñar no le servía de nada.


34. No se había creído capaz de sufrir de aquel modo, eran ya demasiadas las veces que se había sentido morir, pero aún esta vez experimentaba cómo el corazón le estallaba en pedazos.


35. El mundo es así desde que Adán y Eva comieron el fruto del árbol prohibido...Y esto ocurrió mucho antes de que yo naciera. Hemos nacido en el pecado, con el pecado dentro de nosotros, ¿Qué puedo hacer yo?


36. ¿No crees que, a los ojos de dios, somos todos como niños por los que debe velar, impotentes como somos, a causa del pecado? Y, en cambio, no podemos considerarnos como los que han tenido la peor parte aquí abajo.


37. En realidad he hecho muchas cosas que en otro tiempo creí que no me atrevería a hacer por temor al pecado. Pero no me daba cuenta de que el pecado viene después, cuando alguien debe pisotear a otra persona.


38. El rumor del mar y de la tormenta llegaba hasta ellos, sordo y apagado, a través de las paredes de turba. De vez en cuando, una bocanada de aire entraba, soplaba las brasas del hogar y agitaba levemente la llama de la lámpara de aceite.


39. Los buenos días pueden durar siempre si se es prudente y se cuida uno de sí mismo y de lo que tiene: esto lo saben todas las personas razonables y por eso, creo yo, se conforman con los días buenos, porque los días deliciosos se pagan caros.


40. (...) Pero a veces, cuando hablas con tanta dulzura que parece que tu boca está llena de miel, tengo miedo de que estés pensando en los agravios que se te han hecho, y Dios juzgará si eres tan devota y buena en el fondo de tu corazón como en tus palabras.


41. (...) Había comprendido que la extraordinaria dulzura de su padre no significaba que no viera claramente las pasiones y las villanías de los hombres, sino que nacía del hecho de sondear siempre su corazón en presencia de dios, destrozándolo con la contrición y el arrepentimiento de sus culpas.


42. (...) He viajado, además, por todo el mundo, y puedes estar segura de que tengo miedo del demonio y me hace sentir unos amores y deseos terribles. Pero me agarro a la cruz con todas mis fuerzas... hay que agarrarse a ella como un gatito a un madero cuando se cae al agua.


43. Vos podríais darles lecciones a esos señores, y recordarles que antes los jefes noruegos no tenían por costumbre estarse quietos y soportar los abusos de su rey. Esto os costó vuestros feudos y posesiones, mientras los que estaban con vos no perdieron ni una pluma. Sólo vos habéis pagado por todos.


44. Los campesinos recuerdan más a los pocos hombres que salieron de la nada con las armas en la mano y son ahora señores, que la innumerable masa de gente que ha naufragado en la más negra pobreza y miseria. Sin embargo, ningún señor fue tan duro con los campesinos como estos que salieron de la nada; Creo que ellos dieron origen al refrán: no hay nada peor que un pariente.


45. Fue un efecto de la misericordia de Dios que, habiendo visto cómo nuestros corazones están divididos, hubiera bajado a la tierra y vivido entre nosotros para sentir en su carne las tentaciones del demonio cuando nos seduce con el poder, la magnificencia y las amenazas del mundo, cuando nos inflige golpes, burlas y heridas sangrientas de clavos en las manos y en los pies. Y es así cómo nos enseñó el camino y nos manifestó su amor...

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