Supongo que puede parecer extraño pero aquella imagen, aquella inocente imagen, resulto al cabo el factor mas esclarecedor, el impacto mas violento. Ellos, sus hermosos rostros, flaqueaban a derecha e izquierda al primer actor, que entonces no puede identificar, tal era la confusión en la que aquella radiante amalgama de cuerpos me había sumido previamente. La carne perfecta, reluciente, parecía hundirse satisfecha en si misma sin trauma alguno, sujeto y objeto de un placer completo, redondo, autónomo, tan distinto del que sugieren esos años mezquinos, fruncidos, permanentemente contraídos en una mueca dolorosa e irreparable. "Las edades de Lulú" (1989), Almudena Grandes
"Las edades de Lulú" (1989) Frases de "Las edades de Lulú" (1989) Frases de Almudena Grandes