
10 frases de Cartas para que la alegría de Arnaldo Calveyra... Poesías circulares donde el autor habla del tiempo como un fenómeno que acontece, que evoluciona y se concentra en cosas sencillas y no tanto, como la finitud y la muerte.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Arnaldo Calveyra son: sentido de la vida, enamorarse, conciencia de la muerte, paso del tiempo.
Frases de Cartas para que la alegría Arnaldo Calveyra
01. Se redondeaban las gotas en una torta frita, en dos, en fuente de amor de tortas fritas.
02. En el ferry fue tan lindo mirar el agua. ¿Y sabes? No supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.
03. Un galope abría ramadas hacia el este de las tunas; no podíamos saber quién era, qué era, tan así, tan a campo traviesa; y luego, los perros, todos que ladraban y parecían acometer algo de bulto por su furia momentáneamente ensimismada.
04. Rayuela canta en espiral con un pie en el suelo y el otro pie sin donde. ¡A llegar, a llegar! , y ya en el cielo de meollo bambolear la gracia, la vida entera.
05. No te dije de la luna. La luna es lo más alto. Cuando la mirábamos, ¿Por qué hacíamos retemblar el índice sobre el labio hasta provocar un beruberu de acompañarla? ¿Nos lo enseñaste tú o papá?
06. ¿Es que viste alguna vez al bien y al mal separados?, ¿La escoria a muchas leguas de la rosa? (...) ¿Le diremos a la maleza que no suba? ¿A la maleza que no mienta pruebas en su favor y en su contra?
07. ¿Y cómo nos repartías el amor no te acuerdas descanso de tu rostro en el día de campanada subiendo , ¿De cómo no cambiaba el azul de tu encontrada cuando ibas con todos nosotros al buen día del aula?
08. Y ahora que ya es de noche, estoy contento de parecerme al mar, y caigo también sobre la hoja con este hermoso destino de continuar ese mar y este viento y tocar el poblado allá en la guardia inquietada de los álamos.
09. Yo hubiera querido esa poca luz pasando a la altura de los ojos pero alguien murmuró que igualmente había que encenderla, y me levantaron de cabezal de agua y bailaba con una soledad de la isla jacarandá. "Tienes que amar mucho", me dijo la rama. "¿Y esto? ", le dije, y no pude sino despertarme. Era la rama con la luz.
10. La muchachita guardapolvo blanco venía a la cocina a darnos el buen día, no esperaba la campanada de entrar al aula. Una mañana me encontró llorando, y me di vuelta para que no viera que lloraba. Ella se apuró en la mentira hasta el punto porque otras niñas andaban por ahí con miradas de irse sacándonos la lengua. Tenía la facilidad de subirse a la cara las margaritas silvestres sin arrancarlas, ¿No recordarías su nombre?