El hacinamiento de muchos seres humanos en un espacio reducido no sólo conduce a fenómenos de deshumanización por la vía indirecta del agotamiento y el empantanamiento de las relaciones interhumanas sino que directamente produce un comportamiento agresivo.
Así, en algunos días imaginativos, mi cerebro es como los cristales de un ventanal, por los cuales viera bellezas fantásticas, formas maravillosas y los más ricos colores. Otros días, veo sólo a través de unos cristales empañados y grises, y todo es un hacinamiento de inmundicia, llamado Vida.
Seguramente el hacinamiento de masas de seres humanos en las modernas megalópolis tiene gran parte de la culpa de que ya no somos capaces de distinguir el rostro del prójimo en medio de una fantasmagoría de caras eternamente cambiantes que se superponen y se difuminan.
Pero la situación de las mujeres era mucho más penosa, mucho más insoportable, porque las condiciones generales de vida en el campo de mujeres eran infinitamente peores en lo que concierne al hacinamiento y las instalaciones sanitarias. (...) El hacinamiento general de la masa era, bajo todos los aspectos, más notorio que entre los hombres. Cuando las mujeres alcanzaban cierto nivel de deterioro, se abandonaban del todo. Como fantasmas, desprovistas de toda voluntad, vagaban entre las barracas o se dejaban llevar por otras. Hasta que un buen día morían. Esos cadáveres ambulantes ofrecían un aspecto terrorífico. "Yo, comandante de Auschwitz" (1958), Rudolf Hoess
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