Frases de Cartas a Felice - 2

41. Mi pobre amor (pobre porque todos somos pobres y porque a los pobres, cuando no se les puede ayudar de otra manera, se les acaricia la mejilla).


42. ¿No supone para ti un tormento el escribirme tanto? Una línea tuya me produce tanta alegría que no es posible que cinco me produzcan más.


43. Soy tuyo a más no poder, esto puedo decirlo gracias a la visión de conjunto que, a estas alturas, poseo sobre mis treinta años de existencia.


44. (...) La vida humana es un edificio de muchos pisos, el ojo no ve más que una posibilidad, pero en el corazón están reunidas todas las posibilidades.


45. Pero antes de irme a dormir quiero, puesto que tú lo deseas y puesto que es tan sencillo, decirte una vez más al oído cuánto te amo.


46. Para que lo sepas, mi amor, pienso en ti con tanto amor y devoción como si Dios te hubiera confiado a mí con las más inequívocas palabras.


47. Querida Felice, puede decirse que es la primera vez en diez días que mi mano toma la pluma con objeto de escribir algo para mí. Así es como vivo.


48. Dios mío, son tantas las cosas que me quedan por decirte y por contestar, y una vez más hay que poner punto final, que además ya son las 3.


49. La oficina se hace más fea por el contraste que forma con tus cartas, pero por otro lado se hace más bella por ser allí donde tus cartas llegan.


50. Así que, ¡en pie, mi amor! ¡Manos a la obra! Sea lo que sea aquello que te empuje hacia mí, soy yo quien se beneficia, pues te tomo en mis brazos.


51. No, ya no escribo más, se me han quitado por completo las ganas, voy a acostarme pronunciando tu nombre, Felice, Felice, tu nombre que lo puede todo, tanto inquietar como serenar.


52. Pero es preciso, pues si no contestas tengo el sentimiento -que ningún razonamiento consigue disipar- de que te apartas de mí, de que hablas con otros y de que me has olvidado.


53. Ah, querida, ya es hora de terminar y de besarte, de lo contrario mi jefe se interpondrá entre nosotros, y eso hay que evitarlo. ¡Mi amor, mi amor! Estos dos gritos más.


54. Querida Felice, ampliando el tema del sanatorio, que esta mañana traté solo de pasada. Mi principal objeción contra los sanatorios consiste en que consumen inútilmente demasiado tiempo y demasiados pensamientos.


55. (...) Por otro lado, estás tú, mi amor, que eres capaz de resistir este complejo doloroso, y por ello, como gratitud y al mismo tiempo castigo, no cabe sino una interminable lluvia de besos.


56. Felice, te lo ruego, ponme unas letras, ya sean bondadosas o malignas, no aumentes mis penas, no las hagas mayores de lo que son, el silencio es el peor castigo que se pueda imaginar.


57. Así es, para que lo sepas, la verdad es que estamos ya más allá de los besos, y habiéndolo reconocido así, no me queda otro signo que el de simplemente acariciar tu mano.


58. ¡Basta ya de esto! ¿Vendrán tiempos mejores? Felice, abre los ojos y déjame mirar en ellos, si contienen mi presente, ¿Por qué no habría de encontrar también mi futuro en ellos?


59. Para mí cada una de tus cartas es infinita, por corta que sea ,la leo hasta llegar a la firma y vuelvo a empezarla, y así sigo en el más hermoso de los círculos.


60. Querida, inauguremos una vida mejor junto con este papel de cartas de mejor calidad. Acabo de sorprenderme en el acto de mirar hacia lo alto mientras escribía la última frase, como si tú estuvieras allí.


61. Esta mañana, al pasarme por la cabeza todos estos pensamientos mientras contemplaba el claro cielo veneciano desde la cama, me sentí bastante avergonzado y desdichado. Pero ¿Qué puedo hacer, Felice? Tenemos que decirnos adiós.


62. Siempre es lo mismo, como a lo largo de toda la historia del mundo cada cual elige su terreno para combatir. No me va a quedar otro remedio que conquistar yo también el otro terreno.


63. Por otra parte, no hay curación sino de persona a persona, al igual que solo de persona a persona hay transmisión de dolor, como sucede en este caso entre sus dolores de cabeza y yo.


