
25 frases de Cartas a un amigo alemán (Lettres à un ami allemand) de Albert Camus... Cuatro cartas escritas entre julio de 1943 y julio de 1944, días después de la liberación de París. Se trata de un documento de la lucha contra la violencia.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Albert Camus son: consecuencias de la guerra, dignidad del ser humano, no violencia, posguerra, segunda guerra mundial, corresponsales de guerra, tolerancia, fundamentalismo, búsqueda de la felicidad.
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Frases de Cartas a un amigo alemán Albert Camus
01. Amo demasiado a mi país para ser nacionalista.
02. Lo que su victoria no haya podido mermar, lo consumará su derrota.
03. Me gustaría amar a mi país sin dejar de amar a la justicia.
04. Ustedes no tienen nada que vencer ni en su corazón ni en su inteligencia.
05. La felicidad es la mayor de las conquistas, la que hacemos contra el destino que se nos impone.
06. Hemos aprendido el secreto de toda victoria y, si no lo perdemos algún día, conoceremos la victoria definitiva.
07. ¿Qué es el hombre? Pero ahí, alto, porque lo sabemos. El hombre es esa fuerza que acaba siempre expulsando a los tiranos y a los dioses.
08. Algún día habrá de caer la estúpida frontera que separa nuestros dos territorios (Francia e Italia) que, junto con España, forman una nación.
09. Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que algo en él tiene sentido y es el hombre, porque es el único ser que exige tener uno.
10. No nos justifica cualquier amor. Eso es lo que los pierde a ustedes. Y si ya estaban vencidos en sus mayores victorias, qué ¿No será con la derrota que se avecina?
11. Nunca ha creído usted en el sentido de este mundo y de ello ha extraído la idea de que todo era equivalente y de que el bien y el mal se definían a nuestro antojo.
12. Hemos tenido que vencer nuestro amor al hombre, la imagen que nos forjábamos de un destino pacífico, esa honda convicción de que ninguna victoria compensa, en tanto que toda mutilación del hombre es irreversible.
13. Y a decir verdad, a mí, que creía pensar como usted, no se me ocurrían argumentos que oponerle, como no fuera un profundo amor a la justicia que, en definitiva, me parecía tan poco racional como la más súbita de las pasiones.
14. La grandeza de mi país no tiene precio. Cuanto contribuya a llevarla a cabo es bueno. Y en un mundo en el que ya nada tiene sentido, quienes como nosotros, los jóvenes alemanes, tienen la fortuna de encontrarle sentido al destino de su nación y deben sacrificárselo todo.
15. Quiero primero explicarle qué clase de grandeza nos mueve. O sea, cuál es el valor que aplaudimos, que no es el suyo. Porque poca cosa es saber correr al combate cuando lleva uno toda la vida ejercitándose para ello y la carrera le es más consustancial que el pensamiento.
16. Luchamos por ese matiz que separa el sacrificio de la mística; la energía de la violencia; la fuerza, de la crueldad; por ese matiz aún más leve que separa lo falso de los verdadero y al hombre que esperamos, de los cobardes dioses que ustedes soñarán.
17. Porque poca cosa es saber correr al combate cuando lleva uno toda la vida ejercitándose para ello y la carrera le es más consustancial que el pensamiento. Es mucho, por el contrario, avanzar hacia la tortura y la muerte cuando se sabe a ciencia cierta que el odio y la violencia son cosas vanas en sí.
18. Al convertir usted su desesperación en una embriaguez, al liberarse de ella erigiéndola en principio, aceptaba destruir las obras del hombre y luchar contra él para consumar su miseria fundamental. Mientras que yo, negándome a admitir esa desesperación y ese mundo torturado, aspiraba tan sólo a que los hombres recobrasen la solidaridad para entrar en lucha contra su indignante destino.
19. (...) Poca cosa es saber correr al combate cuando lleva uno toda la vida ejercitándose para ello y la carrera le es más consustancial que el pensamiento. Es mucho, por el contrario, avanzar hacia la tortura y la muerte cuando se sabe a ciencia cierta que el odio y la violencia son cosas vanas en sí. Es mucho combatir despreciando la guerra, aceptar el perderlo todo conservando el amor a la felicidad, correr a la destrucción con la idea de una civilización superior.
