
Disfruta de estas 22 frases de "Bocas del tiempo"... Travesía por los temas más diversos: el amor, la infancia, el agua, la tierra, la palabra, la imagen, la música... Una multitud de pequeños relatos que cuentan, juntos, una sola historia.
Índice
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "Bocas del tiempo", de Eduardo Galeano son: naturaleza del amor, infancia, amor por la naturaleza, ambición de poder, consecuencias de la guerra, dignidad del ser humano, búsqueda de la felicidad, valorar la vida, paso del tiempo, matrimonio, exilio.
Frases de "Bocas del tiempo"
01. La máquina lo consolaba: Si las mujeres fueran necesarias, Dios tendría una.
02. ¿No ve que en el Paraíso no habla médicos? Las enfermedades vinieron después de los médicos.
03. -Qué hace esta mierda acá? La madre educó: Mijita, eso no se dice. Y Ximena, desde el piso, quiso saber: - ¿Para qué existen, mamá, las palabras que no se dicen?
04. ¿Por qué nadie les avisó que todo iba a durar tan poco? ¿Dónde están las palabras que no se dijeron? Las cosas que no hicieron, ¿Dónde están?
05. ¿Señor o señora? ¿O los dos a la vez? ¿O a veces él es ella, y a veces ella es él? En las profundidades de la mar, nunca se sabe.
06. Igual que todos los días, la radio trasmitía música y noticias. Ninguna noticia les llamó la atención. Los informativos no se ocupan de los sueños. Moral y buenas costumbres.
07. De tiempo somos. Somos sus pies y sus bocas. Los pies del tiempo caminan en nuestros pies. A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
08. Las bombas inteligentes, que tan burras parecen, son las que más saben. Ellas han revelado la verdad de la invasión. Mientras Rumsfeld decía: "Estos son bombardeos humanitarios", las bombas destripaban niños y arrasaban mercados callejeros.
09. Parecía que estaban a punto de caerse, pero no: cuando tropezaba ella, la sostenía él; cuando él se bamboleaba, lo enderezaba ella.... Bien agarraditos el uno al otro, pegados el uno al otro en los vaivenes del mundo.
10. Te digo que te quieras, que te cuides, que te protejas, que te mimes, que te sientas, que te ames, que te disfrutes. Te digo que te quiero, te cuido, te protejo, te mimo, te siento, te amo, te disfruto.
11. En alguna parada, un enjambre de muchachos invadió el ómnibus. Venían cargados de libros y cuadernos y chirimbolos varios; y no paraban de hablar ni de reír. Hablaban todos a la vez a los gritos, empujándose, zarandeándose, y se reían de todo y de nada.
12. Los meros, y otros peces, son virtuosos en el arte de cambiar de sexo sin cirugía. Las hembras se vuelven machos y los machos se convierten en hembras con asombrosa facilidad; y nadie es objeto de burla ni acusado de traición a la naturaleza o a la ley de Dios.
13. La televisión, que trasmitió en vivo y en directo la ceremonia, exaltó el heroísmo del valiente soldado que había caído combatiendo contra las tropas iraquíes. Después se supo que lo había matado el fuego amigo, como se llaman las balas que se equivocan de enemigo.
14. Desde el cielo, desde la alta nube donde moraban las diosas del éter y de las candilejas, aquella estrella fugaz se había dejado caer sobre la tierra, y entre millones de hombres lo había elegido a él, sí, a él, y en sus brazos se había desplomado, para no morirse sola.
15. Algunos cantan por amor al arte. Otros trasmiten noticias, o cuentan chismes o chistes, o echan discursos, o proclaman alegrías. Pero todos, los artistas, los periodistas, los chismosos, los chistosos, los latosos y los loquitos se unen en una sola algarabía a plena orquesta. ¿Los pájaros anuncian la mañana? ¿O cantando la hacen?
16. (...) Ah, sí -evocó el militar-. La estancia Anita. Aquel combate. Bayer quería saber por qué aquel combate había dejado seiscientos obreros muertos y ningún soldado muerto, ni herido, ni lastimado. Y el brazo armado del orden, amablemente, explicó: -El viento. Nosotros nos poníamos del lado del viento. Por eso las balas nuestras no se desviaban. Las balas de ellos, a contraviento, se perdían.
17. Unos meses después de la caída de las torres, Israel bombardeó Yenín. Este campo de refugiados palestinos quedó reducido a un inmenso agujero, lleno de muertos bajo las ruinas. El agujero de Yenín tenía el mismo tamaño que el de las torres de Nueva York. Pero, ¿Cuántos lo vieron, además de los sobrevivientes que revolvían los escombros buscando a los suyos?
18. Desde una terraza, echado al sol, perseguía el vuelo sin apuro de las gaviotas y de los veleros, la brisa azul, el ir y venir de la espuma en el agua y en el aire. Y se volvió hacia Marcos Ana, que callaba a su lado, y apretándole el brazo dijo, como si nunca lo hubiera sabido, como si recién se enterara: -Qué corta es la vida.
19. (...) Y una de las alumnas, que había venido a la capital desde un pueblo perdido en el campo, se quedó charlando conmigo. Me dijo que ella, antes, no hablaba ni una palabra, y riendo me explicó que el problema era que ahora no se podía callar. Y me dijo que quería al maestro, lo quería muuuucho, porque él le había enseñado a perder el miedo de equivocarse.
20. Según dicen algunas antiguas tradiciones, el árbol de la vida crece al revés. El tronco y las ramas hacia abajo, las raíces hacia arriba. La copa se hunde en la tierra, las raíces miran al cielo. No ofrece sus frutos, sino su origen. No esconde bajo tierra lo más entrañable, lo más vulnerable, sino que lo arriesga a la intemperie: entrega sus raíces, en carne viva, a los vientos del mundo. -Son cosas de la vida -dice el árbol de la vida.
21. Al amanecer, doña Tota llegó a un hospital del barrio de Lanús. Ella traía un niño en la barriga. En el umbral, encontró una estrella, en forma de prendedor, tirada en el piso. La estrella brillaba de un lado, y del otro no. Esto ocurre con las estrellas, cada vez que caen en la tierra, y en la tierra se revuelcan: de un lado son de plata, y fulguran conjurando las noches del mundo; y del otro lado son de lata nomás. Esa estrella de plata y de lata, apretada en un puño, acompañó a doña Tota en el parto. El recién nacido fue llamado Diego Armando Maradona.
22. Pasito a paso, hilo tras hilo, el araño se acerca a la araña. Le ofrece música, convirtiendo la telaraña en arpa, y danza para ella, mientras poquito a poco va acariciando, hasta el desmayo, su cuerpo de terciopelo. Entonces, antes de abrazarla con sus ocho brazos, el araño envuelve a la araña en la telaraña y la ata bien atada. Si no la ata, ella lo devora después del amor. Al araño no le gusta nada esta costumbre de la araña, de modo que ama y huye antes de que la prisionera se despierte y exija el servicio completo de cama y comida. ¿Quién entiende al araño? Ha podido amar sin morir, se ha dado maña para cumplir esa hazaña, y ahora que está a salvo de su saña, extraña a la araña.