Frases de Horace Walpole - Página 2

01. Si logro encontrarlo, podré escapar; si no, valeroso forastero, temo haberos mezclado en mis desdichas: Manfredo sospechará que sois cómplice de mi fuga, y seréis víctima de su resentimiento.

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02. Sois un hombre prudente, y aunque el ardor de mi temperamento me traicione con algunas expresiones impropias, honro vuestra virtud y deseo deberos la tranquilidad de mi vida y la conservación de mi familia.

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03. Las puertas de vuestra prisión están abiertas. Mi padre y sus criados se han ausentado, pero pueden regresar pronto. ¡Poneos a salvo y que los ángeles del cielo os guíen! ¡Sin duda vos sois uno de esos ángeles!

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04. Un terrible silencio reinaba en aquellas regiones subterráneas, salvo, de vez en cuando, algunas corrientes de aire que golpeaban las puertas que ella había franqueado, y cuyos goznes, al rechinar, proyectaban su eco por aquel largo laberinto de oscuridad.

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05. La Iglesia es una madre indulgente, así que mostradle vuestras angustias, pues sólo ella puede llevar consuelo a vuestra alma, bien satisfaciendo vuestra conciencia o, tras el examen de vuestras reservas, devolviéndoos la libertad y poniendo a vuestro alcance los medios lícitos para la continuidad de vuestro linaje.

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06. Avanzaba sin hacer ruido, en la medida que su impaciencia se lo permitía, aunque se detenía a menudo y aguzaba el oído para saber si la seguían. En uno de esos momentos pensó oír un suspiro. La sacudió un temblor y retrocedió unos pocos pasos. Creyó oír andar a alguien. Se le heló la sangre, pues dedujo que se trataba de Manfredo.

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07. No se había internado mucho cuando creyó oír los pasos de alguien que parecía precederle. Firmemente convencido de cuanto nuestra sagrada fe nos enseña, Teodoro no creía que las buenas personas sean abandonadas sin causa a la maldad de los poderes de las tinieblas. Consideró más probable que el lugar estuviera infestado de ladrones antes que de esas criaturas infernales que, según cuentan, molestan y aterrorizan a los viajeros.

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08. En ese mismo momento, un trueno sacudió el castillo hasta sus cimientos. La tierra se estremeció, y por atrás se oyó el entrechocar metálico de una armadura sobrenatural. Federico y Jerónimo creyeron que el día postrero había llegado. El segundo, arrastrando con ellos a Teodoro, corrió al patio. En el momento que salió Teodoro, los muros del castillo a la espalda de Manfredo se derrumbaron por efecto de una poderosa fuerza, y la silueta de Alfonso, dilatada hasta una inconcebible magnitud, apareció en el centro de las ruinas.

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Horace Walpole

Horace Walpole
  • 24 de septiembre de 1717
  • Londres, Gran Londres, Inglaterra
  • 2 de marzo de 1797
  • Londres, Gran Londres, Inglaterra

Político, arquitecto y escritor inglés famoso por sus ingeniosas cartas con incisivos comentarios sobre las costumbres de la época y por su novela "El castillo de Otranto" (1764), una de las primeras obras de la literatura gótica.

Sobre Horace Walpole

Horace Walpole nace en el seno de una familia acomodada, de padre Primer Ministro Robert Walpoley y madre Catherine y fue educado en los mejores establecimientos educativos de la época, el "Eton College" y el "King's College".

Tras la muerte de su madre en 1737, hecho que afectó profundamente a Horace Walpole, realiza un extenso viaje por Francia e Italia, regresando a Inglaterra en 1741.

En las elecciones generales británicas de 1741, Horace Walpole resultó electo miembro del Parlamento en Callington, ocupando el puesto por trece años.

A mediados de 1754 pasó a integrar el parlamento de la ciudad de "Castle Rising", manteniendo el cargo hasta 1768, lo que le granjeó la independencia económica para el resto de su vida.

En 1764 publica la novela "El castillo de Otranto" (1764), que marca el comienzo de la literatura de terror gótico, iniciando un género literario que llegó a ser extremadamente popular a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Ya sin su escaño en el Parlamento, Horace Walpole adquiere una casa cerca de Twickenham (Londres) que llamó "Strawberry Hill", a la que reformó completamente con un estilo arquitectónico neogótico muy innovador.

Horrorizado por la Revolución Francesa (1789-1799), siguió atentamente los eventos que acontecían desde su casa, dónde instaló una imprenta y publicó numerosas obras propias, de amigos y colegas.

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