01. ¿Por qué las personas perseguirán las cosas bellas, las cosas sublimes, las cosas inalcanzables? Aunque no sepan en qué consiste su esencia, ¿Por qué están dotados de la facultad de apreciarlas?
02. Las personas que encuentran dentro de sí mismas la facultad de enamorarse hacen un descubrimiento más importante que los que han ganado el Premio Nobel. Y si no se da cuenta, o si no quiere darse cuenta, el ser humano es mejor que se extinga. Que haya una colisión con un planeta, o algo por el estilo, y que desaparezca pronto...
03. En este mundo, vaya a dónde vaya, siempre me sucederá lo mismo. Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear ver, saber y sentir..., incluso vivir. Ella ya no volverá a estar jamás a mi lado.
04. Y, viviendo así, entre algodones, llega un momento en que el cuerpo acaba volviéndose holgazán, el funcionamiento de los nervios autónomos se descontrola y aparece la alergia al polen. Y, si el cuerpo se vuelve perezoso, seguro que al cerebro le sucede lo mismo. Total que, igual cada vez son más las personas aquejadas de alergia al polen, también aumentan los individuos con un tornillo flojo.
05. Al abrir la ventana, entró una ráfaga de aire fresco junto con el olor del mar. El amanecer aún estaba lejos. Había escampado y, en el cielo despejado, se veían muchas estrellas. Debido, tal vez, a que no había luces en los alrededores, las estrellas se veían tan cercanas que parecía que pudiera tocarlas con la punta de la caña de pescar.
06. "¡Ojalá el sueño fuera realidad y la realidad fuese un sueño!", pienso. Pero es imposible. Por eso, al despertarme, siempre estoy llorando. No es porque esté triste. Es que, cuando regreso a la realidad desde un sueño feliz, me topo con una fisura que me es imposible franquear sin verter lágrimas. Y eso, por más veces que me ocurra, siempre es así.
07. Quizás sea dentro de la irracionalidad de la autolimitación donde se esconde el sentido de la vida del hombre. Porque si el hombre contemplara la libertad como valor fundamental de la vida, ésta, probablemente, no se distinguiría de la muerte. Shun"ichi pensó que el ser humano vive un tiempo que trasciende la libertad, que es limitado e ilimitado, hasta el instante de la liberación última que es la muerte.
08. (...) Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto.
09. Con la toalla húmeda en la cabeza, dentro del baño inundado por los claros rayos del sol, Shun ichi cerró los ojos. Mientras lo invadía un inmenso bienestar, recordó los primeros tiempos de su vida con Saeko. En aquella época, los dos paseaban cada noche por las calles desiertas. Era tan habitual en ellos que bien podía hablarse de rutina. Avanzada la noche, ya casi de madrugada, uno de los dos proponía: "¿Vamos a dar un paseo?". Como el otro no tenía nada que objetar, acto seguido, cerraban la puerta con llave y salían a las calles dormidas.
10. Sopló el viento y los pétalos de flor de cerezo se dispersaron. Volaron hasta mis pies. Miré de nuevo el frasco de cristal que tenía en la mano. Me sentí inquieto. ¿No me arrepentiría después? Tal vez sí. Pero, ahora, era tan hermosa aquella ventisca de pétalos de cerezo. Desenrosqué despacio la tapa del frasco de cristal. Luego dejé de pensar. Dirigí la boca del frasco al cielo, alargué el brazo tanto como pude y tracé un gran arco en el aire. Las cenizas blanquecinas flotaron por el cielo del crepúsculo como una nevisca. Volvió a soplar el viento. Las flores del cerezo se deshojaron y, mezcladas con los pétalos, pronto dejaron de verse las cenizas de Aki.