64. En estos momentos, mi amor, deberías de estar aquí (extraña invitación, hace ya mucho que sonó la medianoche), íbamos a pasar una noche hermosa, tranquila, tan tranquila que al final te sentirías inquieta.


65. Viernes por la tarde. Los días que paso aquí, separado de ti, puedo muy bien confundirlos, no tienen ningún sentido para mí. Para mí es como si el mundo entero se hubiera hundido en tu ser.


66. Puede decirse que mi corazón goza de una relativamente buena salud, pero no es nada fácil, para un corazón humano, resistir la tristeza que produce el escribir mal y la dicha que produce el escribir bien.


67. Pero baila cuanto querrás, yo me voy a dormir, y gracias al poder de los sueños -si Dios quiere- te arranco, contra la voluntad de todos, del torbellino de la danza y te atraigo silenciosamente hacia mí.


68. ¿Que si me enamoré de ti inmediatamente aquel día? ¿Es que no te lo dije ya por carta? Desde el primer momento, y del modo más sorprendente e incomprensible, me resultaste indiferente, y por eso mismo familiar.


69. Pero si es posible me haré una para ti, tanto me importa el que, al menos en imagen, me tengas en tus manos, en tus manos reales, quiero decir, pues entre tus manos imaginarias hace ya mucho que estoy.


70. Con cada respuesta a una pregunta de este tipo me siento penetrar en ti más hondo, obtengo una nueva autorización para vivir dentro de ti, y por un instante cambio un simulacro de vida por una ardiente realidad.


71. Pero ahora déjate besar por mí largamente y con la mayor serenidad posible, por favor te lo pido, después de todo lo dicho, deja que te bese como hace mucho tiempo no me atrevía ni a pensarlo.


72. Los padres no quieren otra cosa que arrastrarle a uno hacia ellos, hacia la sima de aquellos tiempos de los que uno deseaba elevarse en busca de respiro, esto lo quieren por amor, desde luego, pero eso es lo verdaderamente espantoso.


73. Es que a aquella carta me ha contestado usted con esta que tengo ahora a mi lado, con esta carta que me produce una ridícula alegría y sobre la que en este instante pongo mi mano para sentir que la poseo.


74. Suponiendo que valga la pena decirlo, mi boca te pertenece por completo, excepto a ti no beso a nadie, ni a mis padres ni a mis hermanas ni a mis implacables tías, nadie tiene sitio en mi mejilla, que se aparta estremecida.


75. Dices, por ejemplo, que el domingo por la noche te escribí solo un par de líneas, cuando debieron de ser por lo menos ocho páginas y un interminable suspiro. Mi amor, si Correos no nos acerca muy pronto, jamás nos encontraremos.


76. Tienes razón, Felice, en los últimos tiempos con frecuencia me fuerzo a escribirte, pero el hecho de vivir y el hecho de escribirte son dos cosas que se me han convertido casi en una, de modo que también me fuerzo a vivir.


77. Evidentemente, no puedo olvidarte cuando te escribo, puesto que tampoco puedo hacerlo en ningún otro momento, pero no quiero, mediante la invocación de tu nombre, despertarme, por así decirlo, de esa modorra desde la que únicamente me sería permisible decir esas cosas.


78. Ahora mi vida se ha hecho más ancha de pensar en usted, apenas pasa un cuarto de hora estando despierto sin que le haya dedicado un pensamiento, así como muchos otros cuartos de hora en los que no hago otra cosa que pensar en usted.


79. Querida, querida Felice mía, hoy no ha habido carta, claro que hoy es perfectamente normal que no la haya, pero tratándose de tus cartas me es imposible distinguir entre lo normal y lo anormal, simplemente quiero recibirlas, me es preciso recibirlas, ellas me mantienen vivo.


80. No puedo creer que exista un cuentos de hadas en el que se haya luchado por una mujer más y con mayor desesperación de lo que en mi interior se ha luchado por ti, desde el principio y siempre de nuevo y tal vez para siempre.

Obras similares

Obras que comparten tramas, ideas o sucesos históricos con "Cartas a Felice" de Franz Kafka.

Libros parecidos

Síguenos