01. El lenguaje es sabor que entrega al labio la entraña abierta a un gusto extraño y sabio.
02. No del pasado azar que considera, la vida crece sólo dilatada, ni el objeto futuro la sustenta.
03. Tu luz es lo que más me apesadumbra y si enciendes mis ojos con tu vida el corazón me dobla la penumbra.
04. La vida cambia lo que fue primero y lo que más tarde es no lo asegura, y la memoria, que el rigor madura, no defiende su fruto duradero.
05. En la palabra habitan otros ruidos, como el mudo instrumento está sonoro y a la avaricia congelada en oro aún enciende el ardor de los sentidos.
06. No da abundancia la abstinencia al vaso, ni divide la sed como quisiera. Hora que, para ser, otra hora espera, no existe más cuando agotó su paso.
07. Tienes dos nombres, Luz, dos pensamientos, en los más puro de mi voz centrados, a retener tu imagen consagrados en la frágil prisión de dos lamentos.
08. No para el tiempo, sino pasa; muere la imagen de sí, que a lo que pasa aspira a conservar igual a su mentira. No para el tiempo; a su placer se adhiere.
09. Cuando el aire es homogéneo y casi rígido y las cosas que envuelve no están entremezcladas el paisaje no es un estado de alma sino un sistema de coordenadas.
10. La materia regresa a su costumbre. Que del agua un relámpago deslumbre o un sólido de humo tenga en un cielo ilimitado y tenso un instante a los ojos en suspenso, no aplaza su consumo.
11. No hay sitio en mi memoria donde encuentre tu vida más que tus ya distantes huellas deshabitadas. Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia y huye tu voz del aire real que la devora.
12. A las nubes también el color tiñe, túnicas tintas en el mal les ciñe, las roe, las horada, y a la crítica nuestra, si las mira, por qué al museo su ilusión retira la escultura humillada.