20. Nuestra difícil hazaña estribaba en seguirles en la guerra, sin olvidar la felicidad. Y, a través de los clamores y la violencia, intentábamos conservar en el corazón el recuerdo de un mar feliz, de una colina jamás olvidada, la sonrisa de un rostro amado. Al propio tiempo, era nuestra mejor arma, la que no rendiremos jamás. Porque el día en que la perdiéramos, estaríamos tan muertos como ustedes. Sencillamente, sabemos ahora que las armas de la felicidad exigen mucho tiempo y demasiada sangre para ser forjadas.
21. En esta noche de Europa por la que corren los efluvios del verano, millones de hombres armados y desarmados se disponen a combatir. Pronto amanecerá el día en que les venceremos. Sé que el cielo, que fue indiferente a sus atroces victorias, seguirá siéndolo a su justa derrota. Tampoco hoy espero nada de él. Pero habremos contribuido al menos a salvar al ser humano de la soledad a la que querían ustedes reducirlo. Por haber despreciado esa fidelidad al hombre, serán ustedes quienes mueran solitarios a millares. Ahora, puedo decirle adiós.
22. Es una tierra magnífica, hecha de esfuerzo y de historia. Revivo los peregrinajes que realicé con todos los hombres de Occidente; las rosas en los claustros de Florencia, los bulbos dorados de Cracovia, el Jradschin y sus palacios muertos, las estatuas contorsionadas del puente Carlos en el Moldava, los delicados jardines de Salzburgo. Todas esas flores y piedras, esas colinas y paisajes donde el tiempo de los hombres y el tiempo del mundo han mezclado los viejos árboles con los monumentos. Mi recuerdo ha fundido todas esas imágenes superpuestas para convertirlas en un solo rostro, que es el de mi patria mayor.
23. Nos hemos visto obligados a participar de su filosofía, a aceptar parecernos un poco a ustedes. Habían elegido el heroísmo sin norte, porque es el único valor que queda en un mundo que ha perdido el sentido. Y al elegirlo para ustedes, lo eligieron para todo el mundo y para nosotros. Porque tuvimos que imitarles para no morir. Pero caímos en la cuenta entonces de que nuestra superioridad sobre ustedes radicaba en tener un norte. Ahora que esto va a acabar, podemos decirles lo que hemos aprendido, y es que el heroísmo es poca cosa; es más difícil la felicidad.
24. Nosotros teníamos mucho que dominar y, tal vez, para empezar, esa perpetua tentación que experimentamos de parecernos a ustedes. Porque siempre hay algo en nosotros que se deja llevar por el instinto, el desprecio a la inteligencia, el culto a la eficacia. Nuestras grandes virtudes terminan por hastiarnos. Nos avergüenza la inteligencia y a veces imaginamos alguna venturosa barbarie en la que la verdad surgiera sin esfuerzo. Pero, en lo que a eso atañe, la curación es fácil: ahí están ustedes para mostrarnos lo que ocurre con la imaginación, y nos enmendamos. Si creyera en algún fatalismo de la historia, pensaría que están ustedes junto a nosotros, ilotas de la inteligencia, para corregirnos. Renacemos entonces al espíritu, nos acomodamos a él.
25. Cuando el autor de estas cartas dice "ustedes", no quiere decir "ustedes, los alemanes", sino "ustedes, los nazis". Cuando dice "nosotros", no siempre significa "nosotros, los franceses" sino "nosotros, los europeos libres". Contrapongo con ello dos actitudes, no dos naciones, por más que esas dos naciones hayan encarnado, en un momento determinado de la historia, dos actitudes enemigas. Si se me permite utilizar una frase que no es mía, amo demasiado a mi país para ser nacionalista. Y sé que ni Francia ni Italia perderían nada 3 -más bien al contrario- abriéndose a una sociedad más amplia. Pero distamos todavía de eso y Europa sigue desgarrada. Por eso me avergonzaría hoy dar a entender que un escritor francés pueda ser enemigo de una nación. Sólo aborrezco a los verdugos. El lector que quiera leer las Cartas a un amigo alemán bajo esa perspectiva, o sea, como un documento de la lucha contra la violencia, admitirá que pueda afirmar ahora que no reniego de una sola palabra de ellas.