Frases de Alexandre Kojeve (página 2 de 2)
16. Sólo hay autoridad allí donde hay movimiento, cambio, acción (real o al menos posible): sólo se tiene autoridad sobre lo que puede "reaccionar", es decir, cambiar en función de lo que, o de quien, representa la autoridad (la "encarne", la realice, la ejerza). "La noción de autoridad" (2004)
17. (...) Lo mismo ocurre en los Estados llamados "democráticos", donde el poder parece pertenecer a la "masa", aunque en realidad es el Estado quien lo posee y lo ejerce: sólo que en ese caso el Estado es encarnado en, o representado por el conjunto de "ciudadanos". "La noción de autoridad" (2004)
18. El "Poder" político es el poder del Estado que se ejerce por intermedio de quien, o de quienes, lo representan o lo encarnan. Sin Estado (en el amplio sentido de la expresión) no habría poder político (en el sentido propio de la expresión). "La noción de autoridad" (2004)
19. Una teoría del "poder político" no es, pues, más que una teoría de la autoridad (que se manifiesta en el "campo" político); más exactamente, una aplicación (teórica) de la teoría de la autoridad a la política (es decir, al Estado). "La noción de autoridad" (2004)
20. La muerte es una finitud dialéctica. El ser dialéctico, es decir, el hombre, es el único ser mortal, en sentido lato. La muerte de un ser humano difiere esencialmente del "fin" de un animal o de una planta, así como de la "desaparición" de una cosa por simple "desgaste". "Introducción a la lectura de Hegel" (1947)
21. Yo era comunista. No había razón para huir de Rusia. Pero sabía que el establecimiento del comunismo significaba 30 años terribles. A veces pienso esas cosas. Un día dije a mi madre: "Después de todo. Si me hubiera quedado en Rusia". Y ella respondió: "Te hubieran fusilado por lo menos dos veces".
22. El acto autoritario se distingue de todos los demás por el hecho de que no encuentra oposición por parte de quien, o de quienes, es el destinatario. Lo que presupone por una parte, la posibilidad de una oposición y, por la otra, la renuncia consciente y voluntaria a la realización de esa posibilidad. "La noción de autoridad" (2004)
23. La idea desencadena la acción al "enunciar" un proyecto, al indicar un "objetivo"; y determina y guía la acción al elaborar un "programa". Para no ser "utópico", ese proyecto y ese programa, al oponerse al presente político, deben tenerlo en cuenta: deben ser realizables a partir del presente dado (y no suponiendo condiciones inexistentes). "La noción de autoridad" (2004)
24. El pasado es siempre "venerable"; tocarlo implica un "sacrilegio"; descuidarlo es "inhumano". Desde siempre -y sobre todo en la antigüedad pagana-, la autoridad de una institución estaba "justificada" (explicada) por su antigüedad. Asimismo, la antigüedad de una familia, de un estado era no sólo un título glorioso, sino también una base muy real de autoridad. "La noción de autoridad" (2004)
25. (...) Considere usted el Japón: un país que se protegió deliberadamente de la historia durante tres siglos, que puso una barrera entre la historia y él. Deja entrever nuestro propio porvenir. Es un país verdaderamente sorprendente. Por ejemplo, el esnobismo, por naturaleza, es patrimonio de una minoría. Pero Japón nos enseña que se puede democratizar el esnobismo. En Japón hay ochenta millones de snobs. Al lado del pueblo japonés, la alta sociedad inglesa parece una banda de marineros borrachos.
26. La Revolución es "nacional" cuando la transformación activa del presente político se efectúa sin solución de continuidad con el conjunto del pasado. (El pasado inmediato puede y debe ser negado, pues es él quien orienta la evolución "natural" o "automática" del presente en un sentido opuesto al que le quiere asignar la acción revolucionaría. ) Esta definición fija los "marcos" de la Revolución nacional; indica su "lugar lógico", su "topos" aristotélico. Se trata de dar un "contenido" a ese "topos". "La noción de autoridad" (2004)
27. Para ser humano, el hombre debe actuar no con el fin de someter una cosa, sino de someter otro Deseo (de la cosa). El hombre que desea humanamente una cosa actúa no tanto para apoderarse de la cosa sino para hacer reconocer por otro su derecho –como se dirá más tarde– sobre esa cosa, para hacerse reconocer como propietario de la cosa. Y esto –a la postre– para hacer reconocer por el otro su superioridad sobre el otro. Sólo el Deseo de tal Reconocimiento, sólo la Acción que se deriva de tal Deseo, crea, realiza y revela un Yo humano, no biológico. "Introducción a la lectura de Hegel" (1947)