Frases de José Emilio Pacheco - Página 4

01. Pero aquel año, al parecer, las cosas andaban muy bien: a cada rato suspendían las clases para llevarnos a la inauguración de carreteras, avenidas, presas, parques deportivos, hospitales, ministerios, edificios inmensos. Por regla general eran nada más un montón de piedras. El presidente inauguraba enormes monumentos inconclusos a sí mismo. "Las batallas en el desierto" (1981)

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02. Veo poco a mi papá porque siempre está fuera, trabajando al servicio de México. Sí cómo no, replicaba Alcaraz: "trabajando al servicio de México": Alí Baba y los cuarenta ladrones. "Las batallas en el desierto" (1981)

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03. Mi padre no salía de su fábrica de jabones que se ahogaba ante la competencia y la publicidad de las marcas norteamericanas. Anunciaban por radio los nuevos detergentes: Ace, Fab, Vel, y sentenciaban: El jabón pasó a la historia. Aquella espuma que para todos (aún ignorantes de sus daños) significaba limpieza, comodidad, bienestar y, para las mujeres, liberación de horas sin término ante el lavadero, para nosotros representaba la cresta de la ola que se llevaba nuestros privilegios. "Las batallas en el desierto" (1981)

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04. Y entrabas en el día en que era necesario vivir, crecer, abandonar la infancia. "El viento distante" (1963)

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05. De la noche a la mañana los peones se habían vuelto ejidatarios y eran dueños de las derritas que antes trabajaban pal patrón. "El viento distante" (1963)

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06. Hallamos en esa tarde de domingo un espacio que permitía la dicha; es decir, el momentáneo olvido del pasado y el futuro. "El viento distante" (1963)

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07. Animales de montura y de tiro, exhaustos caballos de carrera, ponis y percherones se unen en la igualdad de la muerte, reciben el cuchillo del matarife como pago de sus esfuerzos y su vida infernal. "El viento distante" (1963)

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08. Nadie quiere ver en qué forma será recompensado su propio esfuerzo. "El viento distante" (1963)

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09. Yo, señor -dijo Anselmo-, soy de la Candelaria de los Patos, en la mera capital. No por verme aquí crea usté que trata con un pobre indio bajado del cerro a tamborazos. Nací en la gran Ciudad de México, y a mucha honra. Si usté me encuentra en este lugar, es gracias a la Santísima Virgen, verdá de Dios. "El viento distante" (1963)

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10. ¿Qué andas haciendo allí abajo, revuelta con la plebe y los chilangos? ¿Ya no te acuerdas de que la gente decente de Veracruz no se mezcla con los fuereños, y mucho menos en carnaval? "El viento distante" (1963)

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11. Pedro le dejó en la mano algunos billetes, y pudiste bajar pálido, torpe, humillado, con lágrimas que Julia nunca debió haber visto en tus ojos porque demostraban que eras el huérfano y el intruso, no el héroe. "El viento distante" (1963)

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12. Después (Julia besaba a Pedro, tú no existías hundido en el asiento posterior) el bosque, la montaña, los pinos desgarrados por la luz llegaron a tus ojos como si los cubrieran para impedir el llanto. "El viento distante" (1963)

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José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco
  • 30 de junio de 1939
  • Ciudad de México, México
  • 26 de enero de 2014
  • Ciudad de México, México

Escritor, poeta, ensayista, novelista, traductor y profesor mexicano integrante de la llamada "Generación de 1950", autor de "El principio del placer" (1972) y "Las batallas en el desierto" (1981).

Sobre José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco nació en la Ciudad de México, donde terminada su educación inicial estudió derecho y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Inició sus actividades literarias en la revista "Medio Siglo", trabajando luego como director del suplemento de la revista "Estaciones" y como secretario de redacción de la "Revista de la Universidad de México" y de "México en la Cultura", y fue jefe de redacción del suplemento "La Cultura en México".

Además de trabajar como profesor en varias universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, se dedicó también a la investigación en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En 1972 publicó "El principio del placer", libro donde demuestra su dominio del relato breve e hiperbreve y tiempo después las novelas "Morirás lejos" (1967), un audaz experimento que juega con diversos planos narrativos y "Las batallas en el desierto" (1981), donde evoca una historia de amor imposible, llena de nostalgia.

Entre los galardones que recibió José Emilio Pacheco se cuentan los premios "Magda Donato" (1967), "Xavier Villaurrutia" (1973), "Nacional de Lingüística y Literatura de México" (1992), "Octavio Paz" (2003), "Pablo Neruda" (2004), "García Lorca" (2005) y "Premio Miguel de Cervantes" (2009).